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OBSERVANDO Y SUGIRIENDO

OBSERVANDO Y SUGIRIENDO
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  • Por: Sheila Garza

No era una película de guerra entre soldados, tampoco un videojuego de zombies contra humanos, menos una serie de narcos contra los polis.
Los hechos violentos dentro del estadio Corregidora fue una muestra más de la triste, preocupante y valemadrista realidad que vivimos en México, fue el resultado de una cadena de causas que duelen, que lastiman y que matan cualquier esperanza para crecer como individuos, como pueblo y como nación.

Usted puede ver ó escuchar una y mil veces las imágenes, vídeos y audios que circulan desde ayer. ¿Le sigue causando impacto verdad?, ahora imagínese a las miles de personas que acudieron a ver el partido de fútbol entre Atlas y Querétaro. Entre gente sola, grupos de amigos, familias completas con niñas y niños, la mayoría asistió intentando pasar un buen rato ó entretenerse para que después, sin haber siquiera concluido el juego, tener que huir de las tribunas para salvaguardar su vida y la de los suyos, tan cerca o tan lejos de los golpes, los puñetazos, las patadas, los sillazos, los cinturonazos o las acuchilladas, cuidándose de uno o de varios en plebe.
Simplemente inconcebible, irracional y lamentable.

Que triste no poder tener la certeza de regresar con bien a casa, que preocupante ver rostros desencajados por miedo o por furia, y vaya valemadrismo con el que unos graban mientras atacan, ríen mientras matan, observan sin intervenir mientras pasa.

No, no y no. ¡No se vale!, ¡No es justo!, ¡No es digno!. ¡Por favor! ¡No  normalicemos ningún acto de violencia!

No normalicemos violencia en los hogares y enseñemos con ejemplos de respeto.

No normalicemos violencia en las escuelas y cerremos el camino al bulling.
No normalicemos violencia en la calle gritándole desde el carro al que camina o viceversa. Circule con paciencia.

No normalicemos violencia permitiendo el consumo de bebidas alcohólicas y otras sustancias que generan conductas erráticas. Ponga límites y restricciones a tiempo.

No normalicemos violencia en los actos políticos de quienes encaminan la vida de un país enardecido. Cero atacar a la oposición que sólo divide.

No normalicemos violencia con lenguajes negativos en los contenidos televisivos. Fomentemos programas con temas de valor positivo.
No normalicemos violencia en los juegos deportivos. Que las porras sean alegres y divertidas.
No normalicemos la violencia entre mujeres y hombres por preferencias sexuales distintas, posiciones económicas , religiones, estatus social o puestos de trabajo. Aceptemos que todos somos únicos y diferentes. Nadie igual y como usted.
¿Ya entendió?

Todos, todos hemos sido responsables por permitir que los buenos valores se pierdan, que el amor al prójimo disminuya, que la tolerancia a lo distinto no exista, que se burle la ley sin castigo, que la delincuencia organizada cometa crímenes y salgan impunes, que se sobrevaloren aspectos irrelevantes sobre lo realmente prioritario de esta vida.
El impacto y la influencia del fútbol soccer en el país ha trascendido a niveles tales que mueve la economía. Es una industria lucrativa. Es un deporte que se ha vuelto imprescindible en la vida de muchos mexicanos, pero que ha permitido tantos errores que ahora se pagan con actos de violencia.

Si hubo muertos es probable que se niegue porque no conviene a muchos intereses, económicos sobre todo. Pero es tan relevante en tantos aspectos en nuestro país que puede causar mas sin sabores.

El juego sigue, las reglas probablemente cambien de momento en lo que se calman las aguas.

Lo más relevante aquí y ahora es entender que para todo se ha normalizado, se ha permitido y se ha aceptado la violencia y eso, eso es un error tan grande que sigue causando bajas.

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