Home Columnas MeToo / A Estribor

MeToo / A Estribor

MeToo / A Estribor
0
0

Juan Carlos Cal y Mayor

 

Sería injusto afirmar que el movimiento MeToo ha cobrado su primera victima en México. Armando Vega Gil bajista del legendario grupo roquero mexicano Botellita de Jerez, se suicidó hace unos días por la fuerza que tomó una denuncia anónima en el Hashtag #MeTooMusicos. El escarnio en las redes sociales derivó en una fatídica decisión a la que el músico acompañó con una carta póstuma pidiendo que no se culpara a nadie por su muerte. Circuló además una grabación donde afirmaba que lo habían hecho “polvo” y que se quedaría sin trabajo porque ya nadie lo contrataría ni las editoras que publican sus libros lo volverían a hacer bajo esa circunstancia. El músico dejó escrito que le hubiera gustado encarar por la vía legal el asunto para poner a salvo su honra, pero dadas las circunstancias y la viralización de la denuncia difícilmente podría reponerse del daño a su imagen. No faltó quien afirmará que el músico quizás tenía problemas emocionales que lo llevaron a ese fatal desenlace. Tampoco quien sugiriera que con el hecho, aceptó su culpabilidad. Ni siquiera hubo un mínimo de respeto al luto por su muerte. Con la opinión pública dividida en las redes sociales, también hubo quien lamentó el hecho y hasta acusó al movimiento MeToo de provocar la muerte del músico.

 

Recientemente radios de Australia, Canadá y Nueva Zelanda decidieron no pasar temas de Michael Jackson en reacción a las nuevas denuncias de abuso sexual del Rey del pop hechas públicas en un documental. El famoso actor de la serie House of Cards, Kevin Spacey prácticamente se retiró de la vida pública por la denuncia de supuestos –o reales- abusos cometidos años atrás en los principios de su carrera. Lo mismo sucedió el Director cinematográfico Harvey Weinstein, quien acumuló un caudal denuncias que lo hicieron enfrentar a la justicia. En México, Marcelino Perelló, quien fuera líder del movimiento estudiantil del 68, se vio envuelto en un escándalo mediático por la polémica desatada cuando en su programa de radio hizo una serie de comentarios misóginos y sexualmente degradantes en contra de víctimas de violación. El 5 de mayo de 2017 la Dirección General de Asuntos Jurídicos de la UNAM lo separó de su cargo considerando que había elementos suficientes para dar por terminado el contrato de trabajo del conductor tras dichos contra la «equidad de género». Falleció meses después por problemas de salud que lo aquejaban aunque no faltó quien insinuara que lo afecto la depresión ocasionada por el hecho. Perelló pidió disculpas por el lenguaje que utilizó pero no se retractó de sus afirmaciones. La Iglesia Católica ya tiene rato enfrentando denuncias por casos de pederastia por los que el Vaticano ha tomado cartas en el asunto pidiendo disculpas y aceptando que los acusados fueran sometidos a la acción de la justicia.

 

El fenómeno ha provocado agrias discusiones porque también se acusa al movimiento feminista de llegar a excesos lo cual también es una injusticia porque solo así se ha logrado que muchas personas y no solo mujeres hayan tenido el valor de denunciarlos.

 

El problema de fondo en mi opinión no es el derecho que les pueda asistir tanto a las victimas como a los victimarios. La problemática reside en el juicio sumario de la opinión pública a través de la redes sociales no solo en el tema de los abusos sexuales. Es también generalizado el hecho de las llamadas Fake News o noticias falsas. Cual si viviéramos en la edad media se ha reinstaurado la práctica de modernos Torquemadas que desde el anonimato o incluso en nombre propio se erigen en juzgadores de sus semejantes provocando el odio social y el despertar de una jauría que despedaza sin mayores miramientos a quien toca ser el blanco de denuncias que van más allá de lo legal y se consuman como juicios morales destruyendo reputaciones y vidas.

 

Algo se tiene que hacer al respecto. No se trata de censurar la libertad de expresión sino de establecer un marco jurídico que limite los abusos que se cometen. El tema es por demás complejo. Los abusos de la dictadura venezolana y muchos otros casos más hoy se conocen gracias a esta herramienta de la modernidad que nos enfrenta a nuevos paradigmas. El debate esta abierto…   

LEAVE YOUR COMMENT

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *