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Marcha por la democracia / A Estribor

Marcha por la democracia / A Estribor
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Juan Carlos Cal y Mayor

Dice el dicho que al que madruga, Dios lo ayuda, pero también hay otro que dice que no por mucho madrugar, amanece más temprano. El presidente tiene la costumbre de hacerlo. Es lo que urdió con el arranque temprano de su proceso sucesorio. Su candidata y él llevan más de dos años en campaña. Por eso es que previo al arranque del proceso electoral lleva la delantera en las encuestas, algunas de ellas irrisorias. De ahí que se adelantaran a presumir holgadas ventajas que parecen más un cuento que realidad. Un intento de madruguete para desmotivar al rival. Arrancó antes, madrugó, pero eso no garantiza que se mantenga como puntera.

CLAUDIA NO ES AMLO

El problema para la candidata oficialista es que no puede ofrecer más que continuidad. Trae un chaleco de fuerza, no se permite disentir. Si a resultados vamos, no hay mucho que presumir. Por eso repite a pie juntillas los dictados del presidente mientras que Xóchitl ofrece reconstruir al país, restaurar la legalidad hoy ultrajada, defender la República. Eso resulta más atractivo al electorado sobre todo cuando las cosas no le han funcionado nada bien a este gobierno. Además, no hay que confundir, Claudia no es el clon de López Obrador. Aunque sea su manager, él no se puede meter al ring. No va en la boleta.

La expectativa de cambio, la capitalización del hartazgo contra el gobierno de Peña Nieto y el prianato, atrajeron en 2018 a las clases medias que son las que inclinaron la balanza en los procesos electorales. Es precisamente esa clase media a la que le defraudaron. Si bien es cierto que Amlo mantiene niveles de popularidad aceptables al igual que pasó con otros expresidentes. Solo que los votos no se transfieren ni se pueden endosar. La popularidad del presidente no es garantía de triunfo para su sucesora. Así ha sido, así será.

LA DECEPCIÓN

Los principales indicadores que determinan la orientación del voto, son precisamente donde ha fallado este gobierno. La seguridad es un desastre. Los abrazos no balazos, abrieron la puerta al empoderamiento del crimen organizado. Aunque el gobierno maneja ahora otros datos, la percepción generalizada es la de una sociedad atemorizada en la que ya nadie se siente a salvo. El crimen se ha normalizado. Ya nos acostumbramos a ver terribles asesinatos a lo largo y ancho del país. Las cifras no mienten, la realidad se impone tercamente ante la narrativa del gobierno. Vivimos con miedo.

Los resultados en materia de salud son desastrosos. El manejo de la pandemia arrojó muchas más víctimas que en otros países. Pretenden minimizar los daños, sugerir que el uso de los cubrebocas no era necesario mientras que otros países había hasta toque de queda. Mostrar amuletos para protegernos del contagio, solo es posible en este México surrealista. Más allá de la pandemia, desmantelar el seguro popular, improvisar con el fracasado INSABI y terminar poniendo una megafarmacia para suministrar medicinas en un vasto territorio con más de 125 millones de habitantes. Todas ellas ocurrencias que dejaron a millones de mexicanos sin acceso a la salud.

Una oferta toral fue terminar con la corrupción. Hemos empeorado. México ocupa la posición 124 de 180 países evaluados en percepción de corrupción por transparencia internacional. La Fiscalía General de la República ha actuado con absoluta discrecionalidad y falta de autonomía respecto del poder ejecutivo. Parece más un brazo represor. Gertz Manero es un fantasma del que no se sabe nada. No hay responsables del cierre del NAIM en Texcoco, pero tampoco en Segalmex. Nunca aparecieron los 43. El derroche discrecional en los megaproyectos protegidos con un decreto como asunto de seguridad nacional se ha convertido en un barril sin fondo.

EL DESACATO A LA LEY

Lo más grave no son las promesas incumplidas, sino el desacato a la ley. El uso y abuso de la mayoría legislativa para tratar de imponer normas anticonstitucionales. La clara intención de desmantelar a los órganos constitucionales autónomos so pretexto de una austeridad que no aplican para el aquelarre presupuestal de las ocurrencias. La descalificación sistemática y abierta intención de decapitar a la Suprema Corte. La concentración del poder para su ejercicio absolutista.

Y para concluir la faena depredadora, la aprobación del déficit y el sobre gasto 1.7 billones para tirar la casa por la ventana en programas sociales que después resultarán insostenibles. El gas del bienestar que duró lo que dura un cilindro. Las universidades patito Juárez. El rescate de Mexicana de Aviación que ganó un millón y medio y perdió 260 millones en su primer mes. La incapacidad funcional e incosteable del AIFA y el Tren Maya. Una refinería que terminó costando más del doble.

LA MARCHA

La marcha por la democracia es una clara muestra de que la sociedad civil ha rebasado incluso a los partidos. Harán como siempre mal en subestimarla y minimizarla. Con ello más la provocan. Hay un despertar ciudadano que se verá reflejado en las urnas. Las huestes del morenato ya no tienen cómo rebatir esa realidad. El 2 de junio será una locomotora.

LOS VOTOS

Por todo eso, será creciente la tendencia en las preferencias electorales a favor de Xóchitl Gálvez. Una línea ascendente que terminará rebasando a Sheinbaum. La gran pregunta en el aire será saber qué hará López Obrador ante una eventual derrota. Nunca las ha aceptado. ¿Qué hará ahora que tiene el poder? Nada. Las elecciones no las organiza el gobierno. Los votos los cuentan los ciudadanos.

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