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LA FERIA / El palito

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Sr. López

 

Tío Daniel era tenedor de libros (poquito menos que contador), en una fábrica de hilados y tejidos, pero su orgullo era su ‘rancho’ (poquito menos que granja), que tenía allá por el rumbo de Acolman, al que iba cada fin de semana, al principio con su esposa e hijos, luego, los siguientes 40 años, solo. A la menor provocación hablaba de su rancho como si fuera Luis Terrazas (el de los 2 millones de hectáreas en Chihuahua), teniendo nomás media hectárea, cuatro vacas tuberculosas y algunos sembradíos que -pura mala suerte-, casi nunca se daban. Toda su vida le metió dinero al rancho para rabia de tía Marcela, su esposa, pero tanta rabia, que cuando el tío falleció, nunca fue, nomás lo abandonó. ‘Algo ha de valer’, le decían a veces en la familia, como animándola a ir a venderlo y contestaba siempre: -Al que le interese, se lo regalo –nadie se lo aceptó nunca… de tarugos.

 

Este 25 de mayo la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) cumple 25 años de existir, creada según la Ley Orgánica del gobierno federal para el combate a la pobreza y coordinar los organismos dedicados a tan noble labor.

 

Sedesol resultó de la fusión de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (Sedue) y la Secretaría de Programación y Presupuesto (SPP), en la que se administraban los recursos del más salinista de los programas de ese sexenio, el Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol). El primer secretario de la Sedesol fue Luis Donaldo Colosio.

 

Sedesol la creó Salinas de Gortari ese día de mayo de 1992 y le dio tal impulso (20% del total de inversión federal y 45% del gasto en desarrollo social), que se llegó a decir en los mentideros políticos, que la idea era desechar al PRI y crear un partido nacional de solidaridad, sospecha fundada en los ‘Comités de Solidaridad’, que Sedesol sembró por todo el país, como células políticas de esa nueva organización que apoyó hasta el asco el gobierno federal (nada más recuerde la canciocita ‘Solidaridad’, cantada por lo más granado de Televisa, que la transmitía mañana, tarde, moda y noche). Le funcionó a don  Salinas, claro que le funcionó, al grado de llegar a índices de popularidad hoy impensables para cualquier Presidente (en su quinto año de gobierno andaba en el 81% de aprobación… no le cuenten a don Peña). Hasta el papa de entonces (Juan Pablo II), hablaba del programa de solidaridad de México. ¡Ajúa!

 

Luego pasó lo que pasó: mataron a Colosio, se derrumbó la aparente bonanza económica, Zedillo persiguió a los Salinas, se evaporó el salinismo y hoy don Charly es un apestado… pero Sedesol siguió. No era cosa de abandonar tan noble labor.

 

Sedesol ya lleva 13 secretarios: de Colosio, pasando por Carlos Rojas, Josefina Vázquez Mota, Ernesto Cordero Arroyo, Rosario Robles, José Antonio Meade Kuribreña -y otros olvidables y olvidados-, hasta el actual, Luis Miranda Nava, que cotiza para los olvidables.

 

En estos 25 años Sedesol se ha gastado en sacar de la pobreza a los mexicanos la cantidad (redondeada), de un billón 514 mil millones de pesos (lea bien: un millón de millones y 514 mil millones; a ver, en números $1’’514,000’000,000.00), 60 mil 560 millones por año; 5 mil 47 millones por mes; 160 millones diarios; 21 millones por hora hábil. Es una lana.

 

Así, un billón 514 mil millones después… ¿qué creen?: nos creció la pobreza. No mucho, todo hay que decirlo, pero en 1992, los reverendamente pobres en México, eran el 53.1% del total de tenochcas de entonces (81.2 millones de sonrientes mexicanos de los que 43 millones 117 mil vivían con la panza pegada al espinazo), frente al 53.2% de hoy (nada más un 0.1% más, pero como ya somos por ahí de 120 millones de satisfechos nacionales, resulta que los pobres suman 63 millones 840 mil que gracias a su desnutrición califican para ser beneficiados con el solidario gasto del gobierno). Y le advierto que eso del 53.2% de pobres es dato viejo, del 2014, último año en que nos hizo favor la autoridad de informarnos.

 

Y tome en cuenta que nada más hace uno cuentas del gasto directo de Sedesol, que si sumara uno todo lo ejercido en atender carencias sociales, no estaríamos hablando de un billón 514 mil millones, sino de algo arriba de los 19 billones de pesos.

 

Pero nada más con los datos de Sedesol, no se necesita ser enemigo del sistema, ni marxista de la primera camada, ni criticón de nacimiento, para pensar que algo anda muy mal. Ni siquiera puede uno maldecir la hora en parieron al PRI, porque de esos 25 años de existencia de Sedesol, doce años lo administró el PAN. O sea: que se repartan a mitades las mentadas.

 

Se necesita ser muy necio y muy tonto para insistir en lo que tan claramente es un fracaso y nuestros gobernantes no son tan necios y de tontos no tienen un pelo: ¿entonces qué pasa?

 

La pregunta saca ronchas si piensa usted que en 1992 el Producto Interno Bruto (PIB), rondaba los 8 billones de pesos y el año pasado ya arañamos los 14.5 billones; y así, ya  no se entiende nada: la población creció el 47%; el PIB creció el 81%… explíqueme por favor.

 

La explicación de brocha gorda es que no funciona el brutal sistema capitalista que se nos ha impuesto (neoliberalismo, libre mercado, como le quiera poner), pero decir eso sin proponer otro sistema, es crueldad mental, como decir a una señora del siglo XIX con 14 hijos que dejara al animal, bruto mal marido que tenía… bueno, sí, pero ¿y luego?

 

Por eso tal vez lo más prudente sea revisar qué se está haciendo mal para corregirlo en lo que alguien propone otro sistema económico con garantía de funcionamiento.

 

Lo primero que salta a la vista es que en México, la pobreza es un inmenso negocio para unos cuantos políticos que entre los pobres medran votos; y para contratistas y proveedores de una inagotable fuente de necesidades que permite encubrir -en la vastedad del territorio y la población pobre-, cualquier cantidad de triquiñuelas y fraudes.

 

Ojalá y calculen bien nuestros políticos hasta cuánto aguanta esto porque de repente se les va a voltear el chirrión por el palito.

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