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Historias del Mayab

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  • Menéndez, Esquivel, Manzanero y la nueva trova cubana

Juan Balboa me presentó en Tuxtla Gutiérrez con Mario Renato Menéndez, director de la revista radical Por Esto! En Chiapas gobernaba José Patrocinio González Blanco y Mario tenía el proyecto de iniciar un diario regional, que circulara en el sur-sureste del país. Sería la continuación de su revista.

Mario me invitó a colaborar en el diseño de su nuevo diario y partí a la blanca Mérida, me instaló en el mismo hotel en que se hospedaba y me sumó a los trabajos del diario que áun no circulaba. Llevaban meses de imprimirse diariamente sin aparecer a la luz pública. Cuando ví el ejemplar le dije con cierta pena: “El diseño está igual de feo que el de tu revista”. “Por eso te contraté”, me dijo con el ceño fruncido.

Eramos tres “diseñadores”. Un pintor salvadoreño, un chilango y yo. Mario sabía que, pese a que había prohibido que salieran ejemplares del diario Por Esto!, ya se le habían escapado algunos que terminaron en manos de sus contrarios que además eran sus familiares: Los Menéndez que dirigían el conservador Diario de Yucatán. La idea de Mario era que trabajaramos en secreto el nuevo diseño y que poco antes de salir a la circulación se implementara y así lograría sorprender a la competencia. Así lo hicimos.

Las jornadas eran extenuantes. Los “diseñadores” trabajabamos en el último piso de un bello y viejo edificio que albergaba al periódico. Salíamos tarde de trabajar, estresados y solíamos ir a una cafetería donde nos servían cerveza en tasas de café puesto que el gobierno municipal de Mérida, que encabezaba Ana Rosa Payán, había prohibido la venta del alcohol por las noches.

Poco a poco comencé a hacer amistades yucatecas, a aprender de sus trovadores y de las particularidades de la vida en la península. Supe que era una ofensa confundir a los yucatecos con campechanos y campechanos con yucatecos. Recuerdo que me sorprendieron tantas cosas que le confesé a un amigo dibujante: “Ahora entiendo porque son la hermana república de Yucatán”. Me contestó airado: “Hermana ¡no! somos la vecina república de Yucatán porque con ustedes no hay parentezco”.

Yo era muy joven, militaba en el nuevo Partido de la Revolución Democrática y me gustaba escuchar trova cubana, la que presumía por su “novedosa” manera de decir las cosas.

Cantaba a Pablo Milanés… / La prefiero compartida / antes que vaciar mi vida / no es perfecta más se acerca a lo que yo / simplemente soñe…

O a Silvio Rodríguez… / Ojalá por lo menos que me lleve la muerte / para no verte tanto, para no verte siempre / en todos los segundos, en todas las visiones / Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones…

Y los yucatecos me respondian con sus propios compositores:

Sergio Esquivel, por ejemplo… / Cómo es posible que tan linda como eres / te hayas venido a enamorar / de un tipo como yo / de un loco enamorado / que con tenerte a ti / tiene el mundo en sus manos / Qué le pide a la vida y nada mástu vida / Que se juega la suerte y nada más / por verte

De un tipo como yo / amante improvisado / que no sabe contar / que no tiene un centavo / que no puede ofrecerte más / que su cariño / que no quiere perderte / y siempre está contigo.

O Armando Manzanero: ¡Soy lo peor! / más no hagas caso de mi loco sentimiento / y mi mal comportamiento, no hagas caso, por favor / porque a la hora de extrañarte como un necio / un beso tuyo para mí, no tiene precio / y para amarte como así necesitarte / ¡Soy el mejor!

Y entonces entendía que la trova yucateca no le pedía nada a la cubana. Lo recuerdo ahora que fallecieron recientemente Manzanero y Esquivel.

Pd. 1.- Cuando Mario Renato Menéndez fue invitado a subirse volkswagen de Juan Balboa, para llevarlo del aeropuerto Llano San Juan a Tuxtla, se negó al principio. Quedó viendo fijamente al viejo automóvil y le advirtió a Juan: “No me he aplicado la vacuna antitetánica”.

Pd. 2.- El nuevo diseño del Diario Por Esto! efectivamente sorprendió a la competencia. Un día Mario nos convocó a los diseñadores y nos paró enfrente de todos los trabajadores yucatecos del diario. Palabras más, palabras menos, les dijo que todo lo que habían hecho por meses no servía. Les mostró el nuevo diseño y les anunció que al día siguiente salían a la opinión pública. Los diseñadores sorprendidos quisimos decirle que un día no era suficiente para implementar todo el diseño, pero Mario no nos escuchó. El resultado fue que el salvadoreño, el chilango y el chiapaneco, que era yo, pasamos en ese mismo instante a condición de enemigos de todo el resto de trabajadores del Por Esto! que nos hicieron la vida imposible. Todos renunciamos pronto, aunque yo fui el último.

Pd. 3.- Cuando le platiqué al caricaturista Eduardo del Río, Rius, de mis andares por la blanca Mérida, me dedicó un libro con las siguientes palabras: “Con un dejo de envidia para el prometedor colega (y más que eso), Enrique Alfaro, sobreviente de pilón de Mario Menéndez, con un saludote chiapanaco (momentáneo)”.

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