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En la Mira / Manuel Velasco y sus “hospitales cascarón”

En la Mira / Manuel Velasco y sus “hospitales cascarón”
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Héctor Estrada

El capricho de inaugurar un hospital “a medias” para hacer frente a la crisis mediática protagonizada hace unas semanas por las enfermeras del Hospital Rafael Pascacio Gamboa ha terminado por exponer a nivel nacional una práctica recurrente y una problemática casi generalizada dentro del aparato gubernamental de la entidad chiapaneca: la puesta en marcha de infraestructura médica u hospitalaria sin garantizar su operatividad plena a corto plazo.
Lo expuesto este martes por Animal Político y la periodista Denise Maerker es una realidad palpable, que consta y lastima a quienes diariamente acuden a estos complejos de salud pública en Chiapas. El ejemplo de lo sucedido con el Hospital General de Yajalón es la mayor muestra de prácticas políticas normalizadas, que distan mucho de los compromisos reales con la salud pública.
Desde el pasado 11 de mayo, tras la inauguración del hospital en aquel municipio, los reportes y denuncias sobre su inoperatividad comenzaron a incrementarse. Su irregular funcionamiento, sin cumplir al menos los horarios de medio tiempo y con la ausencia casi permanente de personal médico en la mayoría de sus áreas, se ha convertido en la constante durante su primer mes de operaciones.
Y es que el Hospital General de Yajalón no debió inaugurarse en esa fecha. Las autoridades del Gobierno de Chiapas estaban plenamente conscientes que aún faltaban importantes detalles para que pudiera operar al cien por ciento. Pero ganó el arrebato. La determinación de abrirlo así, aún con etapas por concluirse, respondió a la desesperación gubernamental para tratar contrarrestar al duro desprestigio que la huelga de enfermeras y las denuncias sobre el desabasto de medicamentos causaron al sistema de salud estatal.
Por eso la presencia aquí del Secretario de Salud, José Narro Robles, para acuerpar en medio de semejante crisis al gobernador de Chiapas, Manuel Velasco. Se trata finalmente de un personaje estrechamente ligado a la familia Velasco, que en más de una ocasión ha sido intermediario con el gobierno de Enrique Peña Nieto (EPN) para promover y beneficiar políticamente al gobernador chiapaneco. No ha sido gratuita su recurrente presencia en Chiapas como legitimador, representando a EPN en el último informe de gobierno de Velasco Coello o recibiendo condecoraciones como el Honoris Causa de la UNACH.
Las excusas expuestas por el Gobierno de Chiapas, mediante la Secretaría de Salud estatal, son inaceptables. Se trata de un hospital general que funciona desde su inauguración únicamente de tres a cuatro horas diarias. Según la propia Secretaría de Salud, ha atendido (con consultas) a un promedio de apenas 11 personas diariamente; sin la presencia aún de especialistas que puedan dar seguimiento a pacientes con cuadros clínicos de gravedad. Todo mientras la vieja clínica del municipio se mantiene abarrotada debido a su añeja saturación.
Lo que ha callado el Gobierno de Chiapas es que no existe presupuesto para contratar al total de la plantilla laboral de ese “hospital cascarón” y otros tantos en las mismas condiciones. Desde 2014 existen solicitudes formales del propio personal de salud para la contratación urgente de médicos y especialistas a fin de ocupar vacíos hospitalarios en clínicas como las de Yajalón. Sin embargo, a casi tres años no ha habido respuesta alguna.
El caso Yajalón no es asunto aislado y el problema generalizado es ya un tema de gravedad. Muestra de ello es que, justo un año de que concluya el actual gobierno de Manuel Velasco Coello, 31 clínicas y hospitales iniciados desde la administración de Juan Sabines Guerrero simplemente no han sido concluidos. Se trata de proyectos aletargados que en más de cuatro años y medio de administración sexenal no han podido iniciar tu total funcionamiento. Presupuestos cuyos tiempos de ejecución han sido reagendados una y otra vez bajo las más evidentes sospechas de irregularidades.
El caso Yajalón es sólo una muestra del carente compromiso con los servicios públicos, donde el derecho humano a la salud y la atención de calidad en la materia no son más importantes que el protagonismo político a la hora de engordar resultados gubernamentales. Por eso reconocer la crisis debería ser un acto de honestidad para enfrentar el problema, sin mentiras y eventos de relumbrón que insultan a quienes padecen semejantes deficiencias de atención médica en medio de desgastantes padecimientos físicos… así las cosas.

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