
* Ha declarado que aprovechará este espacio para “defender dignamente a los mexicanos, de aquí y del otro lado de la frontera”.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, confirmó que este lunes sostendrá una reunión bilateral con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante la cumbre del G7 que se celebra en Kananaskis, Canadá. Aunque México no forma parte del grupo de las principales economías industriales, fue invitado junto a otras naciones emergentes para participar en las discusiones sobre el futuro del orden global. Sheinbaum ha declarado que aprovechará este espacio para “defender dignamente a los mexicanos, de aquí y del otro lado de la frontera”.
La visita ocurre en un contexto particularmente tenso para la relación bilateral. En los últimos días, la Casa Blanca acusó a la mandataria mexicana de alentar las protestas que estallaron en varias ciudades estadounidenses tras las redadas migratorias. Las movilizaciones, en las que miles de personas han salido a las calles desde Los Ángeles hasta Nueva York, fueron desatadas por operativos del ICE que, en marzo y abril, alcanzaron niveles récord de detenciones. La presidenta ha negado cualquier vínculo con las protestas, aunque ha reiterado su apoyo a los migrantes y ha exigido respeto hacia ellos.
“Vamos con firmeza, con diálogo, buscando acuerdos para el bienestar de nuestras naciones”, dijo Sheinbaum durante un acto en Tlaxcala, donde reiteró que no permitirá que se use un discurso de odio contra los mexicanos. La reunión con Trump será la primera en persona desde que ambos asumieron sus cargos, aunque ya han sostenido varias conversaciones telefónicas sobre temas comerciales y de seguridad.
Uno de los puntos más delicados de la agenda será el nuevo impuesto del tres por ciento que estados republicanos están aplicando a las remesas enviadas por migrantes indocumentados. En 2024, este flujo representó más de 64 mil millones de dólares, cifra clave para la economía mexicana. Otro tema urgente es la posible reinstalación de aranceles a productos mexicanos como el acero, el aluminio y vehículos automotores, lo que ha afectado a sectores clave del norte del país.
A esto se suma el clima adverso en torno al T-MEC. Aunque la revisión formal está prevista hasta 2026, diversas medidas unilaterales de la administración Trump han debilitado su estructura. La imposición de condiciones diferenciadas para México y Canadá, así como la falta de resolución en disputas comerciales, han puesto en duda la continuidad del acuerdo como un bloque trilateral.
La participación de México en el G7 representa una oportunidad política crucial, aunque también plantea desafíos. Desde Canadá, el primer ministro Mark Carney ha dejado claro que su gobierno busca distanciarse de la hegemonía estadounidense y redefinir sus prioridades estratégicas, especialmente hacia Europa y Asia. México, en cambio, sigue dependiendo estrechamente de su relación con Washington y ve en esta cumbre una posibilidad para reequilibrar esa dinámica.
Frente al escenario global marcado por conflictos como la guerra en Ucrania, las tensiones en Asia y la crisis en Medio Oriente, Sheinbaum ha optado por un tono conciliador: “Cuando nos respetamos entre nosotros, somos más fuertes”. No obstante, el reto será traducir ese discurso en una política exterior sólida, más allá del simbolismo. En palabras de analistas, México necesita más que declaraciones para enfrentar los embates de la nueva era Trump. Necesita estrategia, alianzas y claridad.