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Así soy: le voy al Cruz Azul

Así soy: le voy al Cruz Azul
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Juan Carlos Cal y Mayor
El video que comienza a circular en redes sociales sobre Amlo a modo de reseña biográfica y dirigido por el productor Epigmenio Ibarra, es una joya. A falta de responder a los incognitos sobre su vida ante cualquier entrevista, el video lo pinta por si sólo, porque el se pinta sólo y mejor que nadie.
A confesión de parte, relevo de pruebas, se dice en el lenguaje jurídico. Porque la auto descripción a partir de su autenticidad nos permite esgrimir de los propios argumentos un punto de vista basado en dichas evidencias. Hay que agradecerle esa espontaneidad a Andrés Manuel porque me queda claro que el se siente satisfecho con el mensaje que quiere trasmitir.
El primer anuncio importante, que ya no es primicia sólo lo reafirma, es que si no se a va Palacio Nacional, se va su rancho en Palenque, cuyo nombre ya sabemos, y no es alegoría sino mera circunstancia. Pero luego dice que no, que no se ve ahí.
Después el productor Epigmenio Ibarra nos teletransporta a Tepetitán en el estado de Tabasco; una población de unos 1,500 habitantes donde el tiempo y mucho menos la prosperidad parecieron no transcurrir. Ahí en un estado ruinoso y de completo abandono, quizá por décadas, aparece lo que fue su casa. El de boca propia cuenta lo que fue el transcurrir de su infancia. Después nos lleva al sitio arqueológico de Palenque y evoca a la cultura de nuestros ancestros y el espíritu de los mexicanos que –dice- han sobrevivido a todo tipo de catástrofes, terremotos y también a los malos gobiernos.
Luego transcurre en lo que fue su vida de estudiante en los pasillos de la UNAM donde cuenta que fue un milagro que estudiara dadas la circunstancias adversas de un estudiante que tuvo que sobrevivir en la casa del estudiante de Tabasco, una estancia para jóvenes de escasos recursos. Y si, fue un milagro no sólo que estudiara sino que lograra titularse 16 años después como muchos de los jóvenes de esa época a los que endilgaron el sobre nombre de fósiles.
Declarado “pellicerista” en alusión al gran poeta Carlos Pellicer, evoca sus tiempos en su primer trabajo donde fue Delegado del Instituto Nacional Indigenista. Carlos Pellicer llego al senado y Andrés Manuel apoyo la campaña de Enrique González Pedrero un político con dotes intelectuales que trascendieron más que su vida política.
De sus juventudes priístas vino la escisión al mismo tiempo de Cuauhtémoc  Cárdenas y Muñoz Ledo, no sin antes encabezar las protestas contra Pemex que lo volvieron noticia a nivel nacional por lo que después buscó la gubernatura de Tabasco por las siglas del recién fundado Partido de la Revolución Democrática.
De esos tiempos, Amlo no habla, salvo que evoca a una vocación pacifista en su discurso argumetado respecto de que en su causa no ha habido un solo cristal roto, ni un muerto, aunque en el PRD durante ese trance, cuentan otras historias de persecución, asesinatos y presos políticos. En su discurso mandelista se disocia de todo movimiento social, como el del magisterio por citar un ejemplo, y un sinnúmero de reclamos sociales afines a su causa a lo largo de estos años donde la protesta social ha llegado los límites de la confrontación. Ahí esta el caso de los 43 de Ayotzinapa del que resultó sindicado un alcalde perredista, de cuando Amlo presidía ese partido, asunto que catafixiaron por un crimen de estado. Todos esos agravios a los que alude precisamente para justificar la necesidad de un cambio radical.
Al final llega lo mejor; nos lleva a su casa, donde se aprecia una vivienda de interés medio alto, con sendas viandas para un almuerzo propias de ese nivel socioeconómico. Y nos presenta a sus hijos. Los tres del primer matrimonio (su primera esposa falleció) y un adolescente que, se autoconfieza americanista. ¿Cómo lo ven? le va al América, dice Amlo,  y el joven (todo espontaneo) lo reafirma ante la mueca inconforme de uno de sus hermanos, como diciendo “la cag..ste”. En una escena final, el adolescente refirma, Sí le voy al América.
El hecho no deja ser importante por insignificante que parezca. ¿Qué pasa en una familia como esa, si le voy al América, lo cual es un subproducto del régimen neoliberal y opresor, la mafia del poder? ¿Qué pasa si López Obrador llega a la presidencia con un ¿35? por ciento de los votos y otro 65% no votamos por él? Le pregunto a sus seguidores: ¿Porqué los que no coincidimos con él, tenemos que ser victimas de injurias, ofensas y agresiones? ¿Cómo se llama eso? ¿Tenemos derecho a diferir, a estar equivocados, a vivir en el error?
Ya lo vivimos con el hermano de Amlo con las elecciones en Veracruz por apoyar al Yunes priísta. “Ese no es mi hermano” dijo Amlo. Bajo esas perspectivas, me pregunto. ¿Para donde va el país? Para donde vamos?
Aunque parezca masoquismo en mi caso le voy al Cruz Azul y por si faltaba más soy panista. Es una libre elección producto de mi convicción. Esa libertad no es una concesión, es un derecho garantizado por la Constitución. Pero el respeto a esa garantía no existe en la mente de quienes se suman a la cultura del odio y la polarización. Añoran un país donde una primera mayoría que coincide con esa visión fundamentalista –al menos por ahora- pretende imponer su visión a dos terceras partes de los electores. Es la mueca de hermano a hermano que se aprecia en el video de Amlo. Véanlo, júzguenlo por ustedes mismos…

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