
Guillermo Ochoa-Montalvo
Querida Ana Karen,
Tienes mucha razón con todo lo que dices, Guillermo; pero ¿sabes?, te contaré un poco para que entiendas por qué a veces soy así, .esta es mi verdadera historia…., me dijo María Soledad a esta edad en donde la poesía deja la huella de siete décadas vividas con intensidad.
Hablemos de ti, de tus amores y tu obra; tenemos todos el tiempo para hacerlo, le dije a mi María, como suelo llamarla desde hace casi 20 años de amistad.
Platiquemos con la promesa de que algún día lo publicarás, me respondió. Y así, inició.
La vida me dio todo y en otras ocasiones también, me dejó sin nada. Tuve un infancia carente de cariño de parte de mi madre y de un gran amor silencioso de parte de mi padre. A mi padre se le rebalsaba el amor por mí, mas lo tenía que ocultar debido a los celos de su mujer. La muerte de mi madre, me permitió acercarme a él; pero la muerte de mi padre, me provocó una grave enfermedad.
Huérfana de ese amor del amor de una madre crecí pensando que me odiaba. Estoy segura que esa situación detonó mi sensibilidad al analizarla desde mi alma al llorar desde mi cama observando como mis hermanos recibían el cariño que a mí, me era negado. Eso te marca la vida de por vida; mas yo sentí que mi sensibilidad, esa que algunos me elogian hoy día, me mutilo, me dejó coja y al cambiar el rumbo de mis afectos, de mis ilusiones hizo nacer la poesía como un refugio seguro.
Mi vida afectiva, emocional, pasional, fraternal, tuvo sus giros creando a una mujer que aparenta seguridad sin tenerla y consecuencia de ello, me aferre desde muy joven a amores de personas mayores buscando… buscando… buscando al padre que se me había robado
Aprendí a aferrarme a los amores dejando todo, rompiendo esquemas familiares, cortando vínculos, dando todo en pos del amor. Bastaba con escuchar palabras dulces para sentirme mimada. Al final,bloquee esa parte de mi vida y no más.. no más…hasta siempre, no más.
El amor mas grande me abandonó dejándome en la orfandad nuevamente. Yo tenía 23 años y él 46. Fue de esos amores que te llevan a los cielos, te hacen pasear por el mundo a través de sus ojos. Yo paseaba ciega, no había nada más importante en mi vida que él; fue así como dejé mi casa y a mi padre quien no se cansaba de advertirme: .“hija, ese hombre te hará daño más pronto que lejos aléjate” . Pero mi espíritu rebelde respondía, “padre lo amo y no lo dejaré ni por ti ni por nadie” el respondió muy duramente “creí tener una hija inteligente pero no lo eres para dolor mío y desdicha tuya “
Ya vivía sola desde los 19 años. Me mudé a un departamento a una cuadra del de mi padre con una amiga. Trabajaba de secretaria de un corredor de propiedades amigo de mi padre. El salario era muy bueno y pronto, me convertí en jefa de la oficina. Yo sabia a diario de mi padre pero sus palabras me retumbaban a diario: ”Hija, no quiero que vengas ni me llames más; no quiero ser testigo al ver cómo te harán pedazos el corazón “ Entonces le respondí “ No me veras echa pedazo porque si he de estar así un día no lo sabrás”. Cada vez que me topaba con él, lo miraba con disimulo pues no quería importunarlo. El amor por mi padre jamás murió en mí, ni en la distancia, ni con su frialdad ni con el abandono que ya te conté.
En esos tres años, mi amado, jamás vivió conmigo. Me demostraba amor en todas sus actitudes; quizá un amor fingido o quizá, a su manera como decimos cuando queremos justificar un amor inexistente o que no cumple nuestras expectativas , pues yo hice lo mismo.
Yo lo amaba desde mi alma; desde mi juventud inexperta, desde la lealtad misma, desde jugarme todo por él al grado de desafiar a mi padre.
Ahora también lo entiendo. Él quería una mujer joven, feliz, llena de vida, entretenida. El quería mi juventud. La disfrutaba, la necesitaba para sentirse joven y porque no decirlo todos sus amigos lo admiraban por tener una muchacha tan joven y tan enamorada eso le subía los bonos, obvio.
Déjame servir un pisco y un vino para continuar.
¡Bueno!, transcurrieron dos años desde que me aleje de mi padre. Lo más fuerte es lo que viene ahora.
Con mi amado viaje por Chile. Conocí los mejores lugares Chile; comí las cosas mas sofisticadas; recibí las rosas, me sentí admirada a pesar de mi poca edad. Sus palabras me encandilaban y yo, me las creía
Guillermo, ¿crees que históricamente las mujeres caemos en ese error? Pero, ¿qué podemos hacer? seguir creyendo, no hay formula para esto. Así aprendemos en “ Prueba y error “ en carne propia, porque jamás ha servido la experiencia ajena.
Bueno me extendí un poco para no hacerlo con los detalles que te podrás imaginar, existen muchos en tres años. Al final, sucedió lo inesperado. Siendo sincera, él siempre me dijo, “María Soledad HIJOS NO”. Él ya tenía bastantes con sus 8 matrimonios y en silencio, le respondía; “Cómo que hijos no. Soy joven y una siempre quiere tener los hijos del hombre que ama”. Bueno, no se lo dije, porque con esa regla o cualquiera otra habría estado con el sin condición… así es el amor.
Bueno, durante eso 3 años de amantes, que es lo que éramos, yo vivía feliz, hasta que un día, a pesar de cuidarme, quedé embarazada. Me asusté profundamente Dos semanas más tarde, acudí al Ginecólogoquien lo confirmó. El al notarlo, me dijo sin preámbulos, “Maria Soledad, estás embarazada”. Asustada me sentí niña por primera vez, frente a él. “Tengo 5 semanas”, le dije. Él se tomó la cabeza con las manos, se sentó y permaneció callado durante largos minutos. “¡Bueno!, qué le vamos hacer!
Para mi tener un hijo suyo no constituía ningún problema. Yo amaba a ese hijo desde que me lo dijo el ginecólogo. Entonces, se levantó diciendo, “Me voy; mañana regreso y lo hablamos”. “Como quieras te espero mañana”, le di un beso en la frente, su silencio se me hizo eterno. Cerré la puerta y caminé a la terraza para mirarlo partir
Al ver su auto desaparecer, lloré muchísimo. Por la noche del siguiente día me dijo, “Venga, vamos a conversar” me sentí pequeña. “Siempre dije HIJOS NO, ¿verdad?. Sí, le respondí. Él continuó diciendo, “hay dos alternativas”, en ese instante sentí un sudor interno, las manos helada, me sentí palidecer a punto de desmatarme. “Elige, debes hacerte un aborto o de no hacerlo y mantenerte en la idea de tenerlo,se termina lo nuestro “
Enmudecí se me seco la garganta el hombre que yo amaba con el que había compartido tres años de mi vida con el que me había echo mujer ,con el que había disfrutado el amor en plenitud ,el que me decía que me amaba a diario , el que me mimaba el que me hacia sentir reina, me colocaba en un dilema. Sin ninguna lágrima de por medio, el rey se convirtió en sapo y le dije así “ PUES HAZME EL FAVOR DE RETIRARTE SI TENGO QUE ESCOGER ENTRE TU Y MI HIJO PUES ESCOJO MI HIJO TE PUEDES IR (parecía texto de película peor era real me estaba sucediendo a mi )“ confieso que por dentro gritaba que no se fuera lo amaba , me costaba pensar que me estuviera dando esas alternativas pero que va así era, se paro y se fue sin mirar atrás y no volvió nunca más… nunca más …
Paremos aquí la conversación. Seguiremos mañana, Por hoy es demasiado.
Continuará.
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