Héctor Estrada
El endeble pacto con el que sostiene actualmente la alianza entre el Partido Verde Ecologista de México y Morena en Chiapas se mantiene en la cuerda floja debido a la insistencia del Manuel Velasco y sus operadores locales dentro del PVEM para imponer sus candidaturas, incluso a costa de los acuerdos de unidad que se habían garantizado.
El desencuentro que hoy vive la alianza tuvo su punto de quiebre desde la definición de las coordinaciones estatales en noviembre pasado. Las apuestas de Velasco Coello y el Verde para retornar al gobierno de Chiapas se habían depositado en la figura de Sasil de León Villard quien, aseguraba, contaba ya con todas las voluntades a favor para quedarse con la candidatura. Pero la historia de esa noche fue otra.
Desde entonces la rebeldía de los intereses velasquistas en Chiapas comenzó su boicot. Sasil de León no sólo evitó mostrar respaldo inmediato a los resultados, sino, además, junto a su padrino y jefe político se encargó de orquestar un boicot a la alianza y el nuevo coordinador, cuyo conflicto alcanzó su primer clímax a finales de enero cuando Sasil presentó licencia a su cargo como Senadora en los tiempos previstos por la ley para contender al gobierno de Chiapas.
El tenso episodio terminó con el abrupto retorno de Sasil al Senado y un muy forzado mensaje de Velasco en respaldo a Eduardo Ramírez. Sin embargo, la rebelión silenciosa del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y los principales operadores de Manuel en Chiapas sigue complicando las cosas al interior de la alianza morenistas.
Mas allá de los mensajes de aparente cordialidad en redes sociales, lo cierto es que todavía el ex gobernador chiapaneco se niega a perder el control político-electoral en Chiapas. Había vendido a la cúpula nacional morenista la idea de que su partido tenía los números para decidir la candidatura en Chiapas y quedarse con muchos de los espacios más codiciados. No obstante, las circunstancias se han vuelto adversas.
Por eso la insistente operación mañosa para dividir a la alianza en torno a candidaturas que ya tenían acuerdos nacionales… Para abrir en Chiapas un frente electoral alterno por si el presidente pudiera cambiar de opinión, o simplemente para presionar que la coordinación le entregue el resto de las candidaturas más importantes, Velasco parece estar dispuesto ejecutar un boicot interno y apretar las tuercas que sean necesarias.
Así es como, en el caso de Chiapas, todo parece indicar que actualmente el principal enemigo para la candidatura morenista local juega sigilosamente dentro de la misma alianza. Y es que, aquí los ataques al precandidato no han tenido que emanar desde la oposición. Ha sido desde el aliando fingido, vestido de verde, donde se han gestado los mayores ataques de denostación y resistencia para dificultar los acuerdos.
Ahora la complicación apunta a la definición de candidaturas al Senado. La resolución de las autoridades electorales para obligar a los partidos o alianzas a postular en entidades como Chiapas (con más de 30% de población indígena) al menos a un candidato realmente indígena en sus fórmulas al Senado tiene preocupado a más de uno.
La obstinación de Velasco para imponer a sus alfiles en la cabeza de las fórmulas apunta a complicar todavía más la situación sí desde la coordinación morenista no se imponen las condiciones para poner en cintura a los intereses desatados de un ex gobernador verde que se resiste a sacar los “tentáculos” insaciables de Chiapas… así las cosas.
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