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Parches / La Feria

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Sr. López

Tío Daniel tuvo 30 años el mismo coche, de los que estuvo descompuesto, la mitad del tiempo. El carro era todo parches, carrocería, vestiduras, cristales y el motor era un prodigio produciendo humo. Alcanzaba los 40 km por hora y el volante como que se trababa. “Son detalles”, decía el tío y no había manera de que lo cambiara. La cosa se resolvió cuando su esposa, tía Elena, se puso de acuerdo con tío Armando, su hermano, que se lo llevó con una grúa al deshuesadero, una vez que ellos fueron al cine. Tío Daniel casi se pone de luto pero estrenaron coche. A grandes males…

¿Todo está mal en México?, no, hay muchas cosas que están bien y para muestra, un botón, ayer el Fondo Monetario Internacional (FMI), informó que con cifras al 4 de diciembre de este año, nuestro país es una de las 20 mejores economías del mundo, colocándonos en el lugar número 12, arriba de Corea del Sur, Australia y España; segunda economía de Latinoamérica (superada solo por Brasil), y tercera de toda América (sumando a Brasil, los EUA -que sigue siendo la primera del mundo-, y Canadá). No es poco y el motor de esto son las exportaciones o sea, la iniciativa privada, los empresarios, por cierto.

Lo anterior no borra la enorme pobreza que campea en el país ni que el presente sexenio es un sexenio perdido en cuanto a crecimiento, destacando el pésimo manejo del gobierno federal de la pandemia del Covid 19, que agravó sus consecuencias sobre la economía. Ya ni modo.

Otra cosa de la que podemos estar orgullosos es de algunas individualidades de nuestras artes plásticas, literatura, música, cine, etc., en el tiempo que llevamos siendo independientes, junto con el riquísimo legado de cuando fuimos virreinato de la Nueva España (sor Juana no se olvida). Pero individualidades en estos dos siglos de ser México, cosa agravada en este sexenio, pues como dijo Elena Poniatowska (octubre 14 de 2022, Feria Internacional del Libro 2022, Monterrey, Nuevo León), “el gobierno de la cuarta transformación no ha hecho nada de lo que esperaba por la cultura”. Exactamente eso ha hecho: nada.

Y eso no se puede negar, aunque el Presidente, en su tercer informe, haya dicho: “para nosotros la historia, como diría Cicerón, es la maestra de la vida, las culturas heredadas de nuestras grandes civilizaciones han sido siempre nuestra salvación, las culturas siempre nos han salvado ante agresiones, huracanes, temblores, inundaciones, incendios, sequías, epidemias, malos gobiernos, saqueos y otras desgracias”.

¡Vaya!, aparte de que ahora resulta que las culturas prehispánicas son la panacea que  arregla todos los problemas del país (Acapulco, se aceptan reclamaciones), encima, nos tenemos que tragar que el Presidente leyó el ‘De oratore’ de Cicerón, en la parte que dice: Historia vero testis temporum, lux veritatis, vita memoriae, magistra vitae (…). Y no, eso sí que no, primero creer que es el redentor patrio, que camina sobre las aguas, a imaginarlo leyendo a don Marco Tulio en esa obra suya publicada en el año 55 antes de Cristo. Maldad de los que le escriben lo que lee, burla fina. Y el peladaje creyendo que Cicerón es un maestro de la CNTE, porque no tienen el gusto.

Y ya en estas (total, no tiene usted prisa, ¿verdad?), no dejemos pasar que el lunes pasado en su gustado programa matutino de variedades, el Presidente dijo que “México es la primera potencia cultural del mundo”… y tal vez sospechando -agudo que es el señor-, que había exagerado un poquitín, agregó: “no hay otro país (…) puede ser China, puede ser la India, algunos otros (…)”. Generoso, “puede ser China, puede ser la India”.

Pero como no está acostumbrado a ceder en nada, sin tomar aire, se siguió de frente y sin retoque: “pero la diversidad cultural de México, que tenga 60 culturas, etnias en el país, es un mosaico cultural y que se hayan heredado tradiciones y costumbres de grandes civilizaciones milenarias, de gran desarrollo científico, astronómico, matemático en todos los órdenes, entonces eso no se tiene en otras partes”. ¡Ajúa!

El gran desarrollo cultural de las culturas prehispánicas, “no se tiene en otras partes”. ¡Caramba!, cuando los tlaxcaltecas y Hernán Cortés, derrotaron a los de Cartel Náhuatl Nueva Generación (los aztecas, pues), Europa ya había parido a Platón, Aristóteles, Tomás de Aquino y el Derecho Romano, había construido catedrales góticas y ya estaba en el Renacimiento (da Vinci, Miguel Ángel, Rafael, Dante Alighieri, Vasari, Durero, Botticelli, Cervantes, Lope de Vega, el Greco)… y acá… hacían sacrificios humanos y comían gente (diario, ahí busque por su cuenta en el Códice Florentino, la receta original del pozole, con carne humana).

Solo por no abusar, no solicitaremos información sobre los avances “científicos y en todos los órdenes” de las tribus que habitaban este continente, que eso eran, tribus de antropófagos con una cultura rica respecto de su inmenso atraso, porque no se les ocurrió inventar un alfabeto, ni la rueda y seguimos a la espera de algún hallazgo de filósofos de taparrabos, que si fuera cierta esa superioridad indígena, los aztecas hubieran conquistado Europa y en el mundo, el pulque se vendería más que el whisky.

Bueno, como sea, México antes que nada, necesita implantar medidas que saquen a la educación pública del pantano en que está. Y al mismo tiempo, una sólida política cultural de Estado (y científica y tecnológica), que fomente la inversión privada en esos rubros para tener alguna de nuestras universidades entre las mejores del mundo (la UNAM es la número 93 y es la mejor que tenemos); invertir en serio en bibliotecas, editoriales, orquestas, compañías de teatro y danza, escuelas de artes, música y museos. La educación, la cultura, las artes, la ciencia, la tecnología, son demasiado importantes para dejarlas en manos del gobierno de turno.

¡Ah!… pero primero lo primero: recuperar la seguridad y regresar a la delincuencia a donde nunca debió salir, los albañales, oculta y temerosa de la ley. Sin eso, todo son parches.

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