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CARTA A MARIANA, CON UN LIBRO / ARENILLA

CARTA A MARIANA, CON UN LIBRO / ARENILLA
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Querida Mariana: la gente toma años sabáticos. Yo, dos veces al año, tomo domingos sabáticos. En casa avisé que no estaba para nadie, pintaría, hace rato que no pinto. Mi Paty, a las nueve, dijo que la acompañara al supermercado. Bien, dije, media hora no altera mi decisión. Fuimos caminando. Al regreso recibí una llamada. Ornán Gómez dijo que estaba frente a la casa, que traía el libro que le encargué. Su más reciente libro. Salí, le pagué el costo, nos tomamos la fotografía del recuerdo y se fue. Antes le dije que así se hace patria, trabajando en domingo, pero luego me arrepentí de lo dicho. Yo había jurado que este domingo pintaría y nada más. Pero (ah, el vicio) abrí el libro de Ornán (“Derrumbes”) y dije que leería el primer texto de los diez que lo componen. Bien, dije a las diez, media hora no altera mi decisión.
Y acá me tenés, lamentando la visita de Ornán. ¿Por qué no vino el sábado o el lunes? No, tenía que joder mi plan de domingo sabático. Ya no pinté. Leí el primer texto. Que es el más largo. Dejé el libro y saqué las pinturas, pero el libro había quedado frente a mí. Pensé, igual que alcohólico anónimo: el último, el caminero ¡y ya! Pero en cuanto terminé dije que leería el siguiente. No es tan largo. Al rato no supe de mí, olvidé lo del domingo sabático. Ya estaba con el libro de Ornán. ¿Con botana o sin botana?, me preguntó el mesero imaginario. Nada de botana, le dije, servilo así ¡puro! Y así me fui bebiendo cada texto del libro de Ornán.
El tal Ornán me jodió mi domingo sabático. Ahora será hasta diciembre (si Dios lo permite) que se repita la decisión de domingo sabático. Ornán no es culpable, en realidad. Como dice la canción del Puma “culpable soy yo”. Bien pude hacerme tacuatz a la hora de la llamada de Ornán. Yo sabía el motivo por el que estaba frente a la casa. Si no le hubiera respondido sólo me habría quedado un ligero sentimiento de culpa: Alejandro, hiciste que Ornán gastara su tiempo y la gasolina del auto, pero con ello habría alcanzado mi ideal de pintar sin interrupción.
Tal vez no me hice tacuatz porque deseaba, muy en lo íntimo, que Ornán jodiera mi domingo sabático. La promesa de entrega fue para el domingo, yo sabía que él cumpliría ¡y cumplió! Tal vez sí deseaba que me entregara su libro más reciente. Sabés que soy un snob. Cuando me entero quién ganó el Premio Nobel de Literatura, de inmediato acudo a una librería (real o virtual) para adquirir algún libro del laureado. Algo similar me ocurre cuando me entero de nuevas producciones de escritores chiapanecos. Es parte de mi trabajo, lo sabés. En cuanto me enteré de la aparición del nuevo libro de Ornán le llamé por teléfono y le dije que me apartara uno. Disfruto los textos que comparte en redes sociales. Ornán es un autor disciplinado. No obstante todos los oficios que le impiden dedicarse de manera total a la escritura, se hace huecos para la creación.
Pienso que su disciplina es parte visible de su carácter. Él trabaja en una escuela por la zona de Los Lagos. ¿Sabés cómo llega a su centro de trabajo? ¡En bicicleta! ¡La gran flauta! Se levanta a las cuatro de la madrugada, se prepara, saca la bici, trepa y pedalea sin descanso. Llega, se echa un baño y, fresco, lleno de vida, imparte conocimientos con el grupo de chicos y chicas. ¿De regreso? Igual, querida niña. Todos los días pedalea más de cien kilómetros. ¡Cien kilómetros! Yo sólo lo escribo y ya me siento cansado.
En fin, lo que quiero decir es que mi domingo sabático cambió su vocación. ¡Qué joda! Aunque si lo pienso bien, el resultado casi fue tan satisfactorio, tan lleno de vida, como es el viaje que todos los días realiza Ornán. Mi domingo sabático fue un gran viaje, lleno de aire, con los textos escritos por mi amigo escritor. Ya comenté con vos la lectura del libro “La ciudad me pudrió el alma”, que le publicó Coneculta, en 2021. Este libro reciente (“Derrumbes”) fue publicado en los talleres gráficos de www.bookdepot.com, llama mi atención que “su tiraje es sobre demanda”. Ah, genial propuesta para estos tiempos. La edición es muy digna.
Posdata: ¿pintar? Naranjas de Chicomuselo. Me pinté un violín, pero con notas muy agradables. Sabés que no presto mis libros. Si querés leer el libro de Ornán ponete en contacto con él.
¡Tzatz Comitán!

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