Sr. López
De manera nunca explicada, tía Carlota descubrió que su hija Olga había regresado de un “mandado”, sin calzones. No estamos hablando de una de las primasde Autlán -en extremo aficionadas a la práctica no regulada de la gimnasia rítmica en pareja-, no, sino de las toluqueñas, católicas “100% proof”, por lo que la bronca fue histórica, tanto, que llegó a oídos de la tía Beatriz (cuyo cociente de inteligencia era similar al de una quesadilla de sesos bien frita), quien soltó una de sus desesperantes frases: -Hay que oír la versión de Olguita… luego las cosas no son lo que parecen -sólo ella.
Irremediablemente el asesinato de dos sacerdotes jesuitas en Chihuahua, llegó ayer a la conferencia madrugadora presidencial. Aunque sea molesto es real que hasta entre cadáveres hay clases; no es lo mismo el fiambre de uno de nosotros los del peladaje, que el de un presbítero de la justamente respetada Compañía de Jesús, orden religiosa a la cualpertenece el actual papa Francisco, por cierto.
Dijo el Presidente: “Primero, reiterar nuestro pésame por la muerte de los jesuitas y dar respuesta al mensaje del Papa Francisco que aún en situación muy difícil y dolorosa escribe un mensaje, lamentando la situación de violencia en México, pero al mismo tiempo subrayando de que no es la violencia el camino para conseguir la paz”.
No, no dijo eso el Papa en su mensaje, sino:
“¡Cuántos asesinatos en México! Estoy cerca con afecto y oración a la comunidad católica afectada por esta tragedia. Una vez más, repito que la violencia no resuelve los problemas, sino que aumenta el sufrimiento innecesario”.
Malamente el Papa podría referirse como “violencia” a la preservación de la seguridad pública. Muy errado estaría si confundiera la aplicación de la ley con aumentar el sufrimiento innecesario.
Tuerce el Presidente las palabras del Papa y afirma que subrayó: “no es la violencia el camino para conseguir la paz”. No, ni mencionó nada sobre conseguir la paz, repitió que la violencia (que es la que ejercen los criminales), no resuelve problemas y hace sufrir innecesariamente.
El Presidente intenta validar su estrategia de “abrazos no balazos”, leyendo como le acomoda el mensaje papal, insistiendo en que “el mal no se combate con el mal”, lo que deja claro que el Presidente confunde el uso legítimo de la fuerza por parte del Estado, con la violencia criminal de los asesinos, pone ambas cosas tan distintas en el mismo plano y concluye que es mala la violencia y es malo combatirla. Los delincuentes están de fiesta en este sexenio… y se nota.
Nadie en su sano juicio espera ni desea que nuestro gobierno dé inicio a una guerra sucia, a operaciones de exterminio, a mandar tropas a arrasar con nadie en ninguna parte del territorio y justo es decirlo, no se ha hecho nada de eso desde 2006, pero a los balazos se responde con balazos, por supuesto, que no hay manera diferente de tratar con esos cuasi ejércitos irregulares de los cárteles mexicanos.
La opción de una “paz” unilateral e incondicional por parte del gobierno, se llama rendición, ni siquiera es capitulación, porque al capitular, se hacen acuerdos entre las partes en conflicto, para restablecer la paz cumpliendo condiciones todos los que participan en ellos. Lo que estamos presenciando ahora, es la rendición del Estado mexicano, suponiendo el Presidente que eso disminuiría los actos delincuenciales y el ritmo fatal de asesinatos; sucedió lo contrario: la violencia ha aumentado a cifras no vistas desde la Guerra Cristera, último gran conflicto armado en nuestra historia.
Ayer la Conferencia del Episcopado Mexicano, emitió un comunicado aclarando, sin decirlo, el sentido de las palabras del Papa y plantándole cara, también sin decirlo, al presidente de México; cito:
“(…) El crimen se ha extendido por todas partes trastocando la vida cotidiana de toda la sociedad (…) y, lo más grave, ha llegado a manifestarse con niveles de crueldad inhumana en ejecuciones y masacres que han hecho de nuestro país uno de los lugares más inseguros y violentos del mundo. (…) ¡Cuántos asesinatos en México! Ha expresado con dolor el Papa Francisco (…) ¡Cuánta maldad y desorden social! expresamos nosotros como obispos mexicanos.
(…) hacemos un llamado al Gobierno Federal y a los distintos niveles de autoridades, en consonancia con el pronunciamiento que se ha realizado desde el Senado de la República: es tiempo de revisar las estrategias de seguridad que están fracasando. Es tiempo de escuchar a la ciudadanía (…) a los cuerpos policiacos maltratados por el crimen. Es tiempo de escuchar a los académicos e investigadores, a las denuncias de los medios de comunicación, a todas las fuerzas políticas, a la sociedad civil y a las asociaciones religiosas. Creemos que no es útil negar la realidad y tampoco culpar a tiempos pasados de lo que nos toca resolver ahora. Escucharnos no hace débil a nadie, al contrario, nos fortalece como Nación.
(…) hacemos un respetuoso llamado a nuestras autoridades políticas a convocar a un diálogo nacional para emprender acciones inteligentes e integrales con el fin de alcanzar la paz mediante una participación conjunta”. (Fin de la larga cita, disculpe usted).
Este llamado de la jerarquía católica no puede desdeñarse con el recurso de los “otros datos”, ni se va a diluir con interpretaciones interesadas, puntadas ni ocurrencias.
El cargo de Presidente de la república no implica que el Ejecutivo sea la única voz, el alfa y omega nacional, dueño absoluto de la verdad. La terca reiteración del Presidente de que va a seguir con “la estrategia”, lo pone en ridículo y anuncia más violencia y más crimen. “Abrazos, no balazos”, es la burla nacional.
Y no va a cambiar, se aferra a su dicho sin miedo al ridículo por su visión política del asunto, sin considerar la consecuencia social de sus decisiones.
La inseguridad será la más gravosa herencia que recibirá quien lo suceda, este es un sexenio de sangre, la peor sangre, la sangre desperdiciada en el altar del Yo Supremo.