
Guillermo Ochoa-Montalvo
Querida Ana Karen,
Ojerosa, cansada y con ilusiones, así observé a Elvira Hernández corriendo de un lado a otros sin perder la sonrisa, pero cargando con el estrés y el nerviosismo típico de los profesionales afinando, tras bambalinas, hasta el último detalle para ofrecer una espléndida puesta en escena de la obra “PROHIBIDO SUICIDARSE EN PRIMAVERA” del dramaturgo Alejandro Casona (1903-1965); adaptada a esta época por Elvira quien también la dirige. La obra se estrenó en 1937 y hace como 30 años, se presentó en el Teatro de la Ciudad Juchavín de Comitán.
Detrás de bambalinas imaginaba a los actores sonrientes y nerviosos ajustando su vestuario, maquillándose y seguramente, algunos practicaban esas líneas difíciles de memorizar. Las comidillas en los camerinos en ocasiones, resultan propicias para escribir un nuevo parlamento sobe la obra misma.
A la primera llamada, el teatro se encontraba a la tercera parte de ocupación; nada extraño acostumbrados a la impuntualidad mexicana. El boleto costó únicamente cincuenta pesos, una cantidad módica comparada con los precios en cualquier otro teatro del país donde las entradas más baratas cuestan 250 pesos. Sin embargo, para la segunda llamada las butacas empezaban a llenarse; yo creo que todas la obras deberían cobrarse porque en una sociedad capitalista la gente piensa que lo que no cuesta, no vale y es así como cuesta trabajo llenar los abundantes espacios culturales de Comitán gracias a esa gratuidad que no reconoce que los artistas también comen. No sólo de aplausos se vive.
La voz de Elvira se escuchó anunciando la tercera llamada abriéndose el telón. El público aplaudió la puntualidad; las cámaras de los móviles, empezaron disparar para llevarse un trocito de la obra. Familiares, amistades y adictos al teatro guardaron silencio. La obra iniciaba.
Observo una escenografía bastante significativa y perfectamente diseñada en sus elementos. Alcanzo a sentir el viento de la montaña desde ese vestíbulo de hotel del Hogar del Suicida del doctor Ariel; en las paredes se aprecian óleos de suicidas famosos reproduciendo las escenas de su muerte: Sócrates Cleopatra, Séneca, Larra. Sobre un arco, tallados en piedra, los versos de Santa Teresa: «Ven, Muerte, tan escondida —que no te sienta venir— porque el placer de morir —no me vuelva a dar la vida>.
Aparece en escena Lety Ogando en su papel de doctora y directora del Hogar del Suicida con su ayudante interpretada por Karla Ruvalcaba.
La voz de Lety Ogando se escucha pasando lista de los huéspedes que por diferentes motivos acuden a suicidarse asistidos por la doctora: “Desengaños de amor, 8. Pelagra, 2. Vidas sin rumbo, 4. Catástrofe económica… cocaína… ¿No tenemos ningún caso nuevo?”.
En ese instante pienso en todas las motivaciones que puede tener una personas para pensar en el suicidio. Pienso en la visión del suicidio en Camus, Schopenhauer, Hume, Freud, Mainlander,. Pienso en la frase “la muerte es destino” de Cesare Pavese, e incluso en Sabines cuando escribe: “Cuando tengas ganas de morirte no alborotes tanto: muérete y ya”.
Los personajes desfilan en el escenario: La doctora Directora (Lety Ogando); La Asistente (Karla Ruvalcaba); Fernando: (Pablo Padrón) un alegre reportero que al salir de vacaciones con su novia Chole, se pierden en el camino y terminan en la clínica por error; se interesan en esta conforme la van conociendo y toman un trabajo en ella temporalmente. Es el hermano de Juan. Chole (Daniel Mijangos) Una entusiasta reportera y novia de Fernando. Juan (Erick Ruiz) es el hermano de Fernando y eterno enamorado de Chole, a quien la vida siempre le ha tratado mal y vive en eterna melancolía por no haber conseguido lo que se proponía, razón por la que acude a la clínica para suicidarse (para no matar a su hermano)sin saber que se encontraría con su hermano.
Alicia: (Keny González) Una muchacha pobre y asustadiza quien llega por casualidad a la clínica, al tener una conversación con el Doctor Roda decide quedarse a trabajar como enfermera. Cora Yako es Aura Victoria: Una cantante de ópera que aparece de improvisto en la clínica para solicitar un servicio propagandista (con base en su experiencia con suicidas) para impulsar aún más su carrera. Encuentra el amor con El Amante Imaginario al conocerle más a fondo. El Amante Imaginario: (Carlos Gómez) Un muchacho joven, ex empleado en un banco quien prefiere mantener su identidad en el anonimato y que sufre desengaño de amor. Se imagina una historia romántica con Cora Yako y luego se hace realidad.. La Dama Triste: (Flor Utrilla) Una mujer fatalista sin ninguna historia que contar en su vida. La Dama nunca tuvo amigos o algún tipo de relación sentimental, razón por la que se encuentra ahí.
Quedo absorto con las actuaciones de Aura Victoria; Carlos Gómez; Daniela Mijangos; Erick Ruiz;Eugenia González; Flor Utrilla; Karla Ruvalcaba; Leticia Ovando y Pablo Padrón. Así en orden alfabético porque para mí, todos realizan una actuación magistral digna de un prolongado aplauso.
Puesto de pie, quiero dedicarle una ovación especial a la pequeña AURA VICTORIA de 13 años, por su grandeza como cantante, pintora, dibujante, artesana y creativa quien hizo gala de talento y privilegiada voz al cantar un fragmento del Ave María dejando sorprendido al público que aún no la conocía.
Durante los dos primero actos de la obra quedo expectante por saber quiénes se suicidarán finalmente. La Asistente de la doctora está ávida por ver al primer suicida; hay en ella un dejo de fatalidad morbosa, ese deseo por encontrar placer en el acto de morir por voluntad propia.
En el tercer acto, la vida retorna en primavera. —¿Qué es?, pregunta el hombre. Ella le responde lacónica: —Beethoven: un himno de gracias con la primavera. También él estaba solo y con fiebre cuando lo escribió. Pero él sabía que la primavera trae siempre una flor y una promesa para todos. Así, nadie se suicida al encontrar motivos para vivir en vez de optar por el camino falso.
La obra me deja reflexionando en la importancia del amor, la comunicación, al confianza. Recuerdo a una prima quien a los 20 años se quitó la vida porque no tuvo a nadie cerca quien la supiera escuchar con empatía, sin juzgarla. Observo discretamente al público y estoy seguro, que más de uno, lleva consigo alguna experiencia de suicidio o de intento. Esta obra dirigida por Elvira es un canto a la vida, al amor.
El auditorio “Roberto Cordero Citalán” del Centro Cultura Rosario Castellanos estalló en merecidos aplausos en reconocimiento a una obra a base de esfuerzo, sudor, lágrimas, enojos y quizá, hasta gritos, porque esa así como se construye cualquier obra teatral que se realiza con el corazón en la mano como una cuestión de amor.
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