Sr. López
Adulto este menda se atrevió a preguntar a tía Ofelia, ya muy viejita, cómo ella y sus hijos habían aguantado a su marido, tío Óscar, que en vida fue la personificación del “Manual del mal marido”: mandón, grosero, necio, arbitrario y déspota. La tía, negando con la cabeza, sonrió: -¡Ay, hijito!… nomás no le hacíamos caso -¡ah, bueno!
La Patria -la señora de la portada de los libros de texto gratuitos-, parece hace como la tía: no hace caso al gobierno, ni a éste y ni a los anteriores, que no es poco, considerando que hemos tenido dos regencias (1821 y 1822); un triunvirato (1829); dos emperadores (Iturbide y don Max); 65 presidentes (incluyendo al actual); y gobiernos constitucionales, interinos, provisionales, sustitutos y de facto. Todo nos viene guango.
Pero, revisando la cosa con calmita, resulta que no todo, que hay un límite: el ridículo internacional. Sí, fíjese y verá que ninguno de nuestros gobernantes ha hecho nada que mueva a risa burlona ni chacota en otros países.
Lo más cerca pareció ser cuando en 1972 el entonces presidente Luis Echeverría desde Chile, anunció que presentaría a la ONU una Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados. No se la acababa: todo México dijo que era una ridiculez y que las grandes potencias y el mundo entero se iba a limpiar el extremo inferior de su sistema digestivo con la cartita… hasta que la Asamblea General de la ONU la adoptó el 12 de diciembre de 1974 (Resolución A/RES/29/3281), con todos sus alcances y propósitos, entre otros: “(…) el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, el fomento de las relaciones de amistad entre las naciones y la realización de la cooperación internacional en la solución de problemas internacionales de carácter económico y social”; para ni mencionar que en esa carta se establece que por encima del Derecho Internacional se aplica la ley del Estado que nacionaliza, expropia o transfiere la propiedad de bienes extranjeros. No es poquita cosa. Acá, enmudeció el palenque, claro.
Ahora, tal vez gracias al número abrumador de electores que votaron por el actual Presidente de México y a su popularidad que no se desfonda por más que su administración se caracterice por pifias y omisiones en todo el amplio abanico de las responsabilidades de gobierno, tal vez, repito, por eso no tuvo mayor repercusión en nuestro país su risible exigencia de que España y el Vaticano, se disculparan con México por la conquista y la evangelización. En el Vaticano no hicieron caso. En España hicieron cera y pabilo de nuestro Presidente; lo ridiculizaron y se burlaron hasta el extremoso límite que merece semejante puntada, más de fanfarrón que de Jefe de Estado. Pero en México, se la pasamos. No era para tanto. Le ganó la emoción.
Sin embargo, lo dicho en su discurso del 16 de septiembre, previo al desfile militar por el 212 aniversario de la Independencia de México, ya está más seriecito, porque anunció sacando pecho, con garbo, sintiendo cómo se siente entrar a la historia, que propondrá en este mes a la ONU, un plan de paz mundial y tregua de cinco años para que los gobiernos atiendan sus principales problemas. Nadita.
En referencia al conflicto Ucrania-Rusia, al desgaire soltó que “la política es el único instrumento que tenemos para evitar la guerra (…) habría que empezar por preguntarnos
si no se pudo evitar la guerra (…) la ONU permanece inactiva y como borrada, presa de un formalismo y una ineficacia política que la deja en un papel meramente ornamental”. Dijo más, dijo mucho, no dejó títere con cabeza.
Y ya encarrerado, propuso que el Primer Ministro Modi de la India, el Papa Francisco y el secretario de Naciones Unidas, António Guterres, los tres, participen en un comité para conseguir el inmediato cese de hostilidades, que inicien pláticas directas el presidente Zelenski de Ucrania y Putin el de Rusia; y un acuerdo multinacional aprobado por unanimidad por el Consejo de Seguridad de la ONU, para implantar una tregua mundial de cuando menos cinco años. O sea, ya les dio tarea. Seguro lo obedecen, empezando por Putin.
A su propuesta respondió de inmediato Mykhailo Podoliak, asesor en Jefe de la Oficina del Zelensky, quien rechazó la sola idea de una tregua en esos términos, porque sería mantener durante ella la ocupación de su país, la captura de sus nacionales y porque daría tiempo a Rusia para que se rearme. La trompetilla no la reportaron las agencias noticiosas, pero júrelo.
Y al día siguiente, nuestro incansable Presidente le contestó a don Podoliak, diciéndole que “desechan plan de paz por intereses de élite”, y como su pecho no es bodega, le mandó el siguiente recado: “De manera muy vulgar, se descalifica (su plan pacificador), una vulgaridad mental que se padece cuando no hay convicciones, cuando no hay ideales y cuando se actúa en función de intereses políticos o económicos”. ¡Vaya!, nomás que se entere Zelensky que su Jefe de Oficina, es un vulgar mental, que no tiene convicciones ni ideales y que actúa en función de intereses políticos o económicos, seguro lo corre, seguro.
Arde la cara de vergüenza por la simpleza de la propuesta de nuestro Ejecutivo. El lío ruso-ucranio es muy enredado y de larga data. Solo en estos tiempos inició en el 2014 y ha habido conversaciones del más alto nivel sin resultados: 5 de septiembre de 2015, en Minsk; 19 de octubre de 2016, en Berlín, auspiciada por Francia y Alemania; 10 de diciembre de 2019, en París, donde Putin y Zelensky acordaron retomar proceso de paz; 23 de agosto de 2021, 46 Estados y organizaciones, entre otras la OTAN, firmaron en Kiev la Plataforma de Crimea, tratando de apaciguar a Putin; 11 y 12 de enero de 2022, reunión entre Washington y Moscú; 3 de febrero de 2022, los EUA y la OTAN ofrecen a Putin acuerdos de desarme y medidas de confianza en diferentes foros. Nada resultó… claro, a nadie se le ocurrió el plan de México.
No puede pacificar al país, entonces va a pacificar al mundo… ¡qué pena con las visitas!