Por Rodulfo Reyes
Más allá de la discusión de si es o no precandidato y de que si ahora sí ya es el “verdadero” tapado del presidente Andrés Manuel López Obrador, el costo político del affaire del secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, por participar en un acto partidista violando la veda electoral, es que la oposición le ha retirado su confianza como interlocutor válido del gobierno de la república, condición que lo había posicionado desde su arribo a Bucareli.
A mediados del año pasado, cuando el país estaba crispado por el enfrentamiento del oriundo de Macuspana con actores políticos, como el gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, por citar solo un caso, Adán Augusto llegó a manejar la política interior con el halo de mediador eficiente, y muy pronto la oposición lo validó ampliamente por fincar sus esperanzas en él.
El recibimiento que le dieron opositores y disidentes fue apoteósico, lo que le permitió caminar tranquilamente y construir consensos, forjándose la aureola de segundo hombre poderoso de la llamada Cuarta transformación; y supo desempeñar su trabajo de conciliador en los tiempos de cólera, escenario que hizo verlo gigante en su encomienda de pilotear la política interna.
Pese a que en su paso por la gubernatura de Tabasco mostró la misma mano dura del presidente con sus adversarios (reformó la ley para reducir a la mitad el número de diputados plurinominales para perjudicar a los partidos minoritarios), se llegó a pensar que era el hombre indicado por la coyuntura actual del país.
Un artículo en el influyente diario El País, de España, intitulado Un hombre que recompone el Gobierno de México, muestra la relevancia que había adquirido el personaje. Hoy, sin embargo, tras siete meses de luna de miel, la relación con la oposición atraviesa momentos complicados, tan difíciles que se prevé que no podrá continuar su función de apafuegos por su incendiaria arenga del domingo en Coahuila.
Las dirigencias nacionales del PRI, PRD, PAN y MC, así como las fracciones parlamentarias de estos partidos, ya lo desconocieron como puente, y –más aún– anunciaron que presentarán demandas ante los órganos correspondientes por el evento partidista que encabezó el fin de semana en el estado norteño, a donde llegó en un avión de la Guardia Nacional e hizo proselitismo pese a la veda impuesta por el Instituto Nacional Electoral (INE).
Una parte de la polémica por su discurso estrambótico se ha centrado en dilucidar si es o no precandidato, luego de que el lunes su jefe le quitara esa categoría y lo redujera
a ayudante de la 4T; aun así algunos se han aventurado a decir que, ahora sí, es el tapado del presidente.
En la práctica Adán Augusto ha roto relaciones con opositores y disidentes, lo cual le resta la capacidad de maniobra que tuvo en el arranque como titular de Gobernación; por ejemplo, en menos de 48 horas pasó a convertirse en el villano de una porción de la prensa política que hasta hace unas semanas le aplaudía a manos llenas por considerarlo un funcionario con el que se podía sentarse.
Quizá la parte positiva de su lance contra el INE sea que el ala dura del vinotinto lo ha acogido como el más aventajado de los suyos, y le ha tatuado en la piel el sello de “leal”, que no es cosa menor en el entorno del presidente, en donde la mejor virtud es la lealtad a prueba de balas.
Para su información…
En su papel de encargado de la gobernabilidad del país, Adán Augusto López ha tejido alianzas regionales: En Chiapas, por ejemplo, ha hecho equipo con el principal aspirante a la gubernatura, Zoé Robledo, director general del IMSS, con quien se relacionó cuando ambos coincidieron en la LXII Legislatura del Senado, y ahora trabajan en la Federalización del Sistema de Salud. Otra senadora muy cercana a ellos fue Ninfa Salinas, hija del dueño de Tv Azteca, Ricardo Salinas Pliego, quien es hoy consejera de la Fundación IMSS.