Ernesto Gómez Pananá
Según el diccionario de la Real Academia Española, por macabro se entiende aquello que “participa de la fealdad de la muerte y de la repulsión que esta suele causar”. Tal o cual cosa o situación puede parecernos macabra.
Desde hace ya algunos años, observamos cómo de forma creciente y acelerada -exponencial diría- nuestro país no solo se baña en sangre. Hoy más bien se sumerge y se ahoga en su propia sangre, en la sangre de su propia gente, como si se tratara de una película macabra en la que las escenografías son nuestros pueblos, nuestras ciudades y nuestros caminos, y en la que quien actúa somos nosotros mismos, nuestros hermanos y hermanas, el vecino, la compañera del trabajo, la empleada de la farmacia, el taxista, los estudiantes, los pasajeros de un autobús, el pequeño o el gran empresario o unos jovencitos de regreso de una fiesta, con la salvedad de que todas estas muertes son trágicamente reales. Horrorosamente reales. Escalofriantemente reales. Una maldita película macabra que parece no tener final.
En una de las secuencias más recientes, la semana que concluye semana cinco jóvenes desaparecieron en el municipio de Lagos de Moreno Jalisco. Días después se encontraron unos cuerpos asesinados y un escalofriante video da cuenta de cómo sus secuestradores fraguaron su ejecución. Inmisericorde. Bestial. Inhumano. No se encuentran los adjetivos.
Dos semanas antes, cuatro jovencitas, tres de ellas hermanas, desaparecieron en el municipio de Encarnación de Díaz. Las autoridades “siguen los protocolos” y aunque en el fondo todos sepamos que las chicas ya fueron asesinadas, las investigaciones y su búsqueda continúan. Oficialmente están desaparecidas. Un horror. Un abismo infinito de tristeza en el corazón de sus familias. Tampoco es posible encontrar los adjetivos. El dolor se ahoga en el silencio.
El problema de encontrarnos viviendo dentro de esta película macabra no es únicamente que parece interminable. El otro problema es que pareciera que ya no nos asusta, que ya no nos da miedo. Que ya no nos estremece. Nos hemos acostumbrado a una violencia cada vez mayor y cada vez más cercana a nosotros, la hemos normalizado, o cómo, si no, comprender las ejecuciones cada vez más frecuentes en las vialidades en la Ciudad de México, los asaltos en la autopista a Cuernavaca, la toma de Chilpancingo por la delincuencia organizada, las amenazas con arma en disputas escolares, el secuestro de los hijos de una alcaldesa chiapaneca, los cadáveres congelados en Poza Rica. Insisto: vivimos dentro de una maldita película macabra que parece no tener final. La solución no será sencilla ni pronta. Tampoco indolora. Mientras más tardemos más caro el precio. Mientras más neguemos nuestra realidad, más caro el precio.
Oximoronas 1. El problema en Mitontic tiene dos ingredientes clave: corrupción y poder. Mismos ingredientes que aceitan a tantos aspirante cortalistón y tiktokero. Son la misma clase de millones.
Oximoronas 2. Imagine estimado lector estas cifras: Cada hora, desaparece una persona en nuestro país. Cada día son asesinadas once mujeres en México. Es el infierno.
Oximoronas 3. Cine “snuff”: se refiere a películas que incluyen asesinatos, tortura, maltrato o cualquier clase de vejación real.
Se trata de un género de películas ilegal.