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¿México, amenazado?

¿México, amenazado?
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Manuel Ruiseñor Liévano

*ADVERTENCIA AL LECTOR

Estarán de acuerdo conmigo en que hablar de economía no suele ser un tema de fácil digestión y mucho menos de agrado o beneplácito.

A lo largo de nuestra historia económica y financiera, se han suscitado experiencias que modificaron estructuralmente al país.

Pienso en las de mi generación como la nacionalización de la banca, las sucesivas devaluaciones de nuestra moneda, las consecuentes fugas de capitales, la liquidación de la empresa pública , los tropiezos de política económica como la de “administrar la abundancia” (López Portillo, que finalmente generó uno de los mayores endeudamientos), y “el error de diciembre” al inicio del gobierno de Ernesto Zedillo con el desplome del peso, entre otros aspectos no menos relevantes.

En fin, una serie de acontecimientos que, al fin y al cabo, y más allá de los registros económicos y financieros, estremecieron a todo el territorio mexicano por una sencilla razón: se reflejaron directamente en los bolsas y carteras de las y los mexicanos.

EL CONTEXTO

Lo anterior viene a comento porque hace un par de días la propia presidenta de la república, Claudia Sheinbaum, reconoció que el déficit y la deuda pública aumentaron en 2024–expuso—, para no dejar pendientes mega obras de su predecesor como el Tren Maya. Lo cual, simplemente, quiere decir que su gestión inició con una reducción del gasto operativo de la federación que, quiérase o no, se refleja en aspectos fundamentales como educación y salud.

LOS DATOS

De acuerdo con datos de agencias especializadas en materia de hacienda pública, el país pasó de una deuda pública de 10.31 billones de pesos en 2018 a 17.99 billones en lo que va del 2025.

Más aún, la prensa financiera advirtió que para el 2030 el endeudamiento alcanzará los 25 billones de pesos, un signo evidente de la ineficacia en la gestión de los gobiernos de la 4T, se acota, en el reto de revertir el déficit acumulado desde 2018 al ceñir su cinturón y de cara a los insuficientes ingresos que genera.

Un asunto capital y desesperanzador para cerca de la mitad de los mexicanos y más aún de los chiapanecos, los cuales no pueden encontrar una luz al final del túnel de la pobreza y la marginación.

Hay en los datos de las finanzas públicas nacionales al menos dos signos preocupantes: el primero, la reducción del gasto de inversión en relación con el déficit; y el segundo, un manejo poco responsable de esa deuda que no genera los efectos esperados y por ello sólo es una carga financiera para el gobierno federal.

Cierto es que la gestión pública del partido en el poder, al contratar mayor deuda avanza en dirección de comprometer a las presentes y futuras generaciones, como también lo es que se acotan los márgenes de operación presupuestal, destinados a canalizar recursos para obras y programas de beneficio real a la población.

Sin afán de alarma, la nación perfila su camino en los próximos años sobre un escenario que seguro afectará a los sectores más vulnerables de la población,
; simple y sencillamente porque habrá menores recursos que garanticen la prestación de bienes y servicios públicos. En otras palabras, se verá amenazada la calidad de vida en la ciudad y en el campo.

Un dato clave: el sexenio previo cerró con el mayor pago de intereses y servicios de la deuda pública en los últimos 29 años. Algo así como un incremento del costo financiero de la deuda, para llegar a 3.4 por ciento de la riqueza que genera la nación (PIB).

Sin afán de exagerar, se podría leer en la atormentada psique nacional un conjunto de preocupaciones, que por eso ahora compartimos.

¿Va a alcanzar el erario público federal suficiencia en razón de lo que recauda, de lo que gasta y de los compromisos derivados de la deuda creciente, para cumplir con las metas de inversión pública y gasto social? Podría apostar que en el heroico corazón resiliente de decenas de miles y miles de mexicanos, hay ideas valiosas y propuestas al respecto. Si no, explíquese ahora su resistencia. Pero no se trata de sobrevivir o improvisar.

¿HAY CRISIS ECONÓMICA EN MÉXICO?

Esa es una pregunta que, para empezar, deben responder los bolsillos ciudadanos. ¿Qué percepción tiene la gente de a pie cada día, semana ó quincena, cuando acude a comprar la denominada canasta básica en los mercados populares o en las tiendas de autoservicio ? Es decir, lo que se conoce como microeconomía.

En ese duro encuentro que millones de mexicanos y con ellos centenas de miles de chiapanecos padecen, uno se queda pasmado ante los aumentos irracionales en los precios de las mercancías.

¿Cuál es el nivel de compromiso de los sectores público, privado y social ante el reto de generar sinergias que contribuyan al impulso económico sostenible?

A nivel nacional se lanzó el Plan México para reactivar y proyectar la economía, pero el actual escenario en el norte del continente americano y a nivel global, obliga a tener inteligencia y, sobre todo capacidad de adaptación y respuesta. Nada está dado, por lo cual debería de cumplirse lo que está en nuestras manos.

CASO CHIAPAS

En Chiapas la cuestión pinta muy mal. Las cifras son contundentes.

En materia laboral, que es hablar de oportunidades de bienestar, tenemos que sólo 11.6 de cada 100 chiapanecos económicamente activos está afiliado al IMSS, lo que nos ubica en el sótano con el lugar 31 a nivel nacional, aunque la tasa de desempleo esté a la par de la media nacional.

En cuanto a la población subocupada, estamos 1.2 puntos abajo del indicador de todo el país. Pero en un aspecto preocupante, sobre todo si se piensa en la captación de ingresos vía pago de impuestos, el escenario es aterrador: este 2025, 76 por ciento del total de chiapanecos empleados está en la informalidad laboral, muy pero muy encima del promedio nacional que es poco más del 54 por ciento.

Y para acabarla de amolar, 84 de cada 100 chiapanecos económicamente activos no tiene acceso a la salud. Herencia acumulada de gobierno neoliberales y no, se dirá, pero no hay pretexto porque por lo visto podría no haber recursos suficientes para cumplirles ese derecho humano consagrado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos?

¿Hay amenazas serias en contra del desarrollo nacional?
¿Soportará la economía su bajo crecimiento, el peso de la deuda y lo que cada vez más voces sostienen como poco eficiente administración pública, además amenazada por el flagelo de la corrupción?

El bienestar ciudadano (salud, educación, escalamiento social, ahorro) y el constreñido bolsillo popular, serán acaso, el mejor indicador. Estemos atentos.

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