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Los tontos también votan / La Feria

Los tontos también votan / La Feria
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Sr. López

 

Algo tienen los estúpidos que cautiva el interés de no pocos. Si usted es de esos (de los interesados, no los estúpidos), le recomiendo lea a Giancarlo Livraghi (en internet lo encuentra en español), o de Carlo M. Cipolla, profesor emérito de Historia Económica en Berkeley, el ensayo ‘Las Leyes Básicas de la Estupidez Humana’ (título estúpido, porque no hay otra estupidez sino la humana, a menos que se pruebe que piedras, vegetales o animales, cometen estupideces… no sea tontito don Cipolla); ahora que si por obra y gracia del Espíritu Santo tiene el don de lenguas y entiende alemán, puede leer a Max Kemmerich o a Lewenfeld, quienes como buenos germanos, tratan el tema con metódico rigor científico sin caer en cuenta que estudiar la estupidez con tal profundidad, es en sí mismo una estupidez, pues solo los estúpidos requieren tanta explicación y siendo estúpidos no entenderán nada (en tanto que cualquier no-estúpido detecta y distingue a golpe de vista a un tonto, igual que a una vaca, sin necesidad de ser zoólogo ni leerse 863 páginas de explicaciones).

 

Para el gusto de este junta palabras, el mejor tratadista sobre tema tan apasionante y necesario para protegerse de los nocivos efectos de la estupidez ajena y propia, es el ilustre coahuilense don Hermenegildo L. Torres (1901-1990), fundador del PUP (Por la Unión de los…), que se tomó la cosa por el lado jocoso sin por eso ser impreciso ni omiso sobre la rica variedad de especies y subespecies de estúpidos y estupideces; pero, si tiene usted pensado dar conferencias, llenar auditorios y que lo entrevisten en la televisión como reconocido experto en la materia, aproveche el actual tiempo electoral, por ser cosa probada que los políticos en campaña nos regalan con tonterías y babosadas suficientes para una especialidad con reconocimiento de la Dirección General de Profesiones dependiente de la SEP.

 

Antaño es de reconocerse que, dado el régimen prevaleciente, la más alta concentración de estupideces se detectaba entre los miembros del PRI, cosa natural si consideramos  que detentaban casi en exclusiva el poder y acceso a los medios masivos de comunicación; sin embargo, uno de los subproductos de nuestra apertura política, es que se ha democratizado la estupidez: no hay partido que no nos regale involuntariamente un momento de regocijo, con alguna tontera dicha con cara muy seria, eso sí… pero, es cosa sospechosa:

 

Avispado que es usted pareciera inútil dar la voz de alarma: ¡cuidado!, los políticos en este nuestro risueño país NO son estúpidos, por lo que hemos de examinar cuidadosamente (como si estuviéramos desarmando una bomba de relojería), las estupideces que tan al desgaire sueltan, sin pudor a quedar como unos imbéciles.

 

Nuestros políticos confían, primero, en que el tenochca estándar suele inclinarse a favor del más débil, del más tontito; segundo, en que hay una porción no despreciable de electores con alma traviesa que votan por el peor nomás por dar la lata; y tercero, que si uno de cada 50 ciudadanos armado con credencial de elector es un reverendo cretino (baboso, idiota, lelo, papanatas…), es probable que le crean las ofertas y promesas que a lo tonto dijo, lo que suma un potencial de casi dos millones de votos, muy buenos a la hora de la hora. Sí.

 

Que no son tontos nuestros políticos no requiere prueba y si alguien duda, que recapacite en la insistencia del PRI en que se presente su alianza en la boleta electoral como “Meade, ciudadano por México”, para diluir cuanto se pueda el rechazo al tricolor, pues a sabiendas de que no hay manera en esta vuelta, de conseguir la simpatía del respetable por el PRI como tal, eligieron con quién perder y lo hicieron su candidato (y que nos bendiga Dios, están pensando).

 

Igual: no es una estupidez presentar una alianza derecha-izquierda (PAN, PRD y MC), con el C.Anaya (léase de corridito) de candidato. Su objetivo no es ganar la presidencia de la república (no son tontos), sino restar votos al Pejehová de todos tan temido, considerando, del lado de los caballeros azules, que al ganar Meade, no pierden, porque no siendo de ningún partido, a fin de cuentas es políticamente equidistante entre el PAN y el PRI; y por el lado del PRD, porque saben que el Pejeremías es su principal enemigo y quien los dejó listos para demolición al fundar Morena.

 

Por supuesto don Pejecutivo Legítimo tampoco tiene de tonto un pelo, es más, bien puede ser el más inteligente de los tres (políticamente hablando), y sin duda, el de mayor experiencia en los trajines del albañal de la cosa pública, con el inconveniente de que no solo lo sabe sino que se cree superior a lo que realmente es… y eso lleva a la soberbia que se vuelve incontrolable cuando se piensa que hay un Dios que lo ha designado su operador personal (y es el caso, otro día le cuento).

 

De eso han salido los fracasos del Pejehová, confía de más en su carisma y arrastre de masas y desprecia cualquier cosa que pueda significarle restar aunque sea un poco a su mérito personal sus triunfos. La prensa, la televisión, el capital, las organizaciones sociales y sus propios seguidores más cercanos, son sujetos de su alejamiento y descalificación si pretenden el menor protagonismo.

 

Esta tercera intentona por treparse a La Silla, sabe bien que es la última, la edad (64 años), ya no le permite otra espera de seis años… entonces va con todo, incluida la alianza con el PES (aunque manifieste el más cínico pragmatismo), y las promesas más estrafalarias e imposibles de cumplir, sin miedo al ridículo, ni al desfiguro: es ahora o nunca.

 

No resisten análisis racional varias de sus promesas de campaña y algunas son estupideces esféricas, pero el Pejesús sabe que su izquierda-guadalupana, su prédica del amor y la paz (en boca de un dirigente de actos de abierta violencia a la ley, como tomar pozos petroleros o cerrar la avenida Reforma en la capital del país), le arrima votos, de los ingenuos que le crean, sí, porque los tontos también votan.

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