Héctor Estrada
El audio filtrado este martes sobre la presunta llamada entre el dirigente nacional del PRI Alejandro Moreno Cárdenas y el ex gobernador de Chiapas Manuel Velasco Coello no fue sorpresa para muchos. El trabajo de Velasco como interlocutor, y -sí- también como mensajero, con la cúpula priista quedó bastante claro desde el proceso de transición sexenal y los primeros años del actual gobierno federal.
Velasco no sólo ha servido a Obrador como financiador de su campaña presidencial (como ya ha quedado evidenciado en otros escandalosos videos), sino también como negociador con las viejas mafias políticas priistas, a las que por supuesto también pertenece. Este último rol dentro de la actual estructura de poder ha sido precisamente el que le ha garantizado impunidad pese a su incomodo lastre de corrupción.
Ahí es donde podría estar lo verdaderamente interesante de lo sucedido este martes. La decisión de ventilar esa llamada telefónica, “confirmada” entre líneas más tarde por el propio Manuel Velasco, ofrece de fondo lecturas más reveladoras que el ya conocido trabajo servil realizado por el senador verde para la autoproclamada Cuarta Transformación (4T).
Para comenzar es necesario precisar que la llamada filtrada no es reciente. La conversación entre Moreno Cárdenas y Velasco Coello se realizó (según la fecha expuesta) presuntamente hace dos meses, en el marco de las votaciones para la reforma eléctrica. La filtración que se da justo una semana después de los audios difundidos por la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, en los que se exponen conversaciones comprometedoras del propio Alejandro Moreno.
Es evidentemente que se trata de una respuesta desesperada del líder priista ante escándalo que lo ha rodeado durante los últimos días. ¿Pero por qué “quemar” públicamente -de tal manera- a quien ha sido su principal enlace con el gobierno de López Obrador y uno de sus mayores aliados políticos en el sur del país?
Las teorías el respecto han caído en cascada. No ha faltado quien asegura se trata de un audio autorizado por el propio Velasco Coello para victimizarse, dejar constancia de su trabajo como interlocutor y así exponer las consecuencias de sus supuestas lealtades; todo en medio de la desconfianza que crece sobre él dentro del grupo cercano a López Obrador. Y la teoría no suena tan descabellada.
Y es que, desde los videos filtrados, grabados por ex colaboradores cercanos al dos veces gobernador de Chiapas, en los que se ve a hermanos de Obrador recibir dinero, la confianza en Velasco al interior de la 4T se ha desmoronado rápidamente. No han sido gratuitos sus desencuentros pasados con Morena y la cada vez mayor cercanía de Velasco como personajes en conflicto con Obrador como Monreal.
En todos los casos, lo más relevante, que ha quedado en evidencia tras el audio de este martes, es que su interlocución con las mafias priistas ha sido invalidada, que ya no resulta confiable para
ninguno de los bandos involucrados y que, en el peor de los casos para él, ha terminando siendo traicionado por quienes aseguraba eran sus incondicionales dentro del Revolucionario Institucional.
Si él participó en un “montaje” o fue finalmente traccionado, lo cierto es que hoy el rol de Velasco como mensajero o interlocutor ha quedado inservible y, con ello, su función dentro de la 4T también ha perdido cierta utilidad. Poco a poco se ha quedado sólo, con el PVEM como su único copo de poder, con miras a un proceso electoral federal que también lo enfrenta al fin de su fuero constitucional y al borde de decisiones que deberá analizar muy bien para intentar prolongar esa impunidad que NO le podría durar por mucho tiempo más… así las cosas.