Francisco Félix Durán
He tenido la fortuna de ver en vivo a muchas bandas de talla internacional y si me preguntarán cuál es el mejor concierto al que he asistido, sin duda les respondería que al del dúo israelí Infected Mushroom, uno de los mejores exponentes del psytrance, en donde descubrí que las matemáticas y los beats por minuto realmente controlan el corazón.
La cita fue un 2 de noviembre del 2007, en Tuxtla Gutiérrez, durante la gira The Vicious Delicious Tour. Si mal no recuerdo el concierto se llevó a cabo en un terreno cercano a la Faculta de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach), quienes iban en vehículo particular solo debían seguir el camino señalado con hongos fluorescentes y quienes no, los organizadores habían puesto a disposición unos camiones tipo Tuguchis que saldrían del Parque de Terán. Lugar rodeado de cantinas en donde iniciaba el verdadero ambiente.
Durante toda la noche estuvieron tocando DJs locales, así pasaron las horas y las tiendas de campaña comenzaron a llenarse, pero justo al amanecer, junto con el sol salió Infected Mushroom y los campings comenzaron a vaciarse.
Mentiría si narrará el suceso completo porque en realidad me encontraba disociado, solo recuerdo tres cosas: La primera es que había unas gradas modulares elevadas a 10 metros que se tambaleaban de un lado a otro al ritmo de la música, creo todos pensamos se caerían. La segunda es que el dúo israelí parecía un director de orquesta, moviéndonos a todos al ritmo que deseaban y en ese momento entendí lo que los beats por minuto pueden hacer. Tercero, su presencia me dejó tan impresionado que nunca olvidé el suceso. No cualquiera es capaz de salir a tocar a las 6 de la mañana y resucitar a todos.
No recuerdo a qué hora concluyeron, pero sí que al salir ya estaban abiertos los botaneros, la adrenalina era tal que, en lugar en ir a dormir muchos de los asistentes concluimos en un lugar llamado El Profe, con alberca, chelas y botanas. No hace falta aclarar de donde emanaba tanta energía y que a falta de moteles a muchos les salió turicuchi por tantas escenas candentes sobre la carretera.
De aquel entonces, recuerdo que Tuxtla vivió una escena electrónica muy interesante, continuamente se organizaban raves en sitios muy lejanos, detrás de los cerros para ser exactos y que poco a poco fueron desapareciendo. Hasta la fecha no ha habido en la capital chiapaneca un concierto de tal envergadura de este género musical. Lamentablemente ahora todo es reggaetón y corridos tumbados. Incluso, hoy que estoy escribiendo esto, están regalando boletos a cambio de comprar un six para ver a Los Auténticos Decadentes, en el Foro Chiapas, pareciera que en la entidad solo hay cabida para dos géneros, háganme el chin#@%$ favor.
En fin, está crónica es para todos aquellos que viajaban escuchando psytrance, frente al reproductor de Windows Media Player con sus skins y formas de colores, así como para los que tenían el talento de leer o escribir al revés y hoy sé que a eso se le llama dislexia, también para los que iban a buscar caca de vaca a San Cristóbal y a mi amigo Marco, mejor conocido como Blackwidow Psytrance, que se mantiene en esa escena musical. El resumen sobre el concierto es: “Dime todo lo que pasó, no me di cuenta ni quién me pegó. Todo da vueltas como un carrusel, locura recorre todita mi piel”.