Sr. López
Un tío político de este menda del que no es prudente decir su nombre, fue un importante líder sindical en el México de los años 50´s, comunista de tomo y lomo, ateo y magonista, que pasó varias temporadas en la cárcel pero luego ya no se metía con él el gobierno pues mangoneaba al suficiente número de obreros como para mejor dejarlo en paz. Sus cuatro hijas recibían clases de piano en su domicilio y sus dos hijos, de esgrima; aparte, todos los domingos los llevaba a misa, él. Vivía en la vieja colonia Santa María del entonces D.F. en una casona de tres patios arcados, con varias sirvientas, jardinero y mayordomo. Cuando el tío ya era viejito, el del teclado le preguntó si de veras era comunista y sonriendo pícaro, respondió: -De algo hay que comer –al morir tuvo misa de cuerpo presente; en el cementerio una pequeña muchedumbre de sus agremiados cantó la Internacional con el puño izquierdo en alto y cubrieron el ataúd con una bandera rojinegra; dentro, el fiambre llevaba en sus manos enlazadas, un rosario. Bonito.
Hay un miniescándalo porque en la Secretaría de Educación Pública (SEP) trabaja con Marx Arriaga, director de Materiales Educativos, un tal Sady Arturo Loaiza Escalona, en calidad de subdirector de lo mismo.
El texcocano Arriaga inició sus andanzas como funcionario federal en diciembre de 2019 y se ha especializado en maltratar a la gente y meter la pata. Siendo director general de Bibliotecas de la Secretaría de Cultura, declaró en febrero de 2020: “Mujeres, si en verdad buscan emanciparse de sus opresores (…) no esperen que su libertad llegué como un regalo, por favor lean (…)”; o sea, hay machismo por burras que son; lindo. O su otra declaración de marzo de 2021, ya como director de Materiales Educativos de la SEP: “leer por goce es un acto individualista”; ¡áchis!
Del Loaiza hay poco qué decir: es venezolano, trabajó para Hugo Chávez y Maduro y desde enero del año pasado, se desempeña en la SEP como responsable del rediseño de los libros de texto gratuitos y materiales pedagógicos.
Nada tiene de peculiar que un extranjero colabore en México en labores educativas y pedagógicas, verdaderas glorias de la intelectualidad nos han llegado de fuera a enriquecer nuestro país con sus conocimientos. Por ejemplo, los que llegaron con el exilio español… de lujo.
Así las cosas, ayer el Presidente de nuestra república, salió en defensa de don Loaiza porque ya se sabe ya se supo, que ha escrito junto con el Arriaga “Un libro sin recetas para la maestra y el maestro”, primero de una trilogía “que desarrolle un vínculo pedagógico entre alumnos, padres de familia y docentes”.
No suena mal hasta que se viene uno a enterar que ahora, por designio de don Arriaga y don Loaiza, los maestros de educación básica deben “para guiar su actividad pedagógica en las aulas”, leer ‘El Capital’, de Carlos Marx, y ‘¿Qué hacer?’, de Vladimir Ilich Lenin, para que “promuevan la libertad de los educandos y su comunidad”, cuestionando la libertad individual, apegándose a la definición de libertad de Mijaíl Bakunin.
El Presidente adelgazó la cosa diciendo que también se debe leer a Platón y Aristóteles… bueno, eso dijo él, pero no dice eso el dúo dinámico, Arriaga-Loaiza, que sí proponen en su librito que los maestros deben prepararse para enfrentar las “dinámicas de opresión” y formar a “un nuevo mexicano (…) una nueva mexicanidad afín a la transformación irreversible del país”. ¿Irreversible?… no… lo que es irreversible es que a esta 4T le queda un año y ocho meses para irse (todos) a la finca del señor en Palenque.
Un nuevo mexicano, una nueva mexicanidad, ¡caramba!, suena a ingeniería social, esa tan propia de totalitarismos dispuestos a todo para imponer una verdad única y excluyente que no es natural en ninguna sociedad (y menos si estamos hablando de 130 millones de mexicanos).
Como sea, proponer la lectura de “El Capital” de Carlos Marx a nuestros maestros de educación básica, parece lo menos, una babosada. Que lo estudien y bien, los universitarios, claro que sí, ¿por qué no?, pero los maestros de Primaria y Secundaria tienen otras prioridades, a menos que estemos hablando de ideologizar la educación de nuestros niños y ¡eso sí que no!
De lo de leer a Lenin, parece mejor y este tecladista sugiere que empiecen con su libro de 1917, “El Estado y la Revolución” en el que don Lenin escribió: “Se usará la violencia tanto para aplastar la resistencia de los explotadores como para dirigir a la enorme masa de la población, a los campesinos, a la pequeña burguesía (…) en la obra de poner en marcha la economía socialista”; tierno. O esto otro: “¿Creen realmente que podemos salir victoriosos sin utilizar el terror más despiadado?”, dulce. Por cierto, don Lenin fue el creador de la red de campos de concentración conocida como “gulag”.
Y lo de apegarse a la definición de libertad de Mijaíl Bakunin, es una idea digamos, curiosa. Bakunin fue anarquista, con todo lo que eso significa de destrucción del Estado, pero también fue un grandísimo gandul. Si nuestros maestros de educación básica lo van a estudiar, que tengan muy presente lo que don Bakunin escribió el 2 de junio de 1870:
“Mentiras, astucia y enredo son un medio necesario y maravilloso para desmoralizar y destruir al enemigo (…)”. Carta a Sergey Nechayev, en el libro de Michael Confino, ‘Hija de un revolucionario’: Natalie Herzen y el Círculo Bakunin-Nechayev’; Londres: Alcove Press, 1974, página 268; no está uno inventando.
Por lo pronto no hay que alarmarse, este país no lo cambian en menos de dos años estos mentecatos, pero no pasemos por alto: terror despiadado, mentiras, astucia y enredo; en buena hora: ¡Fuera máscaras!
Eduard Bernstein (1850-1932) uno de los fundadores de la socialdemocracia, escribió: “Si el socialismo no es un liberalismo comprometido con la democracia solo será una doctrina mesiánica salvaje, alimentada por fanáticos del recomenzar desde cero y el ‘tanto peor tanto mejor’”. Doctrina mesiánica, alimentada por fanáticos.