
Guillermo Ochoa-Montalvo
Querida Ana Karen,
Este martes, es mi privilegio hablar de vos, MAESTRO ALEJANDRO MOLINARI; lo hago desde la admiración al polifacético periodista, artista plástico, diseñador, al historiador y cronista sin nombramiento, quién a través de la prestigiada REVISTA ARENILLA narra la historia y la vida cotidiana de Comitán con ese estilo tan suyo, tan comiteco y tan sabroso como una tortilla con sal, perpetuando los modismos y regionalismos de este pueblo mágico cuyo distintivo es su expresión cultural en todas sus manifestaciones.
Cuando llegué a vivir a Comitán, apenas hace 5 años, me encontré con una llamativa revista llamada Arenilla. Al abrirla, descubro un título sugestivo, tan evocador como imposible de pasarla por alto: CARTAS A MARIANA. Eso fue espectacular para mí, porque no hay muchos columnistas que cultiven el género epistolar como lo hacía Tomás Mojarro en sus Cartas a María (Rojo). Me identifiqué de inmediato con Molinari, quizá porque me trasladó a mis propias cartas dirigidas a mi Querida Ana Karen iniciadas en 1998 cuando nace mi hija.
Una carta es un papel con vida y autonomía propia cuando sale de nuestra vista; incluso, cuando se le refugia en algún rincón oscuro donde el polvo del tiempo la cubrirá de olvido, lejos de quien la envió y de quien la recibió en algún momento. Las cartas son el más fiel testimonio de nuestra historia, emociones y sentimientos. Dan cuenta de viajes, vivencias y secretos, muchos secretos liberados con algún confidente confiable. Las cartas llevan la huella de nuestro Ser y pensar. Trascienden el espacio y el tiempo, en tanto no se les destruya y desde la lejanía nos transportan la epístola de la reina persa Atosa, escrita alrededor del año 500 a.C., y cartas fechadas en 1800 a.C. en la tradición babilónica. Nos acerca a los apóstoles de la Biblia Pablo, Pedro, Juan. Esos papeles nos hacen comprender la relación de Gala con Paul Eluard o aquí en Comitán, os abren una ventana a la comprensión de Rosario Castellanos quien deja testimonio de mujer sensible en sus Cartas a Ricardo en contraste con sus columnas periodísticas publicadas en Excélsior y editadas en este Siglo. De la misma forma, Alejandro Molinari deja tras de sí una serie de relatos, narraciones y anécdotas de Comitán en sus CARTAS A MARIANA.
Así fue como la Revista Arenilla se adhirió a mis ojos devorándola como se paladea un exquisito pan compuesto. Desde entonces, me aficioné a leerla con el afán de conocer la ciudad de Comitán, sus rincones, a su gente; adentrarme en esas tradiciones mezcladas entre lo ritual y lo profano; entre lo mestizo y las culturas tojol-ab’al, tzeltal y tzotzil cuyas lenguas, vestimentas, poesía y costumbres llenan el espíritu de este Comitán de las Flores.
Arenilla es un museo que se lleva en la mano. Al abrir sus páginas las palabras de Molinari nos pasean a través de las historias y leyendas de los Barrios de Comitán; nos interioriza en sus costumbres y la muy peculiar gastronomía que lo distingue por sus platillos exóticos y aún, por esa cocina internacional bastante tropicalizada con toques comitecos. Así, podrás saborear una pasta a la boloñesa cubierta de pikcle, por ejemplo.
¡Pero vos!, eso no es todo. Supe que el creador, editor, difusor, promotor de patrocinios y divulgador entre Chiapas y Guatemala se llamaba Alejandro Molinari quien en 2017 decide fundar esta revista retomando el nombre de Arenilla del título de su propia columna que publica a diario.
Me enteré, a través de su página oficial, que en la Revista Arenilla colabora un equipo profesional y bastante comprometido dirigido por Alejandro Molinari. Entre ellos: Patricia Alcázar, Roberto Carlos,Patricia Espinosa, a quienes se unieron: Cielo Janeth Espinosa Vázquez, Carlos Daniel Espinosa Jiménez; Carlos Antonio Rivas López de Huehuetenango y no podía faltar el genio de la fotografía: Carlos Gordillo.
A través de sus diferentes números, además de conocer los Barrios de Comitán; me adentré a la historia de sus templos y festividades; comprendí la importancia de sus heráldicos símbolos como el puma, el león, los árboles que son referentes de algún suceso y hoy, sirven para ubicarnos con facilidad, porque si algo caracteriza a Comitán es la costumbre de utilizar las referencias en vez de las direcciones oficiales; —Lléveme a los “Arbolitos” frente al “Borreguito de Oro; —Voy, adonde el Cholul, —déjeme ahí, donde doña Jesusa frente a la tornillería de amarillo. Así, cualquier taxista nos ubica de inmediato.
También a través de Arenilla conocí de tinta y papel, a cantidad de personas comitecas. Mujeres y hombres de amplia cultura, artistas, artesanos, científicos, empresarios; profesionistas de todas las especialidades y hasta políticos, todos caben en las páginas de esta lujosa revista. Coleccionaría la revista descargándola electrónicamente desde un PDF, pero debo confesar que el ISSUE nunca me atrajo para la lectura. Ese será un tema para conversar con el Maestro Molinari para visitarlo en sus oficinas o al encontrarlo algún día atravesando el parque mientras saborea los helados de los neveros ambulantes, porque debo decirte, Ana Karen, que Molinari es un celoso defensor del comercio local. Me lo toparé tomando café o en alguna actividad cultural de las decenas que abundan en los espectaculares museos, Casa de Cultura y espacios públicos.
Como sea, Ana Karen, al seguirle la huella al Maestro Molinari descubrí otras de sus facetas y habilidades como son sus PODCAST HABLEMOS DE… producidos con Paty Espinosa abordando trascendentes temas como en estos últimos programas leyendo las Cartas a Ricardo, justo al celebrarse sus 100 años de natalicio. Molinari y Paty son unos espléndidos lectores quienes te atrapan con los matices de sus voces, con sus digresiones en medio de la lectura y su fino sentido del humor.
A Molinari, las letras le fluyen por los dedos como manantial de agua; su memoria es impecable. Y su forma de conversar con personalidades de Comitán en su programa PLATICATORIO lo convierte en un juglar del Siglo XXI al conducir a sus entrevistados por esos laberintos de la mente por donde se pasea plácidamente para revelarnos la personalidad de sus destacados invitados.
Imposible omitir, la forma de conocer a gente sencilla del campo y la ciudad así como a notables personajes a través de esos encuentros casuales donde se abroga en “ES MI PRIVILEGIO” el derecho de plasmar en una fotografía la micro semblanza de sus conocidos.
Pues hoy, es mi privilegio destacar la figura de Alejandro Molinari, el cronista de Comitán con o sin nombramiento oficial, pues fue, es y seguirá siendo un sembrador del pasado y presente de las huellas de Comitán, esas que no las borra nadie; ese será su más valioso legado como un cuestión de amor.
de