Sr. López
Hace no mucho, este menda preguntó a su impresentable primo Pepe, cómo había hecho para siempre salirse con la suya. Su respuesta hubiera enorgullecido a Maquiavelo: -No tiene chiste, procuro no tener cómplices y si los necesito, los hago ganar bien, que se embarren hasta las cejas para que sean mis defensores no por leales sino por miedo a que yo los hunda más, te digo, no tiene chiste –bueno, así es (porque vive… y sigue igual).
Por mal informado que alguien esté, sabe que el presidente López Obrador presume que no es tapadera de nadie y que cuando alguno de sus colaboradores es sorprendido en alguna travesura con el erario, lo echa a los leones (casos de estudio: René Bejarano, ‘El Señor de las Ligas’ y Gustavo Ponce, ‘Mr. Las Vegas’).
Como sea, a lo largo de su vida política fue un moderno Savonarola que con la misma convicción que el famoso fraile dominico, predicó con tenacidad contra la corrupción, el lujo, el lucro y la depravación de los poderosos. I’iñor.
Esa inflexible actitud de indiferencia sobre el destino de los cercanos a él envueltos en escándalos de corrupción, cambió desde el 1 de diciembre de 2018, cuando asumió la presidencia de la república. Son bien sabidos los casos en que ha salido a defender airadamente no solo a sus hermanos (se entiende), sino también a ajenos a su familia, como el simpatías David León de tan imborrable recuerdo en Chiapas.
Lo que llama la atención es su defensa a ultranza de Ignacio Ovalle Fernández, a quien él puso al frente de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), paraestatal fundada en enero de 2019, fusionando Liconsa y Diconsa, para la autosuficiencia en maíz, trigo, arroz, frijol y leche.
Y ahora resulta según la Auditoría Superior de la Federación, que en los tres primeros años de existencia de Segalmex, andan bailando 15,151 millones de pesos. La famosa ‘Estafa Maestra’ fue de poco menos de 8 mil millones; o sea: lo de Segalmex anda cerca del doble.
Ya reventado el escándalo, en abril del 2022, el Presidente quitó a Ovalle de Segalmex y lo metió en la Secretaría de Gobernación, como coordinador del Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal (de chiste).
¿Qué falló en Segalmex?… primero veamos quién es el Ovalle. En 1975 era secretario particular y secretario de la Presidencia, con Luis Echeverría (hace 48 añitos); luego fue director general del Instituto Nacional Indigenista y coordinador del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados (Coplamar); en 1988 con Salinas de Gortari, fue titular de la Conasupo, cuando Raúl Salinas hacía y deshacía ahí y luego don Ovalle, en octubre de 1989, desmanteló la Conasupo: despidió a más de 20 mil trabajadores, vendió plantas y activos, quitó los precios de garantía para los campesinos, cerró y vendió 589 Conasuper y retiró las concesiones de 2,144 tiendas.
También, ya con Miguel de la Madrid, fue embajador de México en Argentina de 1983 a 1987, en Cuba de 1987 a 1988; y de 1994 a 1997 fue Diputado federal por la LVI Legislatura. Todo por el PRI. Luego se afilió al MC de Dante Delgado, diez años y apareció de repente pisando con garbo, como buen morenista. ¿Qué podía fallar?
La FGR ha recibido 38 denuncias, ya abrió más de 20 carpetas de investigación y ha vinculado a proceso al extitular de la Unidad de Administración; al exdirector Comercial; un subgerente, dos subjefes de almacén rural y una coordinadora, además de tres personas relacionadas con una empresa proveedora. Y don Ovalle, muy sereno chambeando en el Gobernación, aunque el Presidente ya ha dicho que si tuviera que ver en esa danza de miles de millones, pues que apechugue… pero no va a apechugar. Lo sabe.
¿Y por qué lo sabe?, porque el asunto de Segalmex es gordísimo, no tanto por los dineros esfumados sino por la conexión que tiene con operaciones comerciales gracias a las que el gobierno de Venezuela (del Nicolás Maduro), evadió el bloqueo que le impuso el tío Sam, cosa fea de parte de la Casa Blanca, sí, pero México no está como para ir a reclamar nada al matón del barrio.
Eso es lo que no debe ventilarse. No son pocos los indicios y rastros de documentales que embarran a Segalmex en operaciones que a fin de cuentas sirvieron para que don Maduro pudiera vender petróleo, saltándose a la torera el embargo yanqui. El diario El País ha publicado amplias investigaciones en las que aparentemente está involucrada una empresa mexicana, un subsecretario de la Cancillería y Segalmex.
Algo debe ser cierto porque el 18 de junio de 2020 el Departamento del Tesoro de los EUA sancionó a la empresa y su representante, aduciendo que “las llamadas transacciones de ayuda humanitaria no solo se cobraron, sino que implicaron un negocio de cientos de millones de dólares para un grupo de empresarios a expensas del pueblo venezolano, malbaratando sus recursos naturales”; y en Washington se preguntan si todo ese merengue se pudo hacer por funcionarios mexicanos de bajo rango o si estaba enterado el que manda, ya sabe quién.
La cosa a brocha gorda, era así: Segalmex compraba a productores nacionales, revendía productos alimenticios a empresas que triangulaban la operación; Venezuela pagaba con petróleo; el petróleo se revendía a precios comerciales, se quedaban con las utilidades y el cambio se mandaba a Venezuela. Encima, rateros. ¿Y qué tiene que andar metiéndose en esas honduras nuestro gobierno?
El testaferro de Maduro en esto es un tal Alex Saab, ya preso en los EUA por lavar dinero para Maduro; y él informó a los EUA sobre los actos de corrupción del gobierno de Maduro, incluidas las operaciones con Segalmex, pues resultó ser… informante de la DEA. ¡Acabáramos!
Ya se regó la información en la prensa internacional llamando a este numerazo “una red secreta al servicio del gobierno de Maduro desde México”; y nuestro gobierno ya investiga a través de Hacienda, la UIF y la FGR… sin salpicar al Ovalle, no sea que a sus actuales 77 años, no esté dispuesto en ir a la cárcel y se atreva a destapar el pastel.