Sr. López
Tía María Luisa, allá en Toluca, enviudó ya con sus tres hijos adolescentes (una señorita y dos muchachos). Quedó solemnemente pobre (el ataúd se lo fiaron). Se puso a hacer pasteles. A los hijos los sacó de la escuela; al mayor, lo metió de garrotero en un restaurante; al menor de dependiente en una tienda de granos; y a la hija, en una academia de contabilidad. La familia puso el grito en el Cielo. Los hermanos del difunto le dijeron que le pasaban el gasto… los mandó a tomar viento fresco. La tía era libanesa, no le había dicho, y en pocos años tenía una fábrica de pasteles, un restaurante y una tienda de granos; la hija llevaba las cuentas. Murió rica y los dejó ricos a los tres. Rigurosamente cierto.
Algo anda mal. Mire los esfuerzos oficiales para combatir la pobreza. Se gastan carretadas de dinero y hay más pobres, cada vez más. Algo anda muy mal.
Desde hace 32 años, la obsesión de nuestros gobernantes es crear programas sociales y repartir dinero (en 1992 se creó la Sedesol, Secretaría de Desarrollo Social, en el gobierno de Salinas de Gortari, para eso, para combatir la pobreza); y nada, la pobreza aumenta a pesar de los 17 billones de pesos (17 millones de millones; dato de “Primero los menos pobres”, Política social, desigualdad y pobreza durante el sexenio de López Obrador; Máximo Ernesto Jaramillo–Molina; Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente; si le interesa en San Google lo encuentra), dineral que se han gastado en 14 años (entre 2008 y 2022), en programas y acciones sociales del gobierno federal, según informa el Coneval (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social).
El actual Presidente proclamó el 11 de agosto de 2023, que la pobreza ha disminuido (“una disminución de la pobreza y la desigualdad de manera histórica”, dijo). Mintió con ganas de mentir o mintió por ignorancia, pero lo que dijo no es cierto.
El Presidente alardeó con datos del Índice de Medición Multidimensional de la Pobreza 2022, del Coneval, pero o no leyó completo el informe o si lo leyó, no lo entendió.
Sí bajó el número de pobres por ingresos (nomás faltaba que no con las cataratas de dinero que reparte), pero Coneval aclara que es pobre el que tiene alguna carencia como el rezago educativo o la falta de acceso a los servicios de salud; y el mismo Coneval informa que la población con carencia de servicios de salud, pasó de 20.1 millones en 2018 a 50.4 millones en 2022, más del doble; y adicionalmente, están en rezago educativo 25.1 millones de mexicanos.
Y como cualquiera se enreda entre tantos datos del informe 2022 del Coneval (no se crea, pero para que no se sienta mal el Presidente), basta uno solo: “Población NO pobre y NO vulnerable: 27.1% de la población, 34.9 millones de personas” (no anda uno inventando, si desconfía, revise en https://www.coneval.org.mx/Medicion/Paginas/PobrezaInicio.aspx).
No son ganas de repartir rebanadas de depresión, pero si según el Inegi, en el primer trimestre de 2023, la población del país era de 129 millones, entonces si le resta usted los NO pobres, resulta que los pobres suman 94.1 millones de tenochcas, unos con la panza pegada al espinazo y otros pidiendo limosna en la entrada de las farmacias, receta en mano. Esa es nuestra dura realidad. Somos un país de pobres. Lo demás, en serio, es música de viento, ‘flatus vocis’, palabrería, demagogia, indiferencia.
Y lo que parece que está mal, es que se combata la pobreza (no se alborote, lea otro poquito): tal vez en lugar de combatir la pobreza, se debería fomentar la riqueza. Como se oye. A lo pelón. ¿O no sería lindo un México de puro rico? (unos más ricos que otros, eso sí, que la “igualdad” es un imposible y otro engaño de políticos rascuaches, repetidores de frases hechas).
Nada más piense qué se pudo hacer con esos 17 billones de pesos (17 millones de millones), repartidos a lo puro maje durante esos 14 años, en vez de invertirlos en fuentes formales de empleo, con buenos sueldos y seguridad social. Para que le calcule, el gasto de inversión federal del año pasado, según la Secretaria de Economía, sumó poquito menos de 1,039 millones de pesos… lo que se han quemado nuestros gobernantes repartiendo dinero, son 16,361 años de gasto-inversión (haga usted la cuenta, chéquelo). Así es el tamaño del absurdo de los programas de combate a la pobreza. Son una locura.
Nuestros gobernantes están pandos de gusto, predicando que combaten la pobreza, cuando lo que hacen es administrarla en su favor, creyendo que sus dádivas les aseguran el agradecimiento del peladaje y votos. Y todo lo que reparten es nuestro dinero, de nosotros, no se le olvide.
Bueno, les tengo noticias, el agradecimiento del tenochca simplex, nivel banqueta, dura lo que dura el sexenio (y luego seguirán y aplaudirán a quien traiga la maleta del dinero); y lo de los votos es una peculiar idea de políticos de capacidades diferentes, si fuera cierto, el PRI jamás hubiera perdido el poder porque el PRI inventó lo de andar repartiendo dinero y aparte creó instituciones que mucho han beneficiado al país (aunque arda reconocerlo a los que viven de hablar mal del PRI).
Como es dura la sesera oficial, a ver si nos entendemos bien sobre la boba idea de que repartir dinero resuelve la pobreza. El presupuesto de egresos nacional este año es de poquito más de 9 billones (millones de millones). Si lo repartieran todo entre los 94.1 millones de pobres; les tocarían 7,970 pesos mensuales… seguirían pobres (y los ricos, ricos).
No propone este menda que se cancelen los programas sociales así de tajo. No. Pero sí que se revisen. Se está tirando dinero a lo baboso, al tiempo que se lo han recortado a rape a los campesinos, que esos sí que deben recibir todo el apoyo necesario: la comida es de seguridad nacional. Y también propone que se fiscalice el sideral gasto social de este gobierno. Lo que es otra razón más por la que este Presidente está aferrado a que gane su candidata. Él sabe por quién doblan las campanas. Por él.
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