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Conectividad / A Estribor

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Juan Carlos Cal y Mayor

Creo que, con sincero entusiasmo, el gobernador Eduardo Ramírez anunció en el informe de sus primeros 100 días de gobierno desde Tapachula la inauguración del vuelo Tapachula–Tuxtla–Palenque. Incluso transmitió un video desde la cabina del avión Cessna Caravan de 14 pasajeros, aduciendo que era nuevecito y que acababa de llegar de Florida con apenas unos cuantos vuelos en su haber. Supongo que fue para atajar cualquier comentario negativo en el sentido de que se pudiera tratar de un avión ya viejo. No sé si esa ruta ya ha iniciado operaciones, ni se saben cuáles serían sus horarios y costos, pero seguramente pronto lo sabremos. Supuse que en días subsecuentes la secretaria de Turismo, mi joven amiga Maru Culebro, o Segundo Guillén, el subsecretario (también un querido amigo), estarían hablando del tema, si no en entrevistas, al menos en sus redes sociales… pero no.

UN POCO DE HISTORIA

Abordo esta historia porque justamente a mí me tocó (siendo secretario de Turismo por allá del 2010) inaugurar precisamente la misma ruta (con una línea llamada Aerotucán), que luego de un año tuvo que cerrar por falta de afluencia. Y no es que sea yo un ave de mal agüero, sino que pienso que esa y otras experiencias deberían ser tomadas en cuenta para no cometer los mismos errores. Pasó durante el gobierno de Roberto Albores, que quiso reactivar el aeropuerto que tuvo San Cristóbal, llamado Corazón de María (a 20 minutos), hoy abandonado, y el de Copalar, que fue civil y después militar. En ambos casos se inauguraron rutas a la Ciudad de México, pero resultó que la gente prefería viajar hasta Tuxtla porque los vuelos, al ser pocos, no eran costeables y terminaron cerrando.

Lo que quiero decir es que se ha intentado antes que Chiapas tenga una buena conectividad aérea, pensando en su potencial turístico, pero por diversas razones no funcionaron y es algo que se debería tener en cuenta ahora. Es ineludible comentar que en el pasado Chiapas tuvo muchas pequeñas pistas aéreas en las que se transportaba principalmente café, pero con el tiempo se fueron desactivando, sobre todo después del levantamiento armado zapatista y por cuestiones de seguridad y control militar.

PALENQUE

El caso más relevante fue la construcción y entrada en operación en 2010 del aeropuerto internacional de Palenque, cuyo costo inicial fue de 1,200 millones de pesos y, si no me equivoco, terminó costando unos 1,600 millones. Ya existía en operación una pista y una pequeña terminal (Flores) desde 1998, que operaba pocos vuelos en avionetas privadas y de gobierno, pero el nuevo se proyectó como internacional, lo cual incluía personal migratorio y una pista de 2.5 kilómetros adecuada para operar vuelos comerciales y de carga medianos y grandes. Se trataba de una “histórica” demanda a decir de los palencanos. Los turisteros no dejaban de insistir en que Palenque no despegaba como destino por no contar con un aeropuerto moderno. El hecho es que, desde su entrada en operación, no pasó de tener un vuelo semanal a México (de Interjet), que finalmente canceló sus operaciones. Y es que, en mi opinión la conexión natural no era la Ciudad de México, sino la Riviera Maya, vía el aeropuerto de Cancún. A pesar de la distancia por carretera, la afluencia de Palenque en 2019, fue de 824,311 visitantes, cifra que disminuyó a menos de 300,000 en 2020 debido a las restricciones sanitarias.

TREN, CARRETERA Y AEROPUERTO

La operación actual del aeropuerto está ahora en manos del Ejército, y se supone que, con el Tren Maya, la construcción de un nuevo y moderno hotel, la idea sigue siendo que Palenque sea un gran destino turístico. Si a eso le sumamos el propósito de este gobierno de construir la carretera San Cristóbal–Palenque -que reduciría a dos horas y media la distancia- estamos hablando de un “moderno” tren de pasajeros, una carretera nueva y un buen aeropuerto. Más no se puede. No se sabe, sin embargo, más allá de este nuevo vuelo de 14 pasajeros, si se piensa detonar el actual aeropuerto de Palenque, a menos de que se trate del secreto mejor guardado… solo que el turismo no funciona así. Sino los inversionistas del sector estarían pensando muy en serio en invertir en nuevos desarrollos y eso no está sucediendo.

Chiapas ya no está para ocurrencias ni elefantes blancos. Un producto turístico es lo que se diseña, promociona y vende para atraer visitantes a un destino, y debe ofrecer una experiencia completa y satisfactoria. Un producto turístico no se improvisa. Es como una obra colectiva donde todos los actores tienen un papel crucial. Si uno falla (por ejemplo, malas carreteras, basura en el sitio, o trato descortés), toda la experiencia se ve afectada.

En mi opinión un proyecto integral para detonar el desarrollo turístico en Palenque, debería incluir un centro de convenciones cuya inversión no tiene porque ser multimillonaria. El hecho es que no existe un solo reciento que supere los 400 asistentes y así no se puede pensar en grande. Como destino turístico, Palenque es envidiable porque sobran lugares para visitar y lo que faltaría sería tiempo ahora que ya es seguro visitar la zona. Pero parece que no es lo mismo ser empresario turístico que funcionario público. No es lo mismo ser borracho que cantinero.

¿A LA DERIVA?

¿Navegamos entonces a la deriva? Tenemos un gobernador que de verdad cree y quiere impulsar el turismo, pero con una falta de sincronía de su equipo de trabajo que se supone conoce bien cómo funciona el turismo. La pregunta es: ¿para dónde vamos? ¿Existe un plan o una estrategia que no conozcamos? Porque, de ser así, ya deberían estar trabajando intensamente en este tema. O es quizás que apenas estamos en el arranque de este gobierno y es demasiado pronto para exigir resultados. Que primero era restablecer la seguridad y que lo demás vendrá con el tiempo. Puede ser. Aunque, basados en esa premisa y en esa promesa cumplida, ya deberíamos ver al equipo de turismo y a los empresarios del ramo trabajando a marchas forzadas… pero parece que no. No se ve que haya un plan maestro ni una estrategia clara. Abrir rutas aéreas suena bien, pero si no se saben vender, terminaremos cerrando o subsidiando su operación para que no parezca un fracaso. Así que ¡manos a la obra, pero ya!

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