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Artículo Único / Inseguridad, tema pendiente

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Angel Mario Ksheratto

Los datos proporcionados, casi día a día, por la dependencia encargada de “garantizar” la seguridad de Chiapas, son, en apariencia, halagüeños; las detenciones de delincuentes o presuntos delincuentes, son constantes. Un promedio de entre cinco y 15 criminales son capturados diariamente, según los números que arrojan los boletines policiales. Esto, solo en las ciudades más importantes.
No obstante, el índice de criminalidad, no desciende. Los robos van en aumento y cada vez más, con uso de violencia excesiva, lo cual preocupa, pues significa que la delincuencia lleva muchos pasos delante de las autoridades. Si regionalizamos la criminalidad, encontramos que la franja fronteriza con Guatemala y la zona cercana a Tabasco, son las de mayor incidencia delictiva.

O eran. Porque conforme pasan los días, el fenómeno está creciendo exponencialmente hacia la zona Centro, Altos, Frailesca, Norte, Centro, Soconusco y Costa. De tal manera que en todas las regiones de la entidad, la inseguridad empieza a rebasar los programas institucionales que, hasta hace algunos meses, venían funcionando, sino bien, por lo menos regularmente, lo que ya era algo positivo.

La cuestión de la inseguridad, según expertos, tiene varias causas de fondo, pero dos, son las más preocupantes: el altísimo índice de desempleo y el estancamiento de la migración. El índice de violencia en ciudades como Tonalá, Arriaga, Tapachula, Huixtla y otras comunidades costeras, es atribuible al crecimiento de la población migrante, dicen, aunque hasta ahora, ninguna autoridad ha presentado un estudio serio para reforzar esa teoría.

Tampoco hay datos concretos para decir que el creciente desempleo es factor determinante, empero quienes sostienen ese punto de vista, se basan en la carencia de oportunidades laborales, lo cual es cierto.

Algunos cálculos oficiales indican que solo dos de cada 10 detenidos, son de procedencia centroamericana. Así mismo, se sabe que tres de cada 10, son chiapanecos y los cinco restantes, de otros estados de la república mexicana. Es un dato significativo y a la vez, preocupante. Porque si volteamos hacia los últimos hechos, habremos de notar la utilización de armas de grueso calibre y desde luego, mayor uso de violencia. Vemos además, métodos más sofisticados, lo cual indica que son gente con amplia experiencia.

En los últimos años, la política gubernamental ha sido, principalmente, de prevención. Y ha tenido éxito. Relativo si se quiere, pero éxito al fin. Parece que ha llegado el momento de combatir frontalmente a esos grupos. La prevención es buena, pero no eficaz cuando se trata de hacer frente a modalidades más intrincadas, que requieren acciones contundentes.

Habrá de empezarse con, primero, una profunda depuración de los cuerpos policiales porque algunos de sus elementos, están de una u otra forma, ligados a quienes cometen fechorías. Segundo, debe mejorar el trabajo de los ministerios públicos, pero sobre todo, se debe erradicar la corrupción en esos entes, donde un soborno generoso, permite a los delincuentes salir por la puerta grande.

Tercero, los jueces deben ser vigilados, pues si el ladrón no es liberado por la policía que lo detuvo, lo es en el Ministerio Público o si no, frente al juez, que obviamente, no lo hace por falta de méritos, sino por exceso de billetes.

Por último, se debe capacitar mejor a los policías, en todos los aspectos. Los nuestros, seamos francos, están capacitados para detener al borrachito de la colonia, fustigar a los chavos solo por su apariencia física o por su forma de vestir o lanzar gases a los manifestantes. No tenemos una policía eficaz y eficiente. Sin ánimos de discriminar, lo único que los distingue es su enorme barriga o su capacidad para golpear a inocentes.

La política de seguridad debe ser integral. Debe constituirse una policía competente; con un cuerpo de inteligencia que esté muy por delante de las acciones criminales, no con un grupo de chismosos, perseguidores de periodistas incómodos y líderes sociales rebeldes. Es decir, gente que dé resultados positivos, no que solo engrose nóminas salariales. Gente que garantice la paz pública y el patrimonio de los chiapanecos.

Es elogiable que a diario se detenga a uno o mil delincuentes; el reto es que éstos permanezcan donde deben estar pagando su deuda con la sociedad. Gastar recursos para detenerlos y dejarlos en libertad antes que la justicia cumpla su cometido, es un gasto innecesario. La política de seguridad, debe ser integral. Incluir todos los aspectos, para asegurar el bienestar de todos los chiapanecos. Insisto: con políticas blandengues y cifras maquilladas, la seguridad solo será un tema pendiente. ¿O no, don Raciel? ¿Don José Luis?

 

ksherato@gmail.com

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