Ernesto Gómez Pananá
Suele decirse que cada época es única, que cada tiempo es el mejor o el peor de los tiempos, que el mundo se encuentra en coyunturas inéditas. Tal vez no siempre es así, pero también tal vez, este 2025 cierra con coyunturas que nos indican que este sí es un tiempo singularísimo con sus buenos, sus malos y sus feos sucesos. Para cerrar el ciclo 2025 de esta su galimática columna semanaria, una referencia para cada una de las categorías referidas.
Lo bueno.
La imagen es poderosa, el registro en video da cuenta de Gabriel Boric, el más joven presidente en la historia de Chile, un izquierdista confeso electo con contundencia y estabilidad hace cuatro años. El domingo pasado, los chilenos viraron de la izquierda a la derecha, y eligieron a José Antonio Kast, representante del Partido Republicano de Chile, político conservador, antifeminista, antigay, antiaborto, antimigrante aunque, paradójicamente, hijo de migrantes alemanes llegados a Chile al fin de la Segunda Guerra Mundial y, doble paradoja, su padre formó parte del ejército nazi.
Pero permítame volver a la imagen, que eso es lo bueno, y presenta a un Boric presidente que expresa, y cito textual:
Presidente Constitucional Boric: José Antonio Kast, lo llamo siguiendo una linda tradición republicana que nos enorgullece y que nos honra. Tal como conmigo lo hizo el presidente Piñera, yo hoy lo hago con usted. Ha obtenido un triunfo claro. Usted ha sido electo Presidente de la República de Chile y, por lo tanto, de todos los chilenos y chilenas. Eso usted sabe, es una gran responsabilidad que hay que abordar con mucho cariño, con mucha humildad, con mucho, mucho trabajo.
Quiero que sepa que como Presidente de la República, y prontamente expresidente de la República, siempre estaré a disposición para colaborar con los destinos de la patria.
Presidente electo Kast: Le quiero agradecer, Presidente. Así como le planteé cuando fui a saludarlo, también mi interés era colaborar para que recuperáramos la paz entre nosotros. Hoy le hago el mismo planteamiento: que esta sea una transición muy ordenada y respetuosa y que, después del 11 de marzo, me interesaría también mucho contar con sus opiniones, con su mirada de lo que es el país.
Le agradezco este llamado y también la posibilidad de encontrarnos en un momento para poder conversar más en privado sobre cómo hacer la mejor transición y ver cuáles son los puntos neurálgicos donde nosotros podemos avanzar y que usted ve que están pendientes.
Sobra decir algo más. Tremenda y ejemplar institucionalidad chilena, tremenda solidez democrática, ejemplar poder y madurez cívica en una democracia tan joven. Aplausos.
Lo malo.
La violencia, las muertes violentas, las desapariciones. La herida profunda en Jalisco, en Sinaloa, en Michoacán, en Guerrero, en Guanajuato, en Zacatecas y en prácticamente cualquier rincón de nuestro país.
Según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, del 1 de enero al 18 de diciembre de 2025, el gobierno mexicano documentó 33,595 personas reportadas como desaparecidas o no localizadas, el dato, si se desagrega es escalofriante, pues equivale a 91, si, noventa y un personas por día y casi cuatro personas por hora. Dicho esto en español popular significa que, según datos oficiales, en México desaparece una persona cada quince minutos. Un horror que parece no tener fin próximo.
Lo feo.
En 2025 el cambio climático dejó de discutirse en futuro. Ya no es “para 2030”, ni “si no hacemos algo”. Es ahora, y está pasando en tiempo real.
En Acapulco, 2025 fue el año posterior al golpe, pero no el de la calma ni el regreso a la normalidad. La ciudad siguió pagando Otis: lluvias más intensas de lo habitual, infraestructura frágil, temporada de huracanes que la población vivió con miedo anticipado. El desastre ya no fue solo el impacto inicial, sino la incertidumbre permanente y la zozobra cotidiana.
En Nuevo León, el agua volvió a ser tema de alarma. No como crisis espectacular, sino como desgaste continuo: presas con niveles bajos, calor extremo prolongado, consumo restringido de facto. En 2025 quedó claro que el problema no era un año malo, sino un nuevo patrón al que hay que acostumbrarse.
El calor fue protagonista. En la primavera–verano de 2025, varias ciudades mexicanas rompieron o rozaron récords históricos de temperatura. Se reportaron escuelas suspendiendo clases, trabajadores expuestos sin protección, hospitales atendiendo golpes de calor como rutina. El cuerpo humano convertido en sensor climático.
El campo lo sintió antes que nadie. Sequías prolongadas en el norte y centro del país, lluvias erráticas en el sur. Siembra a ciegas, cosechas inciertas, precios al alza. El cambio climático no es un discurso de advertencia ni una amenaza de futuro: está aquí, nos ahoga, nos quema, nos seca. Es México y él desde luego el planeta entero.
Lo feo es que ya no se trata de salvar al planeta, el planeta sigue.
Se trata de si nuestras ciudades, nuestras economías y nuestros cuerpos están hechos para lo que ya viene. El planeta sobrevivirá sin nosotros, pero nosotros no sin el planeta.
Oximoronas 1. El partido -¿me veré muy mal si le llamo cartel?-, el autollamado partido verde y su líder “moral” (hagan de cuenta que ya es 28 de diciembre por favor), el señor Manuel Velasco insinúan abiertamente que empujarán la sucesión del gobernador de San Luis Potosí a manos de su esposa, a contrapelo incluso de lo que opina la presidenta de México. Ruines, cínicos, descarados. Los adjetivos no alcanzan para describir a tan deleznable personaje. El daño que el señor Velasco y su pandilla le han hecho a México es incuantificable.
Oximoronas 2. A petición del columnista, el Galimatías semanal hará una pausa -desconozco si merecida o no- y dejará descansar a sus 21 lectores, deseándoles lo mejor para estas fiestas, que venga un venturoso -y transformador- 2026. Nos vemos -nos leemos- el domingo 11 de enero.