Crisis del Gusano Barrenador en Tonalá: un enemigo silencioso frente a un sistema de salud en ruinas
Por Juan Carlos Toledo
Tonalá, Chiapas. – El gusano barrenador avanza, y con él, la desesperación de ganaderos que enfrentan una amenaza biológica sin precedentes recientes. Mientras tanto, las instituciones de salud y sanidad animal parecen operar bajo una lógica de emergencia perpetua… sin recursos, sin personal suficiente, y sin prisa.
De acuerdo con Juan R. López Camacho, representante de la autoridad sanitaria, en Tonalá ya se han identificado 80 casos en bovinos, uno en un perro, y una persona que se encuentra bajo observación médica por posible afectación. Las cifras, aunque todavía controlables en papel, tienen un potencial devastador en campo, donde los pequeños ganaderos son los más vulnerables.
López Camacho también hizo un llamado firme a la acción, no solo dirigido al sector ganadero, sino a toda la población. “Es fundamental prevenir, pero también denunciar de inmediato cualquier sospecha de presencia del gusano barrenador en animales o personas. La respuesta oportuna puede marcar la diferencia”, señaló.
Por su parte, el presidente de la Asociación Ganadera Local, Carlos Vázquez, urgió a sus agremiados a dar puntual seguimiento a la situación. “Esta situación álgida debe tomarse con toda la seriedad, porque es preocupante para el pequeño productor y la ganadería en general”, declaró, aludiendo al riesgo que representa la falta de atención institucional.
El problema, sin embargo, no es nuevo. El gusano barrenador —una larva parasitaria que literalmente se come vivos a los animales— ha sido erradicado en otras regiones gracias a campañas de vacunación y vigilancia constante. Pero eso requiere inversión, infraestructura y personal capacitado. Tres cosas que, en muchos rincones de Chiapas, simplemente no existen.
¿Cómo va a enfrentar el sector salud esta “pandemia” si está en estado terminal? Esa es la pregunta que flota en el aire. Clínicas sin médicos, laboratorios sin reactivos, campañas sin presupuesto, y una burocracia que avanza más lento que el propio gusano.
Lo preocupante no es solo el número de casos, sino la apatía oficial. En plena emergencia, los tres niveles de gobierno parecen atrapados en su propio laberinto administrativo, mientras la amenaza se extiende por el campo chiapaneco.
El gusano barrenador no solo está carcomiendo reses: está dejando al descubierto la carne viva de un sistema de salud y sanidad pecuaria que lleva años descomponiéndose. Y si no se actúa ahora, la crisis será doble: una sanitaria y otra social.
La ganadería, piedra angular de muchas comunidades rurales, no puede ser defendida con discursos y comunicados de prensa. Requiere acción, presupuesto y coordinación. Hasta ahora, lo único que ha llegado a tiempo es la plaga. Ah porciento una asistencia pobre.