
Guillermo Ochoa-Montalvo
Querida Ana Karen,
Siendo muy joven María Soledad conoció a un chico de San Luis Potosí, sin imaginar que el futuro la conduciría de Chile a México en un viaje a través de la poesía, la cultura y la experiencia de Ser mujer en tierras ajenas y lejanas.
Frente al espejo cepilla su cabellera azabache mirando algunas canas asomarse indiscretas; fija la mirada en los ojos de la mujer del espejo que la observa a través del tiempo; la escucha diciéndole, —Sigues siendo aquella niña de papá en el cuerpo de una atractiva mujer; eres la mujer enamorada del amor en una búsqueda incansable donde el primer amor se enquistó para siempre.
María Soledad cierra los ojos; escucha a la sexagenaria del espejo y desde ahí, escribe mentalmente esa NOCHE DE NOSTALGIA, plasmando en versos, aquello difícil de expresar de otra manera. Difícil de expresar la relación con su madre; el amor por su padre; la pasión por sus hijos Nicolás y Marco; la añoranza de sus tres nietos; sus viajes de ilusión y filigrana; la muerte de Matías, su sobrino; la nostalgia de aquellos tiempos en la Patagonia mirando los fardos de nieve a la orilla del mar mientras escucha los poemas de su amigo Mario Barahona; evoca las chimeneas encendidas tan intensas como su fuego interno.
Esta Noche de Nostalgia, en medio de la nada, descarga la tinta sobre el papel para escribir con el alma: “Tengo anhelos que me invaden, sé que tuve todo y a raudales, goce en brazos de la vida, noches de plenitud abrazada a mis sentires más profundos, tuve amores rodeando mis labios, viví días de gloria que creí eternas, y así también infiernos ardiendo. Cada experiencia está adherida a mí, agradecida de ser y estar viva en esta vida tan mía, con rincones que están colmados de recuerdos. Tengo anhelos que se desgastan en mis venas, esperando renacer… cada día un día se escapa… Sé, se multiplicará al doble. Emociones y rabias en mi espacio, mi aliento, mis suspiros reviven cuando pienso en un futuro próximo. Amar… amar es mi verbo, lo he conjugado en futuro y pasado volveré vivirlo en presente lo sé, nací para ser amada sin tiempos. Sé, nunca mi corazón se silenciara. Vibro con la vida, aun grito por una injusticia y aplaudo una gloria, no dejo lugar a dudas, y si dudas; mírame solo unos momentos, y terminarás viviendo conmigo, hoy me envuelvo de soledades y ausencias acompañada. Regresaré a mi historia hermosa. Cuántas lágrimas me quemaron, y se cansaron de visitarme. Hoy quisiera vivir el resto de esta vida que amo intensamente, perdiendo mi mirar en un mirar que se anide en mis ojos, quisiera recuperar lo que amé con la vehemencia más absoluta, correr tras esa quimera que la vida sin permiso me robó…”. Desde su soledad, firma su poema como lo hace desde su primer libro: María Soledad Lanas Varela.
Mi María, como la llamo desde que empezó, hace 20 años, a colaborar tímidamente para el periódico digital de Columna Sur, soltó la mano, dejó escapar sus miedos; se atrevió a plasmar en 5 libros fragmentos de su intensa vida sin pedirle permiso a la experiencia de vivir.
Siempre rodeada de sus quereres, desde su soledad, mi María publica en 2005, SOPLOS DE MI VIDA. Un manuscrito sutil, que nos recorre la piel árida y resquebrajada en momentos de las inclemencias del amor, versos que llegan como bálsamo sanador, avivando nuestro interior sobre aquella playa ciega de vientos de sal, retornándonos la sonrisa, el calor, y porque no, de esos momentos íntimos de placer. SOPLOS DE MI VIDA nos hace sentir la magia, la intensidad de momentos vividos, son dos aspectos que como buen condimento no faltan en los trazos de estos poemas que nos regala una manera rica de expresar sentimientos que nos alientan a caminar por la gran senda de los derivados del amor y el romance.
Tres año después, le publican en 2008 LÍNEAS CRUZADAS donde podemos observar a María Soledad Lanas Varela revivir en sus poemas la intensidad que la recorre, vemos, como derrama en versos su concepción del amor, donde priva constantemente el anhelo, la emoción, la inquietud de un corazón que palpa lo que siente y lo despliega, proclamándole a la vida la existencia de ese amor establecido por las almas, reclamando libertad, la libertad del placer de amar sin miedos, sin complejos, ataduras ni tabúes. La poesía es alma para la obra poética de María Soledad Lanas Varela, es eco de esas emociones que la fecundan en los momentos más íntimos, allí donde se convierte en su propia musa sobre la piel de su cuerpo, entremezclando su espíritu de frio invierno en primavera.
En 2009, escribe A OJOS CERRADOS, un libro diferente lleno de misterios, vivencias y placeres donde se esconde el aliento de muchas sensaciones profundas e intensas que cobran vida nocturna entre el silencio que grita, que agita, que desespera por no quedar inconcluso. Cada verso va tomando forma y adquiriendo vida propia de iniciativas sin mucho preámbulo, arriesgado, dando un salto al vacío desde la pluma mágica de María Soledad.
En el 2010 toma nuevamente la pluma para llenar las páginas de su libro A CORAZÓN ABIERTO. Son esas rimas de sensibilidades ocultas al alma que fluyen de nuestros sentimientos. Es poesía de una esencia liberal que muchos llevamos dentro y que pocos se atreven a descubrir, levantar alas y volar. Es un viaje magistral y mágico que se desborda en tinta ocre desde la propia pluma de María Soledad Lanas Varela dentro de unas letras llenas de amor. Amor entre cadencias de un canto de vida, de conquista y destino, de deseo y derecho, como tentativa a expandir sueños, emociones y sensaciones más allá de una jaula dorada, diciéndonos: “…A Corazón abierto entre senderos que conducen a mayores plenitudes que a veces parte, y no respira y luego descubre sin saber como que inhala oxígeno y vuelve a latir”.
María se desnuda en RAIZ Y VUELO hace diez años, en el 2015, en estos tiempos turbulentos donde el romanticismo está casi obsoleto y la poesía esta moribunda, perdiendo no sólo la vida sino alejada de su propios orígenes, pues, renacen como el ave fénix manuscritos llenos de sentimientos intensos, de deleites, dándole colorido al amor, regalándole la fuerza perdida y su belleza natural, en un intento de conseguirle un suspiro al alma. Versos que llegan a su poder máximo a través de noches de estrellas y luz de luna, de insomnios provocados, y sabanas de seda blanca, del romanticismo de un corazón inquieto, refinado, del estilo muy propio de María Soledad Lanas Varela.
María Soledad llegó a México viajando de un país a otro, de una ciudad opulenta a otra llena de tradiciones; mirando a un México dos veces y media más extenso que el suyo; sorprendiéndose con los contrastes culturales entre un país cosmopolita comes Chile y un tradicional como es México; sorprendidos del bajo nivel de lectura en México en contraste con el ato nivel de iros leídos por persona en Chile.
Mi María recorre Ferias Internacionales del Libro en su país y el mío; la invitan a Casas de Cultura, Museos y decenas de recintos más para combatir su obra, su vida, sus amores, sus atrevimientos y aventuras donde el amor lo rige todo.
Mi María sabe que, quien sucumbe al enamoramiento del amor, queda sentenciada a la soledad, al recuerdo, a la nostalgia de aquellos brazos y labios destilando pasiones, llantos y un hasta nunca porque los los amorosos, lo dijo Sabines, “Los amorosos buscan, los amorosos son los que abandonan, son los que cambian, los que olvidan… Su corazón les dice que nunca han de encontrar, no encuentran, buscan. Los amorosos andan como locos porque están solos, solos, solos, entregándose, dándose a cada rato, llorando porque no salvan al amor. Y esa, es una cuestión de amor.
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