Sr. López
La prima Silvita pidió consejo a Pepe, el más impresentable primo que tenerse pueda, experto en truhanerías, sobre un trabajo que le ofrecía un señor muy rico, conocido por sus prendas (inmorales). Pepe, de bote pronto respondió que le dijera no a todo, que ni lo oyera. Pero ella confesó que le debía -a escondidas de sus papás-, “algún dinero” (era mucho),y Pepe dijo: -Pues, Silvita, pagarás tus pagarés… sí a todo -pagó sus pagarés.
Pactar con el diablo es mala idea, siempre sale mal. Si le parece que esta frase tiene aromas de aquél viejo catolicismo confiable y hoy despreciado por los promotores de la ligereza a ultranza, en especial si se trata de arrumbar las sensatas costumbres de antaño y de ridiculizar la religión, si eso le parece, entonces digámoslo de otra manera: pactar con los malos es una reverenda tontada (que rima con dejada).
Pactos entre malos como Hitler o Stalin, que pactaron entre ellos (Pacto Molotov-Ribbentrop de agosto de 1939), para luego traicionarse, los dos a los dos.
Pactos entre tontos y malos, como el de septiembre de 1938, entre el primer Ministro del Reino Unido, Neville Chamberlain (tonto 1), el de Francia, Édouard Daladier (tonto 2), y Fito Hitler (malo 1), y Beni Mussolini (malo 2), en el que los dos tontos aceptaron que el malo 1 se engullera parte de Checoeslovaquia, a cambio de no iniciar una guerra (que acabó siendo mundial). Y eltontín Chamberlain regresó al Reino Unido diciendo “se ha conseguido la paz con honor”.
Se atribuye a Winston Churchill que no era tonto ni malo, haber dicho refiriéndose a ese pacto inmoral delchambón Chamberlain: “Se os dio a elegir entre la guerra y la deshonra. Elegisteis la deshonra y tendréis la guerra”.
La verdad, nunca lo dijo, lo que sí dijo fue: “Y no supongan que este es el final. Este es sólo el comienzo del ajuste de cuentas. Este es sólo el primer sorbo, el primer anticipo de una copa amarga (…) a menos que, mediante una recuperación suprema de la salud moral y el vigor marcial, nos levantemos de nuevo (…)”; con lo que a todo el Parlamento británico(ahí hablaba), le quedó claro que se había elegido la deshonra y seguiría la guerra, de ahí la “frase famosa” que nunca fue dicha (y el Parlamento aprobó por amplísima mayoría el pacto bobo del bobo Chamberlain, pa’que no se olvide).
Pero todo hay que decir, a veces no hay más remedio que hacer malos pactos con malos porque se está en una situación insostenible.
Ahora mismo, eso nos está pasando como país: la señora de Palacio, doña Claudia Ortiz de Domínguez, no puede ponerse puntillosa ni digna con el fétido Trump, porque es heredera de un gobierno que fue complaciente con el crimen organizado aunque no su cómplice, seamos serios (no es correcto razonar con el hígado)… pero sí lo encubrió.
De eso no se escapa el fallido sucesor directo de Hidalgo, Juárez y Madero, el chancludo de Macuspana. El delito de encubrimiento está bien definido (artículo 400 del Código Penal Federal). Lo comete quien oculta o favorece el ocultamiento delresponsable de un delito o impida que se averigüe(fracción III); también el que favorece la sustracción de la acción de la justicia de los inculpados (fracción VII).
Por si hay quien piense que sería un muy buen detalle transformador y hasta patriótico, hacer la vista gorda sobre la gravísima responsabilidad del anterior arrimado en Palacio, se le recuerda que el artículo 7 del Código Penal Federal dice que el resultado material de los delitos se debe atribuir a quien omite impedirlo si era su deber… y nadie está más obligado ni tiene mayor deber de impedir los delitos que esos que juran hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanen. Punto redondo.
Se comprende que se diga en conversaciones de cafetería, que el anterior titular del poder perjudicativo, fue cómplice, está bien, pero mientras no haya (y nohay) pruebas de semejante barbaridad, no hay que andar diciéndolo.
Lo que sí hizo ese grandísimo pícaro (vea su diccionario, pícaro es el tramposo y desvergonzado, con sus sinónimos de bribón, granuja, golfo, descarado, engañador y otras lindezas), y no solo lo hizo sino que alardeó de ello, fue encubrir al crimen organizado, con la coartada de no echarle leña a lahoguera (abrazos no balazos), usando los derechos humanos como subterfugio (también son gente, también tienen derechos, son gente, los voy a acusar con sus mamás y sus abuelitas), y hasta felicitándolos por su comportamiento en las elecciones de 2021 (“No fueron elecciones de Estado (…) la gente se portó muy bien, los que pertenecen a la delincuencia organizada, en general bien”).
Para mayor INRI, no se le olvide que el 15 de junio de 2024, entró en vigor la reforma a la Ley de Amnistía con la que el Presidente se facultó para perdonar delitos (y sentencias firmes), con la argucia de que sería “en casos de interés para el Estado” (pero el Estado era él y ahora ella, lástima para nosotros los del peladaje).
Así las cosas, la doña de México está muy al tanto de que le tocaron puras mulas y no tiene manera de ponerse digna ante el Trump. Por eso acepta todas sus exigencias. Ni modo de ponerse al tú por tú, como el Zelenski. Imposible.
Pero el pasado viernes, después de doblar el jueves a todos los enviados de la señora y recibir su combo de 29 narcos, el Trump respondió de la siguiente manera en una entrevista:
Pregunta: ¿Va a pedir que rindan cuentas muchos de esos políticos corruptos que se beneficiaron del tráfico de personas y de que llegue el fentanilo?
Respuesta: “Ciertamente lo son (corruptos).
Pregunta, insistiendo en que rindan cuentas los corruptos: -¿Incluyendo a los principales políticos mexicanos?
Respuesta del Trump: “Ciertamente, yo recomendaría que se investigaran. Ciertamente. Va a depender de Pam Bondi (su fiscal General), que es excelente en lo que hace”.
Señora Sheinbaum, no suponga que sus concesiones al Trump fueron el final, sólo es el comienzo del ajuste de cuentas, es sólo el primer sorbo, el primer anticipo de una copa amarga.