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Luz en la cultura en Chiapas

Luz en la cultura en Chiapas
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Manuel Ruiseñor Liévano

Sabido y reconocido es que las culturas y las artes, son fundamentales en la transformación y desarrollo de la sociedad. Así lo ha demostrado la historia en las diversas expresiones, movimientos y acciones de sus protagonistas e instituciones, en aras de un mundo mejor.

La cultura y las artes, luego entonces, son indispensables para estimular creatividad, innovación y pensamiento crítico, al abonar a la comprensión, valoración y aprecio de la pluralidad de manifestaciones y perspectivas. Todo lo cual fortalece democracia, inclusión social y equidad.

En esa consideración, los retos para el fomento, promoción y difusión de las culturas y las artes en Chiapas, son de gran proporción; sobre todo, si partimos de considerar que lo realizado hasta ahora, obedece a modelos rebasados por la propia dinámica social.

Sin embargo y dados los precedentes generados desde el inicio de la campaña política del hoy gobernador electo de Chiapas, no es exagerado sostener que estamos ante el arribo de un nuevo paradigma de política cultural.

Lo anterior, en razón de que como no acontecía desde finales del siglo pasado, se tuvo como punto de partida la democracia participativa, manifiesta en los llamados Diálogos por la Transformación de Chiapas, a través de los cuales el rubro del desarrollo CULTURA fue favorecido al nutrirse con foros temáticos, en los cuales tuvo voz la pluralidad chiapaneca a cargo de académicos, investigadores, promotores, activistas, artistas e intelectuales y colectivos, los cuales en un marco de libertad y responsabilidad plasmaron su impronta. Una base social relevante para que el ejercicio de gobierno pueda trascender en gobernanza.

Y, a su vez, un material de valor que desde entonces ha venido permeando el acontecer chiapaneco con la realización numerosos foros de reflexión, estímulo al talento creativo e intelectual y hasta ameritadas publicaciones, surgidos todos desde el interior de la propia sociedad civil, en torno a lo que, seguramente, será un eje transversal de la nueva política cultural y su plan correspondiente, extensivo a toda política pública del nuevo gobierno: la chiapanequidad.

Un concepto acuñado por el antropólogo Andrés Fábregas Puig, rescatado en buena hora, que fue motivado por la convocatoria del gobernador electo, a partir de su llamado a abrir nuestra conciencia (JAM ACH ULEL) al reconocimiento, respeto y fomento de nuestra mayor riqueza histórica, que es la diversidad cultural y la suma de valores que nos dan pertenencia, identidad y cohesión social. Nada más ni nada menos, en la escena de un Chiapas que –acaso hoy más que nunca–, necesita de estos elementos para caminar hacia la unidad de su diversidad, reconciliado en virtud del aprecio y orgullo por su vasta riqueza cultural y artística, acrisolada a lo largo de doscientos años de historia mexicana, marcada generosamente por el legado de los pueblos originarios.

Tal es el escenario desde el cual, la recién designada titular del Consejo Estatal para las Culturas y las Artes de Chiapas (CONECULTA), ANGÉLICA ALTUZAR CONSTANTINO, una ameritada docente en Lengua y Literatura, especialista en Educación, Equidad de Género y Políticas Culturales, tendrá que desplegar la política de su materia en la nueva era de Chiapas.

Al respecto y dada la trascendencia y alcance que tendrá el nuevo paradigma en la cultura, vale la pena recordar el concepto de política acuñado desde cuando era candidato al gobierno del estado, Eduardo Ramírez Aguilar: “La política nos sirve para construir la paz, (…) la buena política es la que hace el desarrollo de nuestras comunidades y esa es la política que yo quiero, la buena política, no la política que divide, no la política del sectarismo, no la política del partido político, sino la política del pueblo, que esa es la más importante y esa no tiene militancia, esa tiene necesidad, esa tiene causa y cuando encontramos la causa, ahí está el camino”.

A la maestra Altúzar le avalan 25 años de experiencia en actividades académicas, artísticas, editoriales y culturales, especialmente como investigadora literaria, catedrática, tallerista, escritora de ensayo y de poesía, cuentacuentos, promotora cultural y coordinadora de proyectos y festivales.

De modo que, según se advierte en su trayecto profesional y de servicio, así como en la capacidad de convocatoria que tiene al seno de la comunidad artística, cultural y académica, los mejores augurios para un neo renacimiento cultural en la entidad no tardarán en cumplirse.

Actualmente, la responsable del sector cultura, es vicepresidenta del Centro de Escritoras y Escritores PEN Chiapas Pluricultural, que es una institución cultural que promueve y protege el quehacer literario en todo el mundo. Entre sus obras destacan sus ensayos publicados en Revista UNAM, Crates y Artificio; su libro Guardiana de los vientos. Comitán en la novela Balun Canán de Rosario Castellanos, así como el informe “Mujeres en poder de la palabra”; Investigación sobre la presencia y situación de las escritoras en Ecuador, Guatemala, Honduras, México y Nicaragua, realizado en co-autoría con Gioconda Belli, Dina Meza, Edilma Godínez y Rodrigo Aguilar, entre otros autores.
Recapitulando, la transformación orientada hacia la construcción de una sociedad chiapaneca más inclusiva, tiene su más valioso soporte en la cultura, sin dejar de considerar que el otro brazo es la educación.

El nuevo esquema ha de fincarse en una narrativa diferente; en la toma de conciencia y confianza de que en tierras chiapanecas la igualdad de oportunidades no es para unos cuantos. La nueva política cultural de Chiapas, debe hacer comunidad partiendo del ejercicio y disfrute de los derechos culturales, pero también del cumplimiento de responsabilidades.

A la cultura no se la puede seguir dejando en el espacio del ocio y el entretenimiento. El nuevo paradigma mandata hacer de la creatividad e inteligencia un factor de inclusión social y desarrollo.

Y eso, finalmente, exige extender las oportunidades a los colectivos de la sociedad civil y hacia las comunidades, mediante propuestas, arquitecturas y geografías sociales en las que seguramente nacerán discursos nuevos y se podrán descubrir miradas que dejan de ser invisibles. De ser así, podremos hablar de LUZ EN LA CULTURA.

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