Roberto Chanona
Cuando pensamos en las Ordenes de los religiosos que llegaron a Chiapas después de la conquista, lo primero que se nos viene a la mente es la Orden de los Dominicos por laimportancia de Fray Bartolomé de Las Casas en los asuntos de la Nueva España. Desgraciadamente, este obisposevillano permaneció escasos meses en nuestro estado. Llegó a Chiapas en marzo de 1545 y tres meses después, partió a la Capitanía General de Guatemala, a poner queja sobre los abusos hacia los indios por parte de los Encomenderos. Esto le trajo conflictos serios al grado de estar en peligro su viday entonces, a principios de 1546, decidió partir primero a México y después a España. A pesar de esto, no podemos olvidar la encarnizada lucha que sostuvo en los tribunales encontra de la esclavitud de los indígenas en la Nueva España, al grado que con justicia fue nombrado: el Apóstol de los Indios.
Sin embargo, la labor de casi cien años que ejercieron los jesuitas fue de suma importancia para Chiapas. Podríamos decir, que ellos fueron los que asentaron los cimientos de la enseñanza en nuestro estado. Sabemos gracias a Manuel B. Trens que, por enseñanza a finales del siglo XVII, la juventud chiapaneca tenía a su alcance en Ciudad Real: el Colegio de la Compañía de Jesús (jesuita), ubicado donde está la Facultad de Derecho y el Seminario Tridentino de Nuestra Señora de la Concepción (dominico), ubicado frente al antiguo Palacio Municipal. Desgraciadamente este último,al no tener los fondos suficientes para maestros, sus 12becados tomaban clases de gramática en el colegio de la Compañía de Jesús.
El universalismo jesuita, nos dice Octavio Paz, se fundaba en un sincretismo peculiar que trataba de hacer compatibles las antiguas religiones mesoamericanas con la cristiana. Para los franciscanos y los primeros misioneros, los dioses aztecas eran demonios; para los jesuitas y sus ideólogos, eran personajes históricos. Los franciscanos querían acabar con las antiguas religiones mientras que los jesuitas querían utilizarlas.
Pero no solo fue el caso de los franciscanos, sino también de los dominicos como podemos constatar con el obispo fray Francisco Núñez de la Vega y sus Constituciones Diocesanasdel Obispado de Chiapas. Este obispo de origen colombiano, maestro en teología, experimentado inquisidor, tenía el propósito de fundar una base legislativa a partir de la dotrina cristiana; para lograr tal objetivo persiguió y destruyó todo lo relacionado a la antigua religión y la cultura indígena de nuestro estado como la escultura, pintura, danza, música, etc. Algunas de las barbaridades que hizo el obispo inquisidor de Chiapas, las podemos encontrar en su libro arriba mencionado.
La Orden de los Jesuitas eran los adelantados a su épocaquizá porque sus fundadores como Ignacio de Loyola yFrancisco Javier, eran egresados de la Universidad de la Sorbona; esta universidad gozaba, hasta hace no mucho tiempo, de ser la mejor del mundo. Quizá por eso les decíanlos intelectuales, cuando sería mejor decirles, los más preparados. También se atribuye a esta orden de ser los primeros en establecer para un mejor rendimiento de los trabajadores, escuelas para los hijos, comedores, casas para habitación, todo de una forma que hoy llamamos: INTEGRAL..
Gracias a Francisco Santiago Cruz llegaron hasta nosotros las palabras del padre Joaquín Antonio de Villalobos quien escribió en 1698, Breve Historia del Colegio de la Compañía de Jesús de Ciudad Real de Chiapas; aquí nos dice Villalobos que las primeras peticiones para que se fundara el Colegio en San Cristóbal empezaron en 1606. Posteriormente el obispo Juan de Zapata y el presidente de la Audiencia de Guatemala, el conde de la Gomera, solicitaron en 1619 a Madrid, que los religiosos jesuitas arribaran a su diócesis. Casi cincuenta años después, en 1676, el obispo Marcos de la Serna trajo consigo a Fernando Valtierra y Eugenio López, que estuvieron un año y luego se marcharon.Fue hasta enero de 1682 que se fundó el Colegio de la Compañía de Jesús siendo su primer rector el padreFrancisco Pérez. Con el padre rector Nicolás de Vera, inicióen 1700 la construcción de la iglesia que hoy llamamos San Agustín.
Los principales donantes para que se fundara el colegio en San Cristóbal fueron: doña María de Alvarado, quien donó fincas cacahuatales cerca de Ixtacomitán; su hermano Martín de Alvarado donó también su parte de las fincasmencionadas; El licenciado Juan de Figueroa, clericó del obispado de Chiapas, copropietario de doña María de Alvarado en una finca de cacao, y ofreció una estancia de ganado mayor en Mezcalapa. Otros beneficiarios insignes fueron don Juan de Valtierra y doña Francisca Suárez de Victoria que sus hijos, dedicados a las cuestiones de Dios, donaron la casa donde es actualmente la Facultad de Derecho y donde se fundó el colegio. Después se compró el predio de al lado para construir la iglesia de Francisco Javier(San Agustín), que actualmente es el anfiteatro de dicha facultad.
Para que nos demos cuenta de la magnitud de estas fincasdonadas, la llamada Nuestra Señora del Rosario en la jurisprudencia de Ixtacomitán, según el padre Villalobos, tenía 70 mil árboles frutales en producción, casa de vivienda para los señores y gente a su servicio, diez esclavos, capilla bien alhajada de ornamentos y todo lo necesario para el cultivo y labranza. Otra tenía 30 mil árboles frutales, casas para los dueños y todo lo necesario para el cultivo y labranza. Había otras haciendas en Jaltenango de Tuxtepecy La Labor del valle de Ciudad Real.
Los frutos del colegio no se hicieron esperar. Acudían niños a la enseñanza de las primeras letras, mancebos para estudiar gramática y los clericós para estudiar Teología. Este colegio tuvo una valiosa biblioteca que aseguran los escritos de la época, ser una de las más completas de la Capitanía General de Guatemala. Después de la expulsión de los jesuitas quedó en el total abandono. Posteriormente pasó al SeminarioTridentino en 1779 y en épocas del general Vidal, nos dice Trens, la vio arrumbada en un cuatro de la casona que le llamaban “El Edificio” en Tuxtla y que el gobernador envió los libros a la biblioteca Pública del Estado.
Para terminar, quisiera repetir las palabras de nuestro historiador Manuel B. Trens que son muy sentidas y caben perfectamente: “la expulsión de los jesuitas la noche del 25 de junio de 1767 de los dominios de la corona española, deparó un rudo golpe a la enseñanza. Los jesuitas fueron grandes educadores que dejaron en la colonia tan honda huella que hasta hoy no podemos menos que reconocer lo mucho que ellos les debió la juventud de esos tiempos. Sus colegios fueron centros educativos en donde brilló la luz del saber y en los cuales lo más selecto de la sociedad colonial abrevo la ciencia de la época.