Juan Carlos Cal y Mayor
Más allá de las estridencias, de los odios, los rencores, los resentimientos, la exasperación, de las grandes discrepancias, más allá de nosotros -los simples mortales- en el terreno de la lucha encarnizada por el poder político y los intereses personales, habrá un planeta que seguirá girando, un devenir. Una fecha ineludible el dos de junio con una jornada larga cargada de nervios para conocer los primeros resultados de la elección presidencial.
VIOLENCIA
En nueve gubernaturas, además de senadurías, diputaciones y presidencias municipales se vivirá la elección más grande la historia en nuestro país con más 19 mil cargos de elección en disputa y las especulaciones son muchas. En el actual contexto, la intromisión del crimen organizado que ha dado cuenta de al menos 26 asesinatos de políticos de todos los signos partidistas, además de las casi 300 solicitudes de protección a candidatos. Aunado a ello una violencia omnipresente que se manifiesta casi a diario por las disputas territoriales entre los carteles de la droga. Un país ensangrentado.
DADOS CARGADOS
Una elección con dados cargados a favor del oficialismo, a todas luces visible con la abierta injerencia del presidente y la operación política de los funcionarios y los llamados Servidores de la Nación que operan a favor de Morena los programas sociales. Además, la manipulación de los medios de comunicación que de acuerdo al monitoreo del INE muestran una cargada de los medios públicos a favor de la candidata oficial y también los concesionados, aunque en menor proporción. Hay que sumar el derroche de recursos en publicidad a lo largo de 2 años y hasta la fecha el cual ha sido más que evidente.
PARTICIPACIÓN CIUDADANA
Aun así, con una cancha dispareja, la mayoría de los analistas coinciden en que si se da una amplia participación ciudadana (superior al 60%) será muy difícil revertir o manipular resultados. Y es muy probable que así sea teniendo en cuenta que se conjugan miles de candidaturas de lo municipal a lo federal en todo el país. La mayoría de las últimas elecciones presidenciales ha sido superior al 60% y está no tiene por qué ser la excepción.
Por eso se ha querido instalar la narrativa de que la ventaja de Claudia Sheinbaum es enorme, que el objetivo es desmotivar la participación ciudadana en las urnas. Dudo que eso suceda. Por el contrario, en la medida que las campañas avanzan se nota que hay más personas involucradas. La participación de los jóvenes es en lo que más se especula. Muchos parecen indiferentes al proceso electoral y se nota en los mítines.
LAS REDES SOCIALES
La otra discusión está en toda su intensidad en las redes sociales. Donde unos y otros se enfrascan en descalificaciones interminables. Es un flanco poderoso que ninguna campaña quiere descuidar. Ahí la percepción es otra. En todas las encuestas donde participan miles arrasa la oposición. Pero esos medios son conservadores y representan al viejo régimen dice el presidente. Una obsesión casi patológica respecto de qué si no estás con él, estás contra él. Así nos vamos a la elección a escasas semanas de celebrarse y habrá que confiar que en plena calma.
HERENCIA DIFÍCIL
Si Sheinbaum llegará a ganar, algo en lo que dudo cada vez más, o le toca a Xóchitl, la herencia será muy complicada. Tendrán que empezar por marcar su raya con el presidente y de ahí saldrán chispas. No me lo imagino alejado de los reflectores. Puede ser que con un congreso dominado por la oposición lo cual obligaría a recomponer las relaciones entre los distintos actores políticos. Hay que considerar un déficit presupuestal (un sobre gasto del gobierno) que obligaría a drásticos ajustes económicos. En fin, el país comenzará de nuevo a ajustarse al estilo personal de gobernar. El tema es que hay un México después del dos de junio. Un país con grandes problemas y con grandes oportunidades, en eso hay que pensar. A cada quien nos toca hacer lo propio.
ABUCHEO
Al parecer la gira de Claudia Sheinbaum transcurrió sin sobresaltos, salvo el desaguisado cuando se le ocurrió preguntar acerca de los servicios de salud en la entidad. Les preguntó si tenían medicamentos, médicos, atención y al unísono el pueblo bueno y sabio le contestó que “NADA”. Peor aún, les preguntó entonces qué faltaba y le contestaron de nuevo que “TODO”. El responsable estaba ahí, sentado a la diestra de la candidata. No pudo más que esbozar una sonrisa cínica. Mientras Eduardo Ramírez sentado a la izquierda de la candidata volteó impulsivamente a ver al impostor tabasqueño que llevamos como candidato al senado. No hay que ir muy lejos para ver el abandono y la falta de mantenimiento de la infraestructura médica en el estado. Para lo que sí ha habido recursos es para el dispendio multimillonario en una campaña donde casi se impone como candidato a gobernador. Ahora no es solo el enorme gasto en espectaculares sino que están coaccionando al personal médico al que están obligando a vestirse de botarga. Lejos muy lejos, años luz, de Dinamarca. La neta, que poca…