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Impuestos / A Estribor

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Juan Carlos Cal y Mayor

No hay peor cosa que una autoría del SAT. Es mucho peor que un asalto. Sucede ahora con el litigio fiscal en que está envuelto Salinas Pliego el dueño de Elektra y Tv Azteca al que el gobierno quiere cobrar la friolera de 63 mil millones de pesos que el empresario, por supuesto, no está dispuesto a pagar. Aunque su fortuna está valuada en unos 13 mil millones de dólares es probable que se trate de activos de los que no puede disponer así como así, porque los empresarios no guardan el dinero, sino que por regular lo reinvierten.

El pleito fiscal de Salinas data del 2008 hasta la fecha por cálculos retroactivos que hacienda le determinó como créditos fiscales, es decir, como adeudos fiscales. Cuando Salinas habla de extorsión se refiere el hecho y la manera en que se llevan a cabo las auditorías. Ahora hacienda rastrea a detalle cuentas y se percata de todos los gastos del contribuyente incluyendo hasta tarjetas de crédito. No hay un solo movimiento bancario al que no tenga acceso y todo aquello que no esté reportado como ingreso con el pago respectivo se toma como ingresos no declarados a través de una facultad que se conoce como determinación presuntiva. Con base a ello siempre ofrecen negociar porque su tarea es recaudar. Está dentro de sus facultades.

Se trata de una facultad bastante arbitraria porque no solo se aplica de manera retroactiva sino además con multas y recargos que triplican los presuntos adeudos y se van actualizando en lo que un litigio se resuelve. Es en síntesis una facultad arbitraria y abusiva. Más en un país donde la mayoría no pagan impuestos formales y directos, pero además se mueven dentro de la informalidad. Es irrisorio ver a la gente haciendo cola en el SAT, porque además es lento y burocrático, mientras que a unos metros se vende fayuca, piratería y productos pirata. Ver a restaurantes que expiden facturas mientras hay cientos de miles de taquerías en todo el país. Y como esos un sinfín de ejemplos.

Se le carga la mano a unos cuantos en un régimen nada simplificado porque además tienen que contratar contadores públicos y despachos fiscales. Como los villanos son los ricos, la turba grita ¡que paguen! Alguien tiene que sostener a toda la burocracia de este país, pagar la educación y los servicios que “gratuitamente” recibe la mayoría de la población que no paga impuestos. Alguien tiene que pagar la obra pública, los hospitales, las escuelas, los sueldos de los policías, las enfermeras y los maestros.

Dicen que a nadie le gusta pagar impuestos y creo que es falso. Se pagarían gustosos si todos los mexicanos pagáramos proporcionalmente, salvo aquellos que viven en la extrema pobreza. Se pagarían gustosos si el gobiernos transparentara sus gastos y sus contratos, pero eso no sucede ahora. No hay manera de saber a quiénes y cuánto se les contrato. Mediante un decreto, sin pasar por el congreso, y por calificarse como un asunto de “seguridad nacional” como si lo fuera, el gobierno ha ocultado y reservado la información cuando resulta que la inversión en la refinería de Dos Bocas se duplicó pasando de 8 mil millones de dólares a 17 mil millones. Cuando el tren Maya se triplicó pasando a 500 mil millones de pesos y dejará el tramo 5 a medias. Cuando la cancelación del NAIM significó una pérdida de 300 mil millones de pesos y seguirá pagando por largo tiempo.

Se canceló el aeropuerto de Texcoco y ahora tenemos un aeropuerto de lujo que se la pasa vacío por falta de operaciones. Que no cuenta con vías de acceso rápidas y tiene que realizar conexiones con al actual aeropuerto con escasos y caros servicios de transportación. Cuando Dos Bocas ya se inauguró, pero sigue sin refinar una sola gota de gasolina. Cuando el Tren Maya, que no se compara nadita con los modernos trenes del mundo, tiene fallas de operación y ha dejado varados por horas a sus usuarios desde que entró en operaciones.

Todo habrá de funcionar, algún día, dicen los feligreses de la 4t si construimos el segundo piso y luego nos van a salir con el tercero, pero la pregunta es ¿A qué costo? ¿Tenemos derecho los contribuyentes a cuestionar en qué, cómo, con quién y cuánto se gasta? ¿O acaso no? Ese es el pleito que trae Ricardo Salinas Pliego y es a mi parecer completamente legítimo. ¿Tiene derecho el empresario a defenderse ante los tribunales? Por supuesto que sí. Pero la mayoría no lo acepta, porque no lo ha vivido, ni lo vivirá, porque la gran mayoría de los que se asumen ciudadanos simplemente no paga impuestos.

En el imperio Azteca la tributación consistía en la entrega obligatoria de bienes o servicios por una entidad política dominada. La imposición se hacia a través del sometimiento militar. Eso incluía a esclavos que luego eran sacrificados y en algunos casos devorados por la antropofagia practicada en esa época y que tanto horrorizó a los españoles. No, los impuestos no son una contribución generosa ni solidaria. Son una imposición que obliga a los ciudadanos hasta con penas de cárcel. Por eso cuando un gobierno es abusivo y rapaz, claro que no dan ganar impuestos más aún sabiendo que malgastan o se roban el dinero producto de nuestro trabajo y esfuerzo.

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