Ernesto Gómez Pananá
El jueves reciente, Televisa estrenó a través de Vix+, “Qué onda con los ochentas”, un documental sobre esa década en nuestro país. El vastísimo acervo audiovisual se combina con un estupendo guion escrito por Ximena Cuevas. Aparte de recomendarlo, este domingo el Galimatías se inspira y da algunos trazos y recuerdos para quienes vivimos nuestra adolescencia y juventud temprana en esta calurosísima capital de Chiapas.
Cualquier adolescente promedio que haya vivido los ochentas en Tuxtla seguro vivió más de una de las siguientes experiencias:
Para quienes vivimos esa década en Tuxtla había básicamente dos sopas para ir a bailar: los fresas que acudían a la Sheik en el hotel Flamboyant, y los no-fresas que acudían a San Remo, sitio mítico ubicado a unos metros de la gasolinera La Fuente, en el extremo poniente de la ciudad. Cómo olvidar el políticamente incorrecto adjetivo de “sanrremero”
Si viviste en los ochentas en Tuxtla, te tocó atestiguar el surgimiento de las combis de la ruta 1, que recorría la Avenida Central desde lo que hoy es La Diana a donde se ubica el Puente de Colores. Para llegar más hacia el poniente había que tomar el “Camión Amarillo” que hacía una ruta similar, pero que la prolongaba hasta el semáforo de Plan de Ayala. Las auténticas orillas del Tuxtla urbano.
Si viviste los ochentas en Tuxtla, seguro te tocó ir de gala -los jóvenes de corbatita delgada – a una fiesta de XV años en el Salón Emperador de la novena sur. Infaltables el vals con chambelanes y después la “luz y sonido” para bailar a Michael Jackson, a Menudo o a María Conchita Alonso.
Si viviste los ochentas en Tuxtla, te tocaron los días de carnaval, sin duda te tocó salir a echar globazos con agua o hasta huevos. En su defecto, y ya de perdida, te tocó ser víctima de quienes si salían.
Si viviste los ochentas en Tuxtla te tocó el cambio de la Prepa 2 de sus instalaciones cerca del cine Vistarama, a sus nuevas aulas frente a Fovissste II, en territorio despoblado.
Si viviste tus ochentas en Tuxtla, seguro fuiste de día de campo con tus papás al Zapotal y después te tocó ver nacer el nuevo ZOOMAT en ese mismo sitio. Acá. O vimos al pandita pero si una cría de tapir o una de venado cola blanca.
Si viviste los ochentas en Tuxtla, te tocó hacer tablas gimnásticas en el desfile del 20 de Noviembre. Cartones, listones, pirámides, siempre ataviados con uniforme escolar e impecables tenis blancos.
Si viviste los ochentas en esta ciudad, te tocó ver la transformación de su centro histórico, la construcción de los nuevos edificios gubernamentales y la catedral con sus asombrosos apóstoles que cada hora salían de rondín acompañados de la música de las campanas.
Si viviste en Tuxtla en los ochentas, seguro saliste de sábado con amigos o amigas y te tocó dar vueltas en coche por la Avenida Central.
Si viviste los ochentas en Tuxtla, seguro te tocó echar baile con “Luz y Sonido Silver” y prenderte con las rolas de Flans o los Hombres G.
Si viviste los ochentas en Tuxtla te tocó escuchar las prédicas callejeras de Don René Grajales llamando al arrepentimiento a la tuxtlecada pecadora.
Si viviste los ochentas en Tuxtla te tocó conocer el pasaje de la 1a poniente, compraste tus libros en la librería de la UNACH y tus tenis de última moda en la tienda de tenis que también estaba allí dentro.
Si viviste los ochentas en Tuxtla te tocó conocer el Jardín Corona y acudiste a alguna fiesta infantil al Salón Principito o al Mundo Feliz. También te tocó ver las imitaciones de Luis Miguel y Amanda Miguel en el salón infantil de la quinta sur, por atrás de secundaria del estado.
Si viviste los ochentas en Tuxtla seguro echaste hotdogs en El Pillo después del cine o si ya era más tarde, pasaste por hamburguesas al carrito afuera de la Farmacia Subalsa.
Si viviste los ochentas en Tuxtla, conociste el pastel de tres leches en pastelería Le Gumé, junto al Sanatorio Paredes o uno menos fresa pero igual sabroso en el Apolo XIV, y para comprar pan dulce en miniatura, pasabas a comprar curiosidades a la Boutique del Pan.
Si viviste en Tuxtla los ochentas te tocó la fiebre de los patines en en el Parque Morelos y después cenar una carne asada en Las Pampas.
Si viviste en Tuxtla los ochentas te tocaron los primeros elotes en vaso a un ladito del Fron-Line, el primer sitio de videojuegos de la ciudad. Aún no los llamábamos “esquites” sino “elotes al estilo americano”.
Si viviste los ochentas en Tuxtla, te tocaron los puestecitos de fayuca en la Avenida Central para tiempo después moverse a la Quinta Norte. Seguro ahí te compraron esa pasta tóxica con la que se hacían burbujas plásticas de colores.
Si viviste los ochentas en Tuxtla, sin duda te tocó ir con la chica / el chico que te gustaba, a comer pizza a Villaloma, pedir una combinada-sin-mariscos, esperar al menos media hora en ese ambiente “romántico” y comerla sin cubiertos como rezaba el slogan.
Si viviste en Tuxtla los ochentas, te tocó la apertura del Chedraui y de plaza Cristal. Hasta antes de ese momento, en nuestra capital las uvas solo se conseguían en diciembre y las fresas se compraban por pieza. Ambas cosas cuasi en libras esterlinas.
Si viviste en Tuxtla los ochentas, todavía te tocaron las funciones dobles en el Cine Chiapas y los estrenos de único día en el Vistarama. Te tocaron las palomitas en bolsa de papel y las copas de Helado Holanda.
Si viviste en Tuxtla los ochentas te tocaron infinidad de historias de vuelos cancelados por mal clima en Llano San Juan y el paulatino surgimiento del aeropuerto alterno en Terán.
Si viviste los ochentas en Tuxtla te tocó el concierto de Timbiriche en Auditorio Municipal. Ya no venían Benny ni tampoco Sasha Sokol pero si pudimos ver a Thalía peleando con Paulina.
Si viviste los años ochenta en Tuxtla te tocó la llegada de Danesa 33 y sus helados en casco de americano.
Si viviste en Tuxtla los ochentas seguro Santa Claus te compró tus regalos en Blanco Sol o en las carpas de la Conasupo frente a la Zona Militar.
Si viviste en Tuxtla los ochentas, seguro te tocó irte de pinta a las lanchitas y al golfito de Convivencia Infantil. Al terminar la jornada, era imperdonable no pasar después por un raspado de vainilla y plátano con Güera.
Si viviste los ochentas en Tuxtla, te tocó rodear las Fuentes Huitepec y Mactumactzá y ver el nacimiento de Cañahueca.
Si viviste algunas de estas experiencias, hoy tienes al igual que yo, poco más de cincuenta años y una larga lista de razones para amar este sitio que ciertamente no es el más bello pero si en el que crecimos y que amamos: ¡Que viva Tuxtla!
Oximoronas 1. Espeluznante perspectiva: Todo apunta a que Trump si será candidato republicano y -casi seguro- presidente de nuevo. Insane. Nunca mejor dicho.
Oximoronas 2. Mientras tanto, Bukele se “ofrece” para mediar en la crisis de Haití y Maduro es electo candidato -una vez más- a la presidencia de Venezuela. Ni para dónde hacerse entre tanto prohombre en todo el continente.
Oximoronas 3. Las campañas de los candidatos ya no son solamente demagógicas. Se ven casos que rayan en el humorismo. No hay otra forma de entender un lema como “Sonríe. Melgar tu senador”. Si. Humor, humor negro.