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¡Qué pena con las visitas! / La Feria

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Sr. López 

Un Presidente latinoamericano que es Jefe de Gobierno, Jefe de Estado y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas de su país, fue elegido como el Tirano del Año 2022, seguido por Kim Jong-Un de Corea del Norte, Vladimir Putin de Rusia, Daniel Ortega de Nicaragua y otros como Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, presidente de Guinea Ecuatorial desde hace 44 años. 

Ese pésimo primer lugar entre dictadores y tiranos, le fue otorgado a ese Presidente latinoamericano por una Organización No Gubernamental británica, fundada hace 51 años, llamada Index on Censorship (Índice de Censura), cuyo lema es “Una voz para los perseguidos”, que goza de gran prestigio internacional y ha recibido el Premio Príncipe Claus que otorgan los Países Bajos (Holanda). Esta ONG edita una revista trimestral, emite un Reporte Anual y otorga cada año, aparte de otros reconocimientos, la penosa distinción de Tirano del Año. 

El pasado 13 de enero, en su portal oficial, la ONG anunció quién fue seleccionado como el Tirano del Año 2022, mediante el “copioso voto popular” de internautas de todo el mundo en diciembre pasado. 

Informó esta organización internacional en defensa de la libertad de expresión, que el Presidente ganador en 2022 se hizo acreedor de la vergonzosa distinción de Tirano del Año, debido a sus constantes ataques en contra de la prensa nacional de su país y la internacional, su cercanía con los militares, su relación con el expresidente Trump, sus señalamientos en contra de mujeres y sus ataques a las ONG’s. 

En la competencia por la distinción de Tirano del Año 2022, participaron doce jefes de Estado, varios de países en situación de guerra, que fueron nominados por las características de su gestión de gobierno, violencia y represión contra la población civil, hermetismo ante la supervisión de organismos nacionales e internacionales defensores de Derechos Humanos, políticas públicas restrictivas, desmantelamiento de controles institucionales y acusaciones directas de ser dictaduras. 

A todos ellos se impuso y derrotó el Presidente de un país oficialmente democrático y en paz: México. Sí, el ganador del baldón de Tirano del Año 2022, fue Andrés Manuel López Obrador (no se sofoque… ¡las sales para la señora!… tranquilícese… ¡suelte esa piedra!). 

A fin de cuentas la Index on Censorship, se compone de trece personas que ejercen al año un presupuesto de poco más de 16 millones de pesos, no es para tanto… o sí, porque la Index on Censorship tiene algo que en el mundo importa: respetabilidad. En su revista mensual escriben algunos de los mejores escritores del mundo o de los más reconocidos. Como sea, a esta ONG no la desprecia nadie. 

Son varias, más bien muchas las razones que no hacen aconsejable que un Jefe de Estado todos los días ofrezca conferencia de prensa. Una es que por más que quieran controlar y controlen qué preguntan los reporteros presentes, nunca falta alguno que 

queriendo o sin querer, lo prenda de aire y lo haga meter la pata y verse mal, como le sucedió a nuestro Presidente con Ricardo Rocha o Jorge Ramos. 

Sin embargo, en la madrugadora de ayer, se oyó una voz informando al Presidente de la distinción de Tirano del Año que le otorgaron el 13 de enero pasado. Respondió que desconocía el hecho y agregó que “es parte de lo mismo”, señaló que los conservadores “además de corruptos son muy hipócritas”, y dijo que tienen este tipo ‘mecanismos’ en todos lados: las asociaciones civiles 

Sorprende que desconociendo hasta ese momento el asunto haya agregado que es parte de una campaña internacional en contra de “líderes progresistas”. Se insiste en que alguien lo ayude, entre esos “líderes progresistas”, están el dictador de Nicaragua, el de Rusia, el de Corea del Norte, el de Guinea Ecuatorial (… échenle la mano, ¡caray!); y como su pecho no es bodega, así, desconociendo el hecho, señaló: 

“(La) asociación que me nombró El Tirano del Año, resulta que esa asociación, de la llamada sociedad civil, o no gubernamental, está impulsada por una señora de Inglaterra que llevó a cabo una campaña en contra de Jeremy Corbyn, dirigente laborista, acusándolo de estar en contra de la comunidad judía. Una campaña intensa, hasta que lo afectaron muchísimo”. 

Pues para no estar enterado se ve que tenía preparada la respuesta. Pero no lo asesoran bien. En primer lugar, la Index on Censorship no es una sociedad civil sino una organización no gubernamental (y no es lo mismo); aparte: no es inglesa sino del Reino Unido (y tampoco es lo mismo); en tercer lugar: no está “impulsada por una señora”, sino que una mujer es la CEO (la CEO, la ‘Chief Executive Order’, la Oficial Ejecutivo en Jefe’, la Directora Ejecutiva, la mera mera, pues); y esa “señora” tiene su nombre, Ruth Anderson, una política profesional, perteneciente al Partido Laborista y de 2015 a 2019, miembro del Parlamento del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (Parlamento Británico, en confianza). 

Y eso de que doña Ruth le pudrió la vida a Jeremy Corbin es un poquito mentira: don Corbin, llegó a ser dirigente del Partido Laborista en 2015 y en las elecciones de 2019, logró la hazaña de perder el 32% de electores, su menor votación en 84 años, en parte porque el rabino principal del reino Unido, Ephraim Mirvis, pidiera a la gente que “votara en conciencia” pues había racismo antijudío entre los laboristas: “(…) un nuevo veneno, sancionado desde arriba, se ha arraigado”, afirmó el rabino. Y lueguito, en 2020, fue expulsado de su partido por sostener que el antisemitismo en el partido se había exagerado por razones políticas. Doña Ruth es responsable, si acaso de no haber contemporizado con las opiniones del nene Corbin, al que su partido le ofreció reinstalarlo a cambio de una disculpa y retractación de sus comentarios. Siguen esperando. 

Sinceramente, la verdad, de corazón: es un poco exagerado llamar tirano a nuestro Presidente… o ya nos acostumbramos a su modo. Como sea, así lo ven desde el extranjero… ¡qué pena con las visitas!

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