Sr. López
Tía Beatriz solo obedecía en todo y le aguantaba todo, a su papá (“papacito”, le decía), pero con el resto del planeta, le daban desmayos si algo la molestaba o no se le daba gusto en algo. Se llama lipotimia ese súbito azotar la res, pero se llamara como se llamara, toda la familia la ignoraba y la dejaban caer al piso cuan larga era, se descalabrara o no, y los viejos viéndola, decían: -Déjenla, ya se levantará –y se levantaba. Y lo decían porque recordaban, todos, que el día que se presentó a la lectura del testamento de su fiambre papá, al oír que no le dejó ni un palillo de dientes, lejos de desmayarse, sufrir un vahído, colapso, soponcio, desvanecimiento o síncope, rugió, vociferó, bramó y amenazó con las siete plagas de Egipto a sus hermanos (la abuela Virgen incluida), que ahí mismo le cedieron lo que pidió, con tal de llevar la fiesta en paz. Muerto “papacito”, se limpió con su última voluntad. Hay casos.
Con esto de la consulta de revocación de mandato, en cierta prensa han salido algunas cosas que mal informan al respetable y hacen aconsejable repasar el asunto.
La Constitución en el último párrafo del artículo 84, detalla qué pasa si se le revoca el mandato al Presidente:
“En caso de haberse revocado el mandato del Presidente de la República, asumirá provisionalmente la titularidad del Poder Ejecutivo quien ocupe la presidencia del Congreso; dentro de los treinta días siguientes, el Congreso nombrará a quien concluirá el período constitucional….”. (Adicionado mediante Decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación el 20 de diciembre de 2019; fíjese en esta fecha, ya verá por qué).
Clarito: de inmediato asume como Presidente provisional el que funja en ese momento como Presidente del Congreso y en los siguientes 30 días el Congreso elige al que será Presidente sustituto (por lo que quede de periodo presidencial, esto es, hasta el último de septiembre de 2024).
Para que no se vaya usted a hacer bolas:
El Congreso son las dos cámaras, diputados (500) y senadores (128); su nombre legal es Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos.
El Presidente del Congreso es el que sea Presidente de la Cámara de Diputados (Ley Orgánica del Congreso, párrafo 2 del artículo 5).
Si se le revocara el mandato a Andrés Manuel López Obrador, el Presidente provisional por un máximo de 30 días, sería Sergio Carlos Gutiérrez Luna, diputado morenista (de los aferrados, ninguna perita en dulce).
Luego, el Congreso, instalado como Colegio Electoral, elegiría al Presidente sustituto, el que queda hasta el fin del periodo presidencial, por mayoría absoluta de votos, la mitad más uno de los votos de los presentes que no pueden ser menos de dos terceras partes de cada cámara. Y ahí empieza el despelote.
El Congreso suma 628 integrantes (500 diputados y 128 senadores); si todos están presentes en la sesión de Colegio Electoral, se requieren 315 votos para nombrar al Presidente sustituto (la mitad más uno). Morena tiene 202 diputados y 63 senadores, 265 en total, le faltan 50 votos para poner al Presidente sustituto. La oposición a Morena tiene en total 220 votos, les faltan 95 votos para poner al sustituto.
Pareciera lo más fácil que Morena consiga los votos que le faltan con sus socios de andanzas, el club del Verde con sus 49 votos (43 diputados y 6 senadores), el partidito del Trabajo, con 37 (33 diputados y 4 senadores), y los predicadores de mentiritas del PES que tienen 4 senadores… pero ya con el Presidente López Obrador defenestrado, las lealtades entran en subasta y no pocos integrantes de esas tres pandillas darán su voto no al que mejor represente el alto ideario del transformador de la patria, sino al que mejor se los retribuya. ¿Se imagina cuanto cotizará la simple ausencia de la sesión?, porque eso reduce el número de votos necesario, ¿se imagina?
La lógica y el sentido común, no tienen arte ni parte en esto que es un juego de intereses y pasiones. Quedaría de Presidente el que tenga el mejor grupo de negociadores en el Congreso… piense en el carnaval de ambiciones que desataría; y piense que el supuesto bloque monolítico que es Morena, podría partirse: es mucho lo que se juega, no sería imposible una fugaz alianza de algunos morenistas con el bloque opositor, para montar al que más les convenga, a ellos, no a la patria (hasta risa da).
Pero si Morena consiguiera los votos que le faltan, quedaríamos igual con un Presidente de ese movimiento, nada más que no validado en las urnas: en lugar de millones de votos, 315 legisladores nos ponen Presidente. Bonita cosa. Así de irresponsable es esto de la revocación impulsada por el Presidente para nutrir su ego, que eso es todo lo que quiere, ya desechada la idea de buscar algún atajo para someterse a la exigencia popular de que siguiera en el cargo por el tiempo que le diera la gana. Sacrificado él.
Aparte de todo, entraríamos en la turbulenta dinámica latinoamericana de los cambios de presidentes, perdiendo lo único que nos queda de orden: periodos presidenciales completos. Eso es inestabilidad y eso es suicida.
Además: eligieron 30 millones a este Presidente, la revocación procede si vota el 40% del electorado (35 millones 650 mil, números redondos), por lo que el voto de la mitad más uno (17 millones 826 mil changos), anularía la voluntad de 30 millones. Así de absurdo. Alguna lógica tendría si la revocación procediera con el mismo número de votos de los que los eligieron, más uno. Pero no, con la mitad es suficiente. ¿Qué explicación le van a dar a esos 30 millones que votaron en 2018?
Por otro lado: la revocación se incluyó en la Constitución el 20 de diciembre de 2019… un año y medio después de que fue elegido el Presidente para cinco años y diez meses ¿es retroactiva esta reforma?… ¿y la ‘soberana’ voluntad de 30 millones?
Así, lo mejor es reventar el asunto, no votar para que no sea vinculante la consulta, y ya luego se podrá quitar de la Constitución esta babosada que lejos de ser democracia directa es capricho.