Guillermo Ochoa-Montalvo
Querida Ana Karen, Era de madrugada cuando Amanda me envía un audio grabado durante el cambio de directiva de la Unión de Periódicos, Revistas y Medios Digitales Independientes de Chiapas, la UPRICH donde escucho la voz de una mujer diciendo: “Ya se escucharon muchas voces masculinas, pero faltamos nosotras las mujeres.Y es mi deber moral hablar de las cientos de mujeres de la sierra madre de Chiapas que están violando”.
Con la palabra de violando, me asaltaron las imágenes de miles de mujeres víctimas de feminicidios, abusos y acosos en este sexenio donde la guadaña de la muerte se ha ensañado en los municipios de Chiapas y de todo el país. De un salto, me acomodé frente al escritorio para escuchar con atención lo siguiente:
“Hablo en nombre de María, de Paula, de Grecia, de Amilcar, de la maestra a quien asesinaron brutalmente en Frontera Comalapa, trabaja en Amatenango de la Frontera y era originaria de Motozintla. Escucharon bien los nombres de los tres municipios de nuestra querida tierra chiapaneca. La Sierra Madre chiapaneca, hoy está sufriendo y está sangrando. Libre por palabra libre, lo escuché varias veces; pero no he visto que ningún medio de comunicación publique y difunda lo que estamos padeciendo en la Sierra Madre de Chiapas”.
Las palabras de la mujer me hicieron revivir un episodio de secuestro justo en Motozintla que no pasó a mayores al solicitarme que abandonara el municipio de inmediato. Y así lo hice. Me serví una taza de café y seguí escuchando a la mujer.
“Anoche salí a las diez de la noche porque no hubo paso durante todo el día; llegamos a las cuatro de la mañana a Tuxtla Gutiérrez. ¿Y saben que me dijo el Fotoperiodista Hugo Roblero, a quien todos conocemos? <Lleva un saludos a nuestros hermanos periodistas. El día de hoy sólo puedo fotografía pajaritos y paisajes. No puedo hablar porque estoy amenazado>”
Le di un trago largo al café pensando ¿cuántos periodistas callan por estar amenazados hoy en día? Apenas recordaba a algunos cercanos que en corto, me lo confesaban. Active de nuevo el sonido:
“Cientos de familias lloran sus muertos, personas, seres humanos a quienes con amenazas de muerte, los sicarios quienes nos tiene rodeados en Motozintla los llevaron a la muerte. <Si no vas. Al plantón de Amatenango de la Frontera eres hombre muerto. ¿Qué más te queda, morir en tu casa o morir camino a Amatenango en plena carretera?
Ahora, con la tercera taza de café, abro la nota difundida en uno de mis grupos de periodistas donde se da cuenta de 10 hermanos motozintlecos muertos al ser emboscados en una comunidad de Amatenango de la Frontera y leo otra nota relacionada con la detención de 21 sicarios del cártel de Sinaloa en el municipio de Tuzantán. Entre ellos 4 son guatemaltecos. El arsenal incautado incluye 29 armas de fuego largos; 5 ml cartuchos, 264 cargadores; cantidades significativas de cocaína y marihuana. Esta captura pone en evidencia la guerra entre cárteles que operan en la frontera sur disputándose el control de la región y las rutas del narcotráfico. Sigo escuchando la voz suplicante de la mujer.
“De verdad, así como se leen las palabras de <Unidad de Periódicos, Revistas… así también les pido que volteen a ver a nuestra masa tierra. Yo sé que no estaba en el programa, pero todos mis hermanos de la Sierra Madre de Chiapas me dieron una encomienda y me dijeron: <eres nuestra voz en Tuxtla Gutiérrez. Aquí nadie nos escucha. La policía no sirve; el ejército está de adorno, de parapeto> ¿Y qué pasa? No pasa nada.Y todo el mundo dice que todo está bien, que está en calma, que no hay violencia. Y tenemos un personaje que gobierna nuestro estado que sólo dice que nos cuidemos de la lluvia. Entonces, ¿qué tenemos que hacer? Vuelvo a insistir. Soy la voz de cientos, de miles de personas que están agarrando sus cosas, lo poco que pueden y están huyendo de nuestra tierra. Se están yendo a Guatemala. ¡Que ironía!, que Guatemala les esté dando refugio, les esté brindando protección; y aquí en nuestra tierra no hay seguridad para nadie.”
En efecto, ayer comentaba el gesto del presidente Arévalo de Guatemala quien ordenó apoyar a los chiapanecos brindándoles refugio ante la grave crisis humanitaria que se ha desencadenado en el sur de México, donde más de 600 personas de algunas poblaciones chiapanecas han huido de la violencia de los carteles criminales y han cruzado hasta Guatemala. En tanto, el señor López desde palacio nacional desmiente la existencia de esta situación y como es su costumbre, culpa a los organismo no gubernamentales de querer hacerle daño a su gobierno. En contraste, la gobernadora de Huehuetenango, Elsa Hernández, se quejó del silencio y la inacción del gobierno del señor López, diciendo “Lamentablemente, las autoridades mexicanas no están protegiendo a sus ciudadanos”.
Ahora escucho la voz apasionada de la mujer diciendo: “véanme bien porque quizá cuando regrese a Motozintla sea mujer muerta; véanme bien, grábenme porque posiblemente cuando regrese, mi cuerpo sea despedazado; pero no me queda otra opción, señores. No nos queda otra opción, -termina diciendo”
<No nos queda otra opción>. Su sentencia resuena en mi mente. Los innumerables videos, noticias y fotografías que circulan en las redes sociales dando cuenta de los crímenes, desalojos, cobros de piso, reclutamiento de civiles, familias masacradas, secuestros; maestros amenazados; todo ello, me sacude alma y cuerpo.
“Todo Chiapas está en paz; todo es un conflicto entre los cárteles y eso lo tenemos controlado, Lo que dicen los conservadores es mentira”, dice el señor López y me quedo pensado si es un gran mentiroso, si es ignorante, o es cómplice del crimen organizado, O peor aún, todo junto.
Lo cierto, es que el escenario actual de crimen e inseguridad que vive Chiapas nunca lo habíamos visto ni siquiera en episodios lamentables como la matanza de Acteal. Se daban sucesos contados, pero no constantes, día a día, como hoy sucede.
“Miles de personas sufren y sangran; lloran a sus muertos, impotentes ante las amenazas”, las palabras de esta periodista me rondan toda la mañana y de seguro, me rondarán por largo tiempo.
Libre por la palabra libre… esa es una cuestión de amor.