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¡Viva México! / La Feria

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Sr. López 

El divorcio de tío Marcelo y tía Lucha fue muy entretenido, porque en el fragor de la larga batalla que libraron, sin límite de tiempo, sin reglas y a muerte, se ventilaron cosas muy interesantes. Él ejercía de ingeniero y la tía lo metió en un liazo, porque su título era más falso que el cariño de ya sabe quién por los niños mexicanos con cáncer; ella era muy católica y de vez en vez, se iba de misiones con unas monjitas a la sierra de Durango, a catequizar tepehuanos, pero el tío circuló fotos de ella en Veracruz con un señor que de ninguna manera era de esa etnia y nadie conocía (ella sí, bien, según se apreciaba en algunas tomas). En esas, Pepe, el más impresentable primo que tenerse pueda, avivó el ambiente con un ejemplar de la entonces atrevida revista ‘Vea’ (especializada en vedettes ligeras de ropa), en que con foto sepia a plana completa, un cabaret de Tijuana anunciaba el espectáculo de ‘las caderas cimbreantes de Amalia’, que eran las de Luchita, la hija mayor de los tíos que se suponía estaba de monja en Puebla (salía muy chula): el acabose. Mentir, mentimos todos, pero mentir en todo, tampoco. 

Esta noche habrá ceremonia del ‘Grito’ y el viernes se conmemorará el 212 aniversario del inicio de la gesta que nos dio patria y libertad. Presidencia ya avisó que el desfile militar estará a cargo de miembros de la Guardia Nacional, para que no quepa duda de que son eso, militares. ¡Ah! y también anunció que se cancela la presidencial arenga en defensa de nuestra soberanía contra las acechanzas del pérfido tío Sam; en su lugar el Presidente hará un llamado “urbi et orbi”, a la paz mundial (Putin está que no duerme de nervios). 

Todos los países le dan su maquilladita a su historia, se comprende: ni modo que en los EU enseñaran a sus niñitos la real historia de su patria, diciéndoles que le han sacado el jugo a medio planeta, que son los únicos que han machacado ciudades indefensas con bombas atómicas y que la mitad de su territorio es robado (comprado, sí, a punta de pistola). Tampoco sorprende la inmensa mentira de los franceses sobre su comportamiento durante la Segunda Guerra Mundial, que les sacudían el uniforme a los militares alemanes y organizaron la primera razia de judíos en París, sin que nadie se los pidiera y para sorpresa de los oficiales de la ‘Wehrmacht’ que no supieron qué hacer y escandalizados, pidieron instrucciones a Berlín. 

En nuestra risueña patria, nuestros gobernantes han construido una historia que poco se parece a la realidad, cada uno conforme a sus preferencias, sus ideas y dependiendo de quién les caía gordo. Así, Hernán Cortés es un demonio gachupín, saqueador y sifilítico, sin ver que escupimos al cielo por nuestro general mestizaje; y los indios (majadero usted que cree que es grosería), son idealizados a un extremo que hace increíble el mal trato con que los hemos obsequiado por siglos, hasta ahora. 

Nuestra independencia no fue sometida a un proceso de maquillaje sino a una cirugía plástica mayor, empezando con eso de que que el iniciador de la independencia fue Hidalgo: es mentira. 

En 1808, antes que don Miguel (que sí gritó ¡Viva Fernando VII!, que era el rey de España), nada menos que el virrey José de Iturrigaray se puso nervioso por la ocupación francesa de España y se le ocurrió independizarnos, por lo que uno de sus socios, fray 

Melchor de Talamantes escribió el 23 de julio de 1808, el documento titulado “Congreso Nacional del Reyno de Nueva España”, en que sostenía nuestro derecho de mandar a volar la autoridad madrileña y defendía que “(la soberanía) es un poder que existe siempre radicalmente en la nación y a los Monarcas se ha confiado solamente su ejercicio”. Ellos dos y sus compañeritos, todos, acabaron en la cárcel. 

En 1809 hubo otro inicio de la independencia, sí, en Morelia -entonces, Valladolid-, de parte del capitán Primero José María García Obeso y varios personajes ya olvidados, entre otros: José María Izazaga, J. Soto Saldaña, José Nicolás Michelena, Mariano Quevedo y algunos curas y militares. El 21 de diciembre de ese año, les cayeron en la jugada pero los salvó el virrey Pedro Garibay que se lo tomó a broma y no les hizo nada (los puso quietos, eso sí). 

Pero si se trata de encontrar al verdadero precursor de nuestra independencia, el primer aventado fue… un irlandés: William Lamport. 

Don Memo Lamport llegó a acá en 1640 a chambear con el virrey Diego López de Pacheco, y no le gustó nadita lo que vio, por lo que se organizó con los que se dejaron convencer y redactó la ‘Proclama Insurreccional para la Nueva España’, declarando nuestra independencia pero, lástima, alguien (Felipe Méndez) lo echó de cabeza y el 26 de octubre de 1642 lo metieron preso; se escapó, lo volvieron a detener; se volvió a escapar (el Chapo Lamport), hasta que la tercera vez, el 19 de noviembre de 1659… mejor lo quemaron vivo y claro, se murió. Ahí lea por su cuenta ‘Don Guillén de Lamport: La Inquisición y la independencia en el siglo XVII’; escrito en 1908 por Luis González Obregón. 

Si duda que este Mr. Lamport es el verdadero precursor de nuestra independencia, vaya a la Columna de la Independencia en la Ciudad de México y nomás entrando, se va a topar con su estatua en mármol, amarrado al cadalso, como cuidando los restos de los otros héroes que no están ahí depositados… es otro tema. 

Nuestra independencia la iniciaron varios (todos los de 1810 gritando ¡Viva Fernando VII!, eso clarito, que la idea era traerlo a él o algún príncipe de su Casa, para hacerlo nuestro Rey… ¡que no le digan que no le cuenten!), y la independencia que tenemos la consiguieron las fuerzas más conservadoras de entre los españoles y sus descendientes nacidos en México (peninsulares y criollos), para separarnos de España y mantenernos a los del peladaje, sujetos nomás a sus órdenes y en su beneficio, que por eso eligieron a un perseguidor muy feroz de los insurgentes como su líder (Agustín de Iturbide), al que luego hicieron Emperador. 

Igual… ¡Viva México!

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