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Vialidades viables-Vialidades vivibles / Galimatías

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Ernesto Gómez Pananá

Tuxtla Gutiérrez es una ciudad con poco más de 600 mil habitantes. Su clima es cálido subhúmedo aunque llueve poco casi todo el año. Se encuentra a 522 metros snm. Su orografía en primer cuadro no presenta pendientes significativas. No tiene las calles en pendiente que tienen Comitán, Taxco, Xalapa o Guanajuato. Tiene 310 automóviles por cada mil habitantes, una cifra superior a la de la Ciudad de México. Tiene también una red de transporte local concesionada, con calidad deficiente, insuficiente, mal planeada.

Hace poco más de una década, en 2010, se instrumentó un primer esfuerzo por ordenar y hacer mínimamente eficiente el transporte urbano en sus rutas principales. Unidades que utilizaban biodiesel, con paradas fijas, climatizadas y pago con boleto electrónico. Independientemente de cualquier otro cuestionamiento, un buen esfuerzo, aunque al paso del tiempo completamente insuficiente. El llamado Conejobús murió de inanición.

Al transporte público deficiente puede sumársele una visión autocentrista de lo que ciudadanía y autoridades anhelamos para el futuro: una capital con vialidades “modernas que agilicen el tránsito de vehículos automotores”, una ciudad con prisa aunque no tenga claro a dónde va.

Tuxtla es todavía una ciudad geográficamente pequeña comparada con capitales como Puebla, Querétaro o incluso Mérida, aún está a tiempo de modificar de fondo el paradigma de su desarrollo para lo que resta del siglo. Aquí algunas ideas que habrá quien diga que “son caras”. Más caro topar con un desarrollo no sustentable, contaminante, corrupto y desordenado.

Hoy el tema de conversación es la construcción de un nuevo -y necesario- distribuidor vehicular en el cruce del Boulevard Belisario Domínguez y el Parque Cañahueca. Y acá debo precisar: La obra anunciada resulta “necesaria”, si. Mientras la perspectiva de la planeación y el desarrollo de la ciudad gire alrededor de los vehículos automotores, desde luego requeriremos más y más puentes vehiculares como el anunciado y por eso es que lo llamo distribuidor vehicular y no distribuidor vial. Decir “cuál” implica otro concepto, uno de naturaleza más integral, uno que realmente considere diferentes, nuevas y mejores alternativas de movilidad en la capital y su zona conurbada. Más temprano que tarde seremos “calles con ciudad y no una ciudad con calles”.

Cambiar el paradigma no es sencillo ni rápido pero alguien y en algún momento tenemos que empezar. Alguien tiene que asumir el costo de sembrar para el futuro sin cortar listones ni postear en Tik Tok: una red de transporte urbano de bajo impacto contaminante, rutas ambiciosas, mano dura para alinear a concesionarios; una red que considere sustituir la totalidad de las unidades actuales -urbans cuya única mejora es que tienen paradas específicas que a veces respetan pero que siguen siendo lo mismo de antes con cara nueva-. Bastaría tomar como ejemplo a la Ciudad de México y el crecimiento paulatino de su red de Metrobús. No se necesita inventar el hilo negro. Hace falta convicción.

A la par de ello, incremento de ciclovías, educación vial para respeto intermodal, implantación de acceso a bicicletas para renta en estaciones en el primer cuadro de la ciudad. Acá el argumento es que Tuxtla no tiene una costumbre de respeto al ciclista. Nuevamente: un día hay que empezar. Pedaleando se gana la calle. Metro a metro, pedalazo a pedalazo.

El cetro de Tuxtla, su primer cuadro es un permanente embotellamiento. Con determinación política y mirada al futuro habría que convertir muchas de esas calles en vialidades no-automovilísticas. Únicamente para peatones y vehículos no contaminantes de dimensiones menores. Acceso a unidades de carga y descarga solo por las noches. Nada que en otras ciudades similares no suceda ya con éxito. Acciones de poca rentabilidad electoral inmediata pero de alto impacto ambiental y ciudadano: definir lo que queremos ser y sembrar para ello. Hace falta pedalear y sudar.

Oximoronas 1. El presidente chileno Boric podrá tener compromisos aún por cumplir pero es de aplaudirse su condena al dictador que gobierna Nicaragua.

Oximoronas 2. Aspiro no solo a un sistema de salud como el de Dinamarca. Me encantaría también una ciudad llena de bicicletas como Copenhague.

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