Sr. López
No sé usted, pero este menda descubrió la palabra ‘pedo’, en primero de Primaria; en la casa se decía ‘pluma’ y de preferencia, no se decía (ni se expelía). Claro, este López habla desde la experiencia de la surrealista familia mexicana de la lejana era del pricámbrico clásico, cuando varias canciones de Agustín Lara no las podía oír la gente menuda, ni las señoritas decentes (“… vende caro tu amor, aventurera”; “…o el colmo en María Bonita: “… me arrodillé para besarte”, ¿de rodillas?, ¡pues, qué estaban haciendo!); y no piense que en casa del tecladista eran raros, que siendo presidente Lázaro Cárdenas, el secretario de Educación Pública, Gonzalo Vázquez Vela, prohibió las canciones de Lara en las escuelas, por ser “sus letras obscenas, inmorales y degeneradas” (‘Memoria del Fuego 3, el Siglo del Viento’, Eduardo Galeano, editorial Siglo XXI, página 299; no crea que anda uno inventando).
Ignora el del teclado cómo la antes mojigata familia (sociedad) mexicana evolucionó a lo actual y no tiene claro si es madura o cínica, tolerante o vulgar, pero junto con cosas en buena hora desechadas (como el culto al himen), y zarandajas por el estilo, ahora es ‘naturalidad’ que la hija, arreglándose para ir al antro, le encargue a su papá, “aprovechando que vas al Oxxo”, una tira de seis condones (“¡sabor frambuesa, por favor!”); que los hijos dejen sobre el buró el trepidante video XXX “Blancanieves y los siete enanos negros”; que ya es confianza que las señoritas comenten de sobremesa con sus mamás, las ventajas del sexo anal (práctica condenada en agosto de 2016, por don Beto Rivera, cardenalazo de nuestra vidaza, entonces arzobispo Primado de México, que en noviembre de ese mismo año, se tuvo que disculpar con los aficionados a tal vía); sin mencionar que ya está en duda el derecho de los padres de inscribir en el Registro Civil a los hijos con el sexo que tuvieron al nacer, atropello mayúsculo pues será decisión de ellos, ya después.
Todo lo dicho, aceptando que son resabios de la educación ‘demodé’ que su texto servidor recibió con fondo musical de Jorge Negrete interpretando ‘México lindo y querido’, tiempos de apariencias, como prueba que a la gente le gustara oír a Los Panchos cantando eso de ofrecer a la amada ‘alma para conquistarla, corazón para quererla y vida para vivirla junto a ella’, cuando hoy lo realista es andar sin cuentos y tener BMW para conquistarla, dinero para quererla, y la Golden de American Express, para gozar de la vida.
Sería bueno que viviera Octavio Paz, para pedirle su sesudo análisis sobre la sociedad mexicana contemporánea; enfrentarlo a cosas como la defensa a ultranza que algunos hacen de los derechos inalienables de los animales, sosteniendo al mismo tiempo, sin sonrojos, que el aborto debe ser absolutamente libre, decisión tan normal como sacarse una muela, en la que ni las leyes, ni nadie, deben meterse a opinar pues la norma universal es que cada quien haga con su cuerpo (?) lo que mejor le parezca (menos todo lo que prohíbe la Ley General de Salud y aceptando que nos escondan los saleros en los restaurantes, eso sí); don Octavio brincaría encima de su ‘Laberinto de la soledad’, mesándose los pelos pues con toda su inteligencia lo que escribió en 1950, explicando cómo es el mexicano y nuestro modo de ser, nuestra psicología y moral, resultaron ser imaginaciones suyas, puro cuento… o no, quién sabe.
Nada de eso provocará la ira divina ni es anuncio de la quiebra moral y ética de México ni de Occidente, de ninguna manera. Es la dinámica de nuestra especie. Los romanos de sábana (toga), se espantaban del deprave de su época; los conservadores del siglo XVI, de las esculturas de encuerados del Renacimiento (con todo y ‘pajarito’); y en 1907, la ‘Gatita Blanca’, María Conesa, causaba soponcios entre las personas bien nacidas, porque enseñaba las pantorrillas en el escenario, mientras interpretaba su resonante éxito ‘La alegre trompetería’, copla alburera y soez, ruina de las buenas costumbres (porque ya entonces ‘trompeta’ era ‘trompeta’ y si las señoras de la Liga de la Decencia del México de entonces, hubieran sido tan decentes no hubieran entendido lo de la ‘trompeta’… viejas cochinas).
La humanidad, vistas las cosas de cerca, a veces aparenta que se dirige al irremediable desorden social. No es así. Son sin duda mejores estos tiempos que aquellos tan añorados por algunos soquetes, en los que había esclavitud, se veneraba la guerra como prueba de valores cívicos, los derechos humanos hubieran dado risa y la mujer era una cosa.
No se asombre ni lo dude: por algo, de la caverna y la carne cruda, hemos llegado a donde estamos en el poco tiempo que tenemos de estar sobre el planeta, que si compara la edad de la humanidad con la de la Tierra, estamos acabandito de llegar.
Dicho todo lo anterior, no debe adoptarse una actitud pasiva. Lo prudente es estar vigilantes sobre el comportamiento de aquellos que nos gobiernan porque siendo como es, ascendente la gráfica del progreso humano, los errores o vicios de quienes rigen la cosa pública, son baches en el camino que lesionan el bien común y producen sufrimientos evitables.
A eso apunta la crítica informada sobre el mal desempeño de quien hoy es Presidente de México. Índices de popularidad aparte, no es aceptable que en ya cuatro años de gobierno, dé una en el clavo y ciento en la herradura.
Ahora resulta que el sobre costo de la refinería de Dos Bocas (de 8,918 millones de dólares ya va en 20,000 millones de dólares y contando), según dijo ayer el Ejecutivo es porque:
“Hubo un incremento en el caso de la refinería porque no se contemplaron equipos que se necesitan y se amplió el presupuesto, pero tienen que estar tranquilos y desde luego toda la población, de que nadie hizo negocio para provecho personal en la construcción de la refinería, que no hay corrupción, que ya no es el tiempo de antes”.
O sea: salió mal pero por ineptos, no por ladrones. Sí, pero salió mal. ¡Valiente consuelo!