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¡Urge su ausencia! / La Feria

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Sr. López

En la familia toluqueña era sabido que el peor marido del mundo, era tío Alfredo, todo él defectos y encima (ya imperdonable), pobretón, que ya viejo se enfermó y durante años, hizo cama. Una tortura para tía Luisa y sus hijos. Como suele suceder con las sabandijas, se creía maravilloso y les decía: -Me van a extrañar… cuando les falte, me van a extrañar –hasta que Luisita su hija mayor, harta, le dijo: -Danos gusto en algo,papá, nos urge extrañarte –y sí les dio gusto… y fueron muy felices.

Ya hemos comentado de las varias frases que se atribuyen a Benito Juárez y no son de él, en particular la que termina con lo de “el respeto al derecho ajeno es la paz”, idea original de Emanuel Kant, en su obra ‘La paz perpetua’; sin mencionar que 21 años antes, en 1846, la dijo Melchor Ocampo al defender en Oaxaca sus aranceles a la iglesia. Pero entérese, el concepto es de siete siglos antes, del hombre más sabio de la historia hasta nuevo aviso, Santo Tomás de Aquino; es largo de contar, otro día.

La que sí es de Juárez la escribió el 24 de mayo de 1867, en su carta a Maximiliano ya prisionero y pensando en fusilarlo, donde le dijo que no es “dado al hombre” hacer de las virtudes de la gente un crimen y de los defectos propios, virtud, y remató: “(…) hay una cosa que está fuera del alcance de la perversidad y es el fallo tremendo de la historia. Ella nos juzgará”.

Suena bien: “el fallo tremendo de la historia”, aunque no exista esa señora, doña Historia. Pero lo cierto es que los que saben que son una birria, recurren a eso de someterse al “juicio de la historia”.

Busque y rebusque en las biografías de los grandes personajes y los mejores hombres de Estado y no encontrará uno que se ande sometiendo al juicio de la historia. Eso es un recurso facilón: “Como sé que me detestan, ¿saben qué?, me limpio con todos y me someto a lo que piensen otros que después escriban la historia sin haber tenido que aguantarme”. Muy cómodo.

Y hay peores: los que dicen que la historia los absolverá, como Fidel Castro cuando lo juzgaron por su intento de golpe de Estado del 26 de julio de 1953; como el pestífero Hugo Chávez, cuando también lo juzgaron por lo mismo pero en 1992;  como Cristina Fernández de Kirchner, cuando en 2019, la juzgaron por bandida; como Adolfo Hitler cuando en 1924 lo juzgaron también por intentar un golpe de Estado y le espetó a los jueces: “(…) la diosa eterna del juicio final, destruirá la acusación y se sonreirá ante el veredicto del tribunal, porque ella nos absolverá”.

¡Ah! y falta uno, de iniciales, Andrés Manuel López Obrador (hay que ser discretos), quien en su juicio de desafuero ante la Cámara de Diputados en 1995, soltó: “Ustedes me van a juzgar, pero no olviden que todavía falta que a ustedes y a mí nos juzgue la historia”; pero como le gusta tanto oírse, ya siendo Presidente, el 6 de septiembre de 2021, volvió a decirlo: “(…) va ser la historia el -sic- que va a juzgarnos a todos en su momento”. Pues sí… prepárese.

Por cierto, ese mismo día hablando de los migrantes que sin papeles ni permiso entran a México, ordenó a las secretarías de Gobernación y de Relaciones Exteriores, levantar cualquier restricción para que “todos puedan ingresar libremente a México”. Muy amable, viera qué gusto no da.

Hablando de historia, en junio de 2022, desde el Senado de los EUA, se urgió al presidente Biden a “imponer sanciones contra funcionarios mexicanos ante la falta de acción del presidente Andrés Manuel López Obrador en el combate al narcotráfico, así como por su política de socavar la cooperación antidrogas”con su país, los EUA. Léalo otra vez: su falta de acción… su política de socavar la cooperación antidrogas. Lo traen centrado pero él se remite al juicio de la historia, Dios se lo conceda porque los juicios en Nueva York son muy toscos.

Se arriesga el Presidente. Nuestra historia oficial inmediata, la del día, se sujeta a la liturgia del culto y adoración de quien está en el poder, pero la raza es implacable en el vodevil de chunga con que juzga sin equivocarse, nunca, a los malos gobernantes que después, en poco tiempo, ya entregado el poder, se beben el acíbar de saberse consignados en la historia definitiva como alimañas.

Y en la historia nuestra, no pasará desapercibido lo mucho que se le advirtió sobre las muy malas consecuencias que tendrán sus muy malas reformas al Poder Judicial y la desaparición de órganos constitucionales autónomos. Sin doblez se lo dicen las cámaras empresariales de México, los más grandes bancos extranjeros, junto con esa prensa que solo López Obrador descalifica: The New York Times, The Washington Post, The Guardian, Wall Street Journal,Financial Times y otros, todos pasquines como bien sabemos.

Tampoco se olvidará que ya fijaron postura los EUA y Canadá, porque sus embajadores no hablan como merolicos de la 4T y manifiestan el posicionamiento formal de sus gobiernos, de sus países, con los que tenemos firmados compromisos muy serios y que no tan fácilmente aceptarán que les cambiemos las reglas del juego nomás porque el Presidente saliente debe saciar sus ansias de revancha contra los que le impidieron hacer y deshacer con nuestra Constitución, al grito de “no me vengan con el cuento de que la ley es la ley”… y sí, la ley es la ley y a veces es tardoncita pero siempre buena paga.

Seguir por la ruta del despelote a que nos llevan las malhadadas iniciativas de venganza del todavía Presidente (35 días más), no solo embrolla al siguiente gobierno, sino que le complica mucho la posibilidad de desempeñarse aceptablemente, porque si los EUA nos aprietan las tuercas con el T-MEC, nuestra economía revienta. Y no valen las bravatas del busca-chambas Ebrard: la economía de los EUA resiste sin mayores dificultades, mandarnos ‘ad ínferos’, porque el tío Sam no sabe dejar que nadie se burle de ellos.

Así, nuestro prócer chancla pata de gallo se somete al juicio de la historia sin darse cuenta de que él le ha fallado a la historia. ¡Urge su ausencia!

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