Ernesto Gómez Pananá
Año 1966. Colonia Del Valle en la Ciudad de México. Un joven chiapaneco, tuxtleco emigrado para estudiar medicina en la universidad nacional. De recursos económicos limitados, consigue en renta un cuarto de azotea en un edificio de departamentos de la calle de Gabriel Mancera. De vecinas tiene a Zenaida, a Matilde y a Leonor. Zenaida y Matilde oriundas de la Sierra de Puebla, Leonor de Michoacán. Las tres trabajan como empleadas domésticas con familias del condominio. Por las noches, luego de jornadas de doce o hasta dieciséis horas, las tres jovenes suben a sus “habitaciones” a descansar. A esas horas coinciden con el joven estudiante de medicina.
Al paso de los días, los saludos se convierten en conversaciones más amplias. El trabajo y las carencias de ellas; la exigencia escolar de la carrera de él. Les hace una propuesta. Ellas aceptan.
A partir de ese día, durante una hora tres veces por semana, ellas comienzan a aprender de vocales y consonantes, de sílabas, palabras y enunciados. De niñas ninguna pudo acudir a la escuela. Son analfabetas pero ahora, dicen sonrientes, “el doctor nos está dando clases”; pronto se corre la voz y el grupo ya nos es de tres sino de siete. La clase se imparte junto a los tinacos de la azotea del edificio C. Inicia a las nueve y suele terminar pasaditas las diez: lecturas, ejercicios en voz alta, algunas planas. Al cabo de ocho meses -por lo pronto-
Zenaida, Matilde y Leonor han aprendido a leer. En agradecimiento, el joven estudiante siempre tiene café para sus desvelos, merienda y uniforme limpios y perfectamente planchados.
Oximoronas 1. Los nombres de las coprotagonistas de la historia relatada son ficticios, pero el protagonista y los hechos narrados son reales.
Oximoronas 2. Te fuiste hace trece años, doctor. Sigo en el intento de honrar tus pasos y anhelo pensar que te sientes orgulloso.
Oximoronas 2. Nuevos libros de texto gratuitos y nueva organización curricular en medio de críticas. Asunto históricamente polémico: lo mismo sucedió en las administraciones de Salinas y Fox. El tema es más de fondo: poco importa el contenido y la organización de las materias si en promedio, un niño de primaria tuvo el ciclo 2022-2023 menos de 140 días efectivos de clase, con docentes poco preparados y con compromiso insuficiente. No todos, pero tristemente muchos.