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Una rebeldía interna

Una rebeldía interna
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Marco Besares Escobar

Un fuego de la llama humana que siempre mantendrá encendida una luz para mañana.

Hay lecturas superficiales y hay lecturas profundas. ¿Qué detecté en este libro? Detecté que tiene alma. Y para eso hay que estar conectado con una rebelión interna. Si eres capaz de percibir que un notario público habla como argentino, rompe los protocolos y cita al Che sin miedo a que le digan que eso es inapropiado, entonces estás frente a un acto de rebeldía.

Si un notario público, con ochenta años, publica un libro sobre Ernesto “Che” Guevara, eso es un acto poético y revolucionario. Atreverse a deshacerse y volverse a hacer, romper con lo correcto para seguir a la conciencia y al alma: eso es transformarse permanentemente.

El Che, siendo un hombre utópico e idealista, fue enviado a África y victimado no por los bolivianos, sino por el poder económico y una agencia de inteligencia. Pero todavía sigue vivo. Y esa es la interpretación más profunda de la trascendencia: la verdadera transformación y revolución inicia desde el ser y su relación con el hacer y el tener.

Yo estaba leyendo a Laura Restrepo cuando este libro llegó a mí. Lo dejé. Porque este libro me tocó más. Porque creo que debemos privilegiar la lectura de nosotros mismos. Este acto de presentación es maravilloso. Es domingo, y ¿quién va en domingo a una presentación de libro? Solo aquellos que tenemos afecto por los libros y que admiramos al autor.

Este no es un evento de escribanos públicos. Es el evento de un escritor. El licenciado Gilberto Bátiz López ya había publicado El tejedor, libro que tengo en mi biblioteca. En ese entonces él y yo compartíamos responsabilidades públicas en el ámbito laboral. Y por eso, para mí, este es un acontecimiento personal.

En 1955, cuando yo no había nacido, se conocían Fidel y el Che. Aquel había hecho su recorrido en motocicleta, y hay una película que recupera ese momento. No quiero hablar solo de historia. Hay que hablar de política, de ideología. Ernesto Guevara no fue solo un estratega militar. Fue un hombre de convicción.

Y alguien como Gil, que vivió en Nicaragua y trabajó el derecho social, tenía que sentirse empático con un personaje que sentía el dolor de la desigualdad, esa que aún persiste hoy. ¿Qué tan vigente es el libro? Total y absolutamente vigente. El personaje es fascinante, y el mérito de Gil es que nos lo regresa, que le brinda a nuevas generaciones la posibilidad de acercarse a un ícono.

Yo recuerdo, en secundaria, cuando lo conocí. Y aunque no soy artista plástico ni poeta ni escritor —aunque mi promotor cultural insista en ello—, intento todo. No logro nada, pero intento. Al igual que el Che, con el viento al hombro.

Esa frase, tomada de don Daniel Robles Sasso, significa vivir como los que creemos en las utopías, dejar un sueño para montarse en otro. Como los pájaros. Este libro, dicen, es una mirada. Y sí, lo es. Una mirada con sensibilidad. El libro transpira ternura, convocatoria, admiración.

El Che era médico, Fidel era abogado militar. Gil es notario, pero también es un hombre con vocación social. Y eso no es frecuente. Por eso, quiero felicitar al escritor, al autor, por tenernos hoy aquí, reunidos en torno a un pensamiento progresista, un pensamiento que sigue siendo necesario en una sociedad con tantos retos en salud, educación y justicia social. Todo eso está aquí, en estas páginas.

Lean el libro. Lo recomiendo mucho. Y como me pasó a mí, seguramente después buscarán otros libros. Porque este, Con el viento al hombro, es un libro provocador. Y eso ya es decir mucho.

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