Juan Carlos Cal y Mayor
Hace algunos años tuve la oportunidad de recorrer varias veces por vía aérea la selva lacandona, en particular lo que se conoce como la reserva de la Biosfera Montes Azules. Salvo en las escarpadas montañas que sirven como escudo protector contra la intervención humana, el escenario es desolador. Se observan por doquier parches en lugares inaccesibles donde la gente depreda la selva para sembrar maíz en pendientes que provocan irremediablemente la erosión de esas tierras.
SUPERVIVENCIA
Así se encuentra buena parte de los bosques y selvas en este nuestro Chiapas. Más de 20 mil comunidades dispersas la gran mayoría de menos de 100 habitantes que sobrevive de la “economía de traspatio”, es decir de aves y animales de corral más, por supuesto, la siembra de maíz cuya cosecha es ínfima, pero les permite condiciones de supervivencia.
DEPREDACIÓN
No hay que ir muy lejos. Lo que fue la antigua carretera de Tuxtla a San Cristóbal pasó de ser una zona densamente boscosa a tener todas las montañas pelonas en que florecen montañas de piedras dado que la erosión ya no permite ni siquiera sembrar maíz y mucho menos reforestar. Así pasó también en la actual carretera. Lo que fueron montañas pobladas de vegetación y frondosos pinos, ahora lucen pedregosas, aunque todavía producen algo de maíz.
Para tener una proporción, una hectárea de maíz en los Estados Unidos produce unas 10 toneladas mientras que aquí se cosecha menos de media tonelada, dado que las pendientes no son un lugar propicio para este tipo de cultivo. Así nos hemos ido devorando los bosques y selvas de Chiapas a pesar de los apoyos asistenciales desde hace más de 20 años que ahora reciben en efectivo. Es decir, no se ha inhibido que nos estemos consumiendo, como si fuéramos arrieras, el antes fértil suelo chiapaneco. Basta con recorrer el tramo de Teopisca a Comitán para observar la cantidad de madera que se extrae de los bosques de Chiapas, sin ningún manejo forestal, más que lo que explotan los pobladores sin que intervenga ninguna autoridad.
PERVERSIÓN
De acuerdo a reportes de medios especializados en naturaleza y medio ambiente, tan solo en la Selva Lacandona se ha perdido cerca de 73% de su extensión original, al pasar de una superficie de un millón 800,000 hectáreas a 500 mil. Políticos van y vienen, sexenio tras sexenio, entregando apoyos millonarios para los llamados servicios de protección ambiental que lo único que han logrado es pervertir a las comunidades indígenas que se han acostumbrado a la dádiva en una perpetua victimización con la que lucran desde hace mucho tiempo.
USUFRUCTO
Los lacandones conservan para la foto, sus antiguos atuendos, mientras que cobran por los accesos a los sitios arqueológicos. Se les ha construido centros ecoturísticos en los que no reinvierten un solo peso esperando que, como siempre el gobierno los apoye, sin importar su deterioro. No hay un solo modelo digamos exitoso de autogestión a pesar de que se reservan para usufructo permanente maravillas naturales que se conservan a duras penas.
PATRICIA ARMENDÁRIZ
Eso fue justo lo que le tocó experimentar a la diputada Patricia Armendáriz. Les ofreció gestionar recursos y les pidió proponer proyectos para invertir en ellos. En realidad, no les interesa, no saben manejarlos. El problema es que ya se mal acostumbraron a recibir apoyos económicos sin el menor esfuerzo. Cansada de ver que no prosperaba intención de apoyarlos y al no recibir propuestas para sus proyectos, la diputada estalló en cólera al ver que piden dinero y más dinero, que por cierto no llega a quienes en realidad lo necesitan.
DINERO PERDIDO
Entre el 2004 y el 2008, la Unión Europea apoyó con 16 millones de euros un programa de “desarrollo sostenible” que se llamó PRODESIS (Proyecto de Cooperación para el Desarrollo). Sus objetivos fueron disminuir la presión sobre los recursos naturales de la región, mitigar la degradación ambiental, afrontar la pobreza de los habitantes y reformular la política del desarrollo social en Chiapas. Se convirtió en la manzana de la discordia por el manejo de los recursos económicos. Tiempo después, una auditoría europea al programa concluyó que el proyecto había fracasado. Los intermediarios se embolsaron el dinero inventando consultorías.
EL ROLEX
Desde que el entonces presidente Echeverría repartió tierras en los años 70s y luego López Portillo emitió decretos para proteger la selva, comenzó una relación que se ha pervertido con el paso del tiempo. Cuentan que López Portillo le regaló su Rolex a Carmelo Chambor, de quien se dice, los coleccionaba. Gertrudi Buby y Franz Blom, fueron quienes dieron a conocer al mundo la existencia de los lacandones. Lucharon infructuosamente por defender la selva. Hoy su legado, biblioteca y acervo fotográfico se conserva en Na Bolom, un museo y albergue de lacandones que la familia Armendáriz con María Luisa (QEPD) al frente luchó y a duras penas se mantiene.
LA IRA
Por eso es explicable el enojo incluso la ira de la diputada morenista. “Creen, dice Paty, que el gobierno debe seguir dándoles efectivo solo por existir sin trabajar”. Quiere que aprendan a pescar. Al fin una buena señal para que en la 4t comiencen a reflexionar que las dádivas tienen un efecto corruptor que inhibe la posibilidad de crear empleos o actividades dignas y bien remuneradas. El asistencialismo es una fábrica de pobres y Chiapas es el mejor ejemplo. Todo empezó con un Rolex para los lacandones.