Guillermo Ochoa-Montalvo
Querida Ana Karen,
El domingo 24 se conmemoró el DÍA DEL LECTOR, así que hoy hablaremos de libros y lectores. De los libros, las lecturas y sus análisis es lago que se practica muy poco en nuestro país. Reconozco el esfuerzo de mujeres y hombres quienes dedican su tiempo a cultivar este hábito en comunidades rurales e indígenas en Chiapas motivando a grandes y chicos a leer y comprender la riqueza del contenido en cada libro; algunos de ellos, incluso han motivado a la gente a escribir en sus propias lenguas.
Gracias a ellos, han surgido libros, escritores y poetas en diferentes lenguas de los pueblos originales de Chiapas que nos sorprenden con su visión cosmogónica, su interpretación de la Naturaleza; vivencias en ambientes tan cercanos y a la vez, tan lejanos de nuestra experiencia. Todos ellos son un RAYO DE LUZ PARA LA IMAGINACIÓN.
Con este nombre, Un Rayo de Luz para la Imaginación, surgió hace casi un año, un grupo multidisciplinario de médicos, contadores, atletas profesionales, abogados, ingenieros, sociólogos y hasta autodidactas, quienes leen de uno a dos libros cada quincena; toman notas, los analizan, reflexionan sobre las enseñanzas que el autor trata de transmitir y al final, todos se reúnen para diseccionar al autor y su obra considerando las épocas y circunstancias en que fueron escritos.
Lo fascinante de estos 24 libros leídos en menos de un año es la diversidad de interpretaciones y percepciones que hay en cada uno de los lectores participantes; algunos coinciden en ciertos puntos y disienten en otros; también, hay quienes plantean visiones completamente opuestas a otros lectores. Pero respetando opiniones, la discusión nos enriquece porque el debate no es combate sino apertura a otros argumentos, a otras formas de percibir e interpretar. Es indiscutible que una historia puede identificarnos al grado de conmovernos o todo lo contrario, esa misma lectura puede detonar resortes sensibles capaces de provocarnos angustia, miedo o recuerdos dolorosos.
Veinticuatro libros leídos en un país donde el promedio es de un libro al año resulta alentador toda vez, que se han leído libro de diversos géneros: filosóficos; epistolares; novelas de terror, romances, misterio mágico; cuentos, poesía y ensayos, que inducen a investigar al autor y sus obras de forma minuciosa para comprender el contexto de la misma.
Dentro del grupo, se proponen los libros para ser leídos en las próximas sesiones explicando el motivo. Se somete a votación de los integrantes y así, se elige la próxima lectura, Leemos en libro físico, en PDF o audiolibro, como a cada quien le acomode. El caso es aprender a leer leyendo y discutir lo aprendido. Se trata de fomentar el pensamiento crítico y desarrollar habilidades lectoras a través de las diversas exposiciones.
El miedo a los libros gruesos es tan común como la idea de ser una actividad aburrida y hasta inútil. Quizá este prejuicio nos viene de las clases de secundaria donde nos obligaban a leer sin supervisión, sin un control de lectura adecuado y lo peor, libros poco atractivos para esa edad. Otro motivo que inhibe la lectura proviene de familias donde no hay libros ni motivación hacia la lectura. Los hábitos se adquieren a través del ejemplo. LA LECTURA NO SE OBLIGA, SE MOTIVA; nace de la inspiración de algún lector cuando nos narra las historias que ha leído.
Para cultivar el hábito de la lectura, debemos leer lo que nos interese. Una buena práctica es encontrar a la persona adecuada capaz de de orientarnos para guiar nuestras lecturas eligiendo los libros de mayor interés. Una buena práctica es , establece una rutina de lectura diaria y crea un espacio tranquilo libre de distracciones. También es útil unirte a una comunidad de lectores, ya sea en persona o en línea, para compartir tus experiencias y descubrir nuevas lecturas. Ser un modelo de lectura para los más jóvenes y variar los géneros de los libros que lees puede aumentar el interés y el disfrute por esta práctica.
Borges definía la lectura preguntándose, “¿Qué es, ahora, un libro clásico? Tengo al alcance de la mano las definiciones de Eliot, de Arnold y de Sainte-Beuve, sin duda razonables y luminosas, y me sería grato estar de acuerdo con esos ilustres autores, pero no los consultaré. He cumplido sesenta y tantos años: a mi edad, las coincidencias o novedades importan menos que lo que uno cree verdadero. Me limitaré, pues, a declarar lo que sobre este punto he pensado”.
Continúa Borges diciendo: “Mi primer estímulo fue una Historia de la literatura china (1901) de Herbert Allen Giles. En su capítulo segundo leí que uno de los cinco textos canónicos que Confucio editó es el Libro de los Cambios o I King, hecho de 64 hexagramas, que agotan las posibles combinaciones de seis líneas partidas o enteras. Uno de los esquemas, por ejemplo, consta de dos líneas enteras, de una partida y de tres enteras, verticalmente dispuestas. Un emperador prehistórico los habría descubierto en la caparazón de una de las tortugas sagradas. Leibniz creyó ver en los hexagramas un sistema binario de numeración; otros, una filosofía enigmática; otros, como Wilhelm, un instrumento para la adivinación del futuro, ya que las 64 figuras corresponden a las 64 fases de cualquier empresa o proceso; otros, un vocabulario de cierta tribu; otros, un calendario. Recuerdo que Xul-Solar solía reconstruir ese texto con palillos y fósforos. Para los extranjeros, el Libro de los Cambios corre el albur de parecer una mera chinoiserie; pero generaciones milenarias de hombres muy cultos lo han leído y referido con devoción y seguirán leyéndolo. Confucio declaró a sus discípulos que si el destino le otorgara cien años más de vida, consagraría la mitad a su estudio y al de los comentarios”.
Borges concluye: “Clásico no es un libro (lo repito) que necesariamente posee tales o cuales méritos; es un libro que las generaciones de los hombres, urgidas por diversas razones, leen con previo fervor y con una misteriosa lealtad”. Con ello, Borges trató de decirnos que los mejores libros son aquellos que uno descubre por sí mismo; aquellos géneros que nos provocan mayor placer y al final, la decisión de qué leer y cómo hacerlo, le corresponde a cada persona.
Como sea, Ana Karen, participan en un grupo de lectura, análisis e interpretación individual como en este taller denominado UN RAYO PARA LA IMAGINACIÓN, es una cuestión de amor.
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