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Un poquito más / La Feria

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Sr. López

 

Tía Chayito (lado materno), era una viejita de noble corazón y gran cartera, rezandera y de misa diario, que debe haber sido viuda siempre, pues siempre vistió de negro, y del papá que deben haber tenido sus siete hijos (cinco mujeres y dos hombres), no se hablaba ni se veían daguerrotipos de su boda. En fin, de alguna manera los tuvo (por cierto: muy diferentes, había morenos, rubios y su hija menor era una mulata de fuego). Ya casados todos y regados por medio país, tía Chayito vivía sola en una enorme casona del centro de Toluca de la que decía saldría solo con los pies por delante… bueno, dinero le sobraba y vivía ‘regularcito’ con cocinera, mucama, lavandera, cuatro ‘muchachas’ de limpieza, jardinero, chofer y un mozo para recados, todos de planta. Un día se supo que la buena tía había hospedado en su casa a los papás de la cocinera, ancianitos y muy enfermitos… ¡qué noble corazón! Pasados unos pocos años se supo que ya vivían ahí las familias completas de todos sus empleados y que ella estaba confinada a su recámara; se decía que eran casi 90 extraños y la tía los alimentaba, les pagaba médicos y medicinas, ropita también les daba y los que iban a la escuela contaban con útiles y uniformes, faltaba más. Agotados los recursos orales, sus hijos pasaron a los de hechos: la acompañaron al bautizo de un sobrino bisnieto y previa y merecida gratificación, ese mismo día, un eficiente pelotón de policías despejó la casona. ¡Cómo lloró tía Chayito!…

 

El miércoles pasado se presentó ante el Pleno de la Cámara de Diputados (casi vacía), nuestra secretaria de Gobernación, doña Olga Sánchez Cordero  (su nombre completo es Olga María del Carmen Sánchez Cordero Dávila). Cuatro horas estuvo respondiendo preguntas-discurso de nuestros honorables tribunos.

 

Doña Sánchez declaró: “No hay tema que me preocupe más que la violencia contra las mujeres. Persiste y no deja de preocuparnos. La violencia de género debe terminar ya. El sistema patriarcal debe terminar ya. Es un compromiso del Presidente, pero lo asumo como propio, como mío”.

 

Está bueno, lástima que tal cosa no se encuentre entre los asuntos para su despacho que le imponen las 24 fracciones del artículo 27 de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, reformada el pasado 9 de agosto (ni la VII bis, que habla de ‘formular y coordinar la política de prevención social del delito’). Pero, los aguerridos diputados le preguntaban sobre temas que no son de su competencia, digo, para empezar. Igual, como sea, está bien aunque sea trabajo de otras secretarías: ella asume como suyo el compromiso presidencial. ¡Así se forjó el acero!

 

Lo que sí es de su plena competencia es la inmigración (fracción V de ese artículo de esa ley), y sin medias tintas, sostuvo que el cambio en la política de asilo yanqui  podría provocar una crisis migratoria sin precedentes, que dejaríamos de ser país de tránsito para ser destino (ya es), y que es necesario y correcto el apoyo de la Guardia Nacional (no se desoriente, se refiere a la Policía Federal con su nuevo nombre).

 

Nuestro Presidente en varias ocasiones, dijo que México daría visas de trabajo y tránsito libre por el país a los migrantes centroamericanos, que hasta la Biblia dice que hay que tratarlos bien (se solicita cita precisa, de la atenta manera que dispone la Constitución, si para ello no tiene inconveniente… la Biblia dice ¡tantas cosas!)

 

Por supuesto duelen las historias de los migrantes y es un deber ético prestarles auxilio. Por supuesto. Pero no (NO) tienen derecho a entrar al país de su preferencia, instalarse y pedir (exigir), prestaciones sociales y trabajo. Tampoco nuestros connacionales que se van a los EUA; son héroes y hasta mártires si usted quiere, pero no (NO) tienen derecho legal a establecerse en ese país nomás diciendo “ya llegué”.

 

Todos los seres vivos en este planeta andan por donde les pega la gana. Nuestra especie así hizo durante milenios (dicen), pero al paso del tiempo, hubo grupos que marcaron su territorio y dijeron: esto es nuestro (obviamente sin papeles ni nada, era la ley del garrote y el de macana más grande -el tamaño sí importa-, impuso su voluntad). Como sea, de a poquitos y con achuchones, se establecieron fronteras desde hace mucho, no se crea que es novedad.

 

Quien diga que es un derecho humano cambiar de país (migrar), engaña, y quien diga que es un derecho inalienable garantizado por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU (organización resumidero de la corrupción mundial), miente o no sabe leer:

 

El artículo 13 de esa declaración que nunca ha sido ‘universal’ que solo declarativa, reza: “1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado. 2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país”.

 

… dentro de ‘un’ Estado la gente tiene derecho a moverse e instalarse donde le venga en gana… ¿cuál Estado?… ‘uno’, bueno si se refieren al lugar donde nació un ‘homo-mulier sapiens sapiens’ (¿vio la igualdad de género?: homo y mulier), pues sí, claro: circulando, circulando. Pero dice clarito en la fracción 2 que ese bisnieto del Neanderthal-Cro Magnon-Erectus-Sapiens, puede salir de un país (no dice ‘establecerse en otro’), y regresar a su país (pues claro, dependiendo del plan contratado en la agencia de viajes).

 

En resumidas cuentas, tenemos un problema: el gobierno yanqui nos impone su sacra-anal voluntad. Es nuestra realidad y no queda sino reforzar nuestras fronteras, empezando por la sur, siempre en el abandono.

 

El país tiene mecha y está en Chiapas… encendida… y si este país va a tener un sofocón, ahí va a empezar, no en la frontera norte, ni en el centro (ni en Mérida): en Chiapas.

 

A ver cuándo abre los ojos el gobierno federal, a ver cuándo se nota que saben cuál es la prioridad nacional… no se puede sufrir tanto, tanto tiempo. Urge sacar a Chiapas de la nave del olvido, no, ya no espera un poco ni un poquito más.

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