Sr. López
Sabido es que el Presidente del país habla sin la prudencia a que obliga el peso que la palabra presidencial tiene en México. Igual habla de una conspiración de políticos contra su gobierno (el BOA, de existencia nunca probada), que de militares de alto rango que suspiran por dar un golpe de Estado o de un médico que propuso asesinarlo cuando tuvo su infarto, añadiendo que fueron “como dos o tres casos así”… tan fresco.
Igual también sabemos que el Presidente de nuestro país, juzga en público y declara inocencias peculiares (Bartlett, Gertz, por poner dos ejemplos entre muchos), igual que imparte culpabilidades sin sostén; al tiempo que acusa a quien le parece sin presentar nunca denuncias ni demandas.
El lunes pasado nos dio una probadita más de cómo entiende él la no intervención en asuntos internos de otros países. En su momento regateó al electo presidente Biden un miserable telefonazo para felicitarlo por su triunfo, porque no era oficial; pero el lunes en su madrugadora, contó que la noche anterior había felicitado a Lula da Silva por su “triunfo electoral”en Brasil, aunque no sea así y se va a una segunda vuelta comicial en la que ya solo competirán con Bolsonaro. Igual, qué tanto es tantito.
Por uno, que le mande recaditos amorosos a quien más le cuadre, pero decir que esa primera vuelta electoral brasileña “fue todo un ejemplo” porque: “No se menciona la palabra fraude, se dan a conocer los resultados apenas van cerrando las mesas, todo es transparente y se acepta el resultado. Es el propósito nuestro hacia adelante”, es burla, burla que lo diga el especialista en alegar fraude electoral cuando pierde elecciones, quien ni cuando gana reconoce a las instituciones responsables de cuidar, contar y validar los votos; de ninguna manera, para él el INE y el Trife, son parte de esa nebulosa, sus “adversarios”, dignos de toda descalificación, merecedores de asfixia presupuestal, aunque le hayan reconocido su legal elección y la de 22 gobernadores de Morena. incluidala CdMx.
Como le gusta hablar, cuando se oye se entusiasma y se dice más cosas para seguirse oyendo y disfrutar la dicha inicua de asombrar a su cautiva audiencia mañanera, contante y sonante, por cierto (excepto colados incómodos).
Pero lo que sí es una piedra de molino como para que nos la traguemos, es su dicho del mismo lunes, asegurando “que la vía democrática ya domina en toda América”. ¡Jesucristo-aplaca-tu-ira!
Antes de repasar así sea muy por encimita a la “democracia que ya domina en toda América”, dejemos en claro que las elecciones en Brasil fueron una competencia de mutuas acusaciones de corrupción entre Lula y Bolsonaro, aunque el segundo juega con ventaja porque no ha sido procesado por ladrón a diferencia de Lula que recibió tres sentencias por corrupto que lo tuvieron un año y siete meses preso, hasta que la Suprema Corte de allá, lo liberó por faltas al debido proceso sin absolverlo de nada (porque la Corte de Brasil estaba amenazada de ser disuelta por Bolsonaro y algún interés tenían los magistrados en soltar a Lula, para que le compitiera por la presidencia). En Brasil la corrupción es en serio, los políticos mexicanos les dan ternura, los ven como nenes entretenidos con su sonaja. Brasil tal vez sea el último país en que un Presidente de México debiera fijarse para hablar de democracia y limpieza electoral; ahora mismo, pasada la primera vuelta, no son pocos los reclamos por trapacerías electorales, particularmente con el voto electrónico, para ni mencionar el creciente escándalo por gastos de campaña falsos. Allá ellos, muy su asunto.
Lo de que la democracia ya domina en toda América es de risa loca. Descontando a los EUA y Canadá, que se cuecen en otra olla, el resto es Latinoamérica y el Caribe y no hay especialista en la materia que no coincida en que la democracia en esta porción del planeta, está en un mayor peligro que nunca desde la década de los noventa, cuando a la región la recorrieron vientos democráticos y se venció al autoritarismo, con la excepción de la dictadura de Cuba que se creyó languidecería hasta desaparecer… y no, se ha fortalecido.
Fue gracias a la llegada de Hugo Chávez en Venezuela que Cuba se mantuvo a flote y Fidel Castro se lo retribuyó a Chávez enseñándole algo de la mayor importancia (no es cita): las elecciones permiten aparentar legitimidad, la lucha armada, no.
En nuestra América, el socialismo bandolero que conocemos, accede al poder mediante comicios prometiendo todo, pues su pureza y honestidad resolverán todo. Ya en el gobierno, debilita a las instituciones garantes de la democracia; cambia la legislación electoral; deslegitima a la prensa libre;denuesta opositores; desprestigia intelectuales, universidades e instituciones de estudios avanzados de pensamiento autónomo; acompañado esto de propaganda constante de que lo diferente a ellos es hostil al pueblo: de su lado los buenos, del otro los enemigos.
El complemento de estos socialistas de fachada, demócratas de chequera y asistencialismo, es procurar por todos los medios corromper a las fuerzas armadas, con las concesiones que hagan falta… ¡ah! y no confrontar a la delincuencia organizada, eso no rinde beneficios ni votos.
Así se erosiona la democracia, desde adentro, desde el poder, hasta impedir la alternancia, perpetuar el modelo, como en Cuba que con Díaz Canel, sigue el castrismo, la dictadura, la miseria y la ausencia de derechos humanos que produce la democracia de un solo hombre respaldado por una élite de privilegiados del régimen que sirven.
Por esa brecha de extravío van Venezuela, Nicaragua, El Salvador, y aunque no del todo pero con ese rumbo, Honduras, Bolivia y Guatemala. ¡La democracia americana!
No recapacitan los fanáticos del actual Presidente, enque México es del interés geoestratégico de los EUA, que México cuenta con robustos grupos sindicales, magisteriales, universitarios, intelectuales, empresariales y de juristas; sí, se les olvida lo mero importante: es un gran país.