RODULFO REYES
Si el agregado ‘Cuarta transformación’ del nuevo régimen significa “cambiar lo viejo por lo nuevo”, entonces a cargo de la rectoría de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT) debe quedar Miriam Carolina Martínez López, directora de la División Académica de Ciencias de la Salud (DACS).
Con el grado de doctora en Biomedicina Molecular, la susodicha tiene un sello que la hace diferente a los demás aspirantes a suceder a José Manuel Piña Gutiérrez: no está moldeada en la política partidista que por muchos años ha administrado el país y el estado.
Martínez López es un activo de las luchas sociales. Más aún: surgió del movimiento de izquierda que desde a finales de los ochenta Andrés Manuel López Obrador empezó a liderar en Tabasco.
El argumento con el que la nomenclatura universitaria descalifica a Miriam Carolina es precisamente su adhesión al nuevo grupo gobernante. Por eso, cada que Octavio Romero Oropeza, director de Pemex y ‘brazo derecho’ de López Obrador, realiza una gira por la entidad, siempre se deja ver al lado la vieja luchadora social.
Desde hace por lo menos 20 años, en la UJAT existe una suerte de ‘autogobierno’ o ‘poder oculto’ que hace y deshace con los nombramientos. Ahora mismo esa cofradía está buscando colocar a la terna de la que saldrá el nuevo responsable, pero se trata de una baraja de cartas marcadas.
En dicha terna no cabe la actual responsable de la DACS, a quien la estructura partidista que tiene el control califica de ‘intrusa’.
Desde la óptica de la camarilla que instaló en la rectoría a Piña Gutiérrez, la especialista en Medicina Molecular representa un serio peligro, pues alguien ajeno a esa ‘hermandad’ podría revisar los miles de millones de pesos que a lo largo de por lo menos 16 años se ha manejado a discreción, sin un ente regulador autónomo que escrute las inversiones.
El problema con la sucesión es que la cofradía que pone a los rectores tiene el control de la Junta de Gobierno, un armatoste al que se le da poderes casi místicos y que obedece a una voz externa.
En este caso, el portavoz con la Junta de Gobierno es el rector Piña, aunque solo sea una suerte de recadero, ya que el verdadero poder no recae sobre él.
Siempre que se “decide” por alguien, la Junta de Gobierno “argumenta” que solo a quienes elige garantizan “la estabilidad” en la Universidad.
Nunca se ha aclarado si trata de la estabilidad de la institución o la “estabilidad” de la camada de ricos que ha surgido del ‘alma máter’.
Si la 4T es real y llegó para quedarse, debe sacudirse ese ‘poder oculto’ que manda en la Junta de Gobierno desde hace cuatro periodos consecutivos, y que amenaza ahora con cerrarle el paso a uno de los cuadros de la izquierda con posibilidades de sustituir a Piña Gutiérrez, que en los hechos es un monigote de quien manda extramuros.
NOTA: Fuentes acreditadas aseguran que la exrectora Candita Gil Jiménez ocupará, a partir de enero, la Secretaría de Educación.
ESTRICTAMENTE PERSONAL…
DONDE NO SE ha visto ningún cambio en la 4T es en el modo priísta de lisonjear al poder. Afortunadamente no se trata de una costumbre generalizada, pero hay individuos al servicio del gobierno que tratan de engañar a la ciudadanía difundiendo las supuestas bondades del sistema. Estos tipos son infiltrados en redes sociales para sembrar noticias falsas. Un dato: son los mismos que idolatraban a Arturo Núñez Jiménez y ahora alaban a Adán Augusto López Hernández.
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